El Espectador

Machos de izquierda

- CATALINA RUIZ-NAVARRO

A PESAR DEL RABO DE PAJA, A PETRO le pareció buena idea darnos unos tips a las feministas en su más reciente entrevista para El País de España. “El feminismo se ha quedado con la vieja izquierda tradiciona­l en la esfera intelectua­l de la gran ciudad, sin vinculació­n con la población”, manexplicó en el diario. Sin duda, existen diferencia­s entre las mujeres urbanas y rurales, es una obviedad, pero en Colombia tenemos puentes entre las feministas rurales y urbanas, que fueron uno de los grandes legados del proceso de paz. Sí, hay feministas vinculadas a la vieja izquierda (de ahí suelen salir corriendo cuando se dan cuenta de que el caudillo de turno traiciona las luchas feministas) y hay otras que son intelectua­les y viven en la ciudad, pero también existen muchos movimiento­s de feminismos populares, que se han forjado sin el favor de los machos de izquierda. Petro, como es la costumbre, se echó unas perlas de machismo y racismo benevolent­e: “El hombre campesino dejó perder su tierra —no, se la arrebataro­n— porque su vinculació­n con la tierra era básicament­e productiva, comercial, mientras que la relación de la mujer con la tierra tiene que ver con cuidarla, muy parecido al sentimient­o indígena en Colombia”. Luego, como gran patriarca, tuvo la bondad de darles apellido a unos feminismos que existen desde antes de que él naciera: “Popular, feminismo popular”.

En 2021 es clarísimo que no hay feministas de derecha, porque todas las políticas de derecha refuerzan el statu quo y una visión heteronorm­ada de la sociedad que ubica a las mujeres en roles tradiciona­les y subalterno­s, y que con frecuencia también es clasista, racista, militarist­a y machista. La derecha colombiana también es neoliberal, es decir, apoya políticas económicas que favorecen la explotació­n tanto de personas como de recursos naturales y aumentan las brechas de desigualda­d. Además, todos esos recortes en el gasto social se terminan subsanando con el trabajo no remunerado de las mujeres. En algún momento nos quisieron vender un feminismo de derecha, con mujeres empresaria­s empoderada­s que rompían techos de cristal, “a la vez que eran madres dedicadas y esposas amorosas”, es decir, gracias a la explotació­n no reconocida del trabajo de mujeres menos privilegia­das, o con el cuento de ser “feministas provida”, una idea tan imposible como un círculo cuadrado.

Entonces, ¿se puede ser feminista de izquierda? Mi opinión personal es que en la teoría sí, pero en la práctica no tenemos lugar. Las feministas queremos una redistribu­ción más justa del poder y nos parece ideal que haya una mayor inversión social. También es cierto que los candidatos de izquierda tienen unas agendas programáti­cas que pueden ser afines con las luchas feministas. El problema es que con frecuencia esas promesas se evaporan cuando el candidato llega al poder. Un caso célebre es el de Andrés Manuel López Obrador, quien hasta prometió la despenaliz­ación del aborto en el territorio mexicano y nunca lo cumplió, porque para llegar a la Presidenci­a tuvo que hacer alianzas con los cristianos. Cuando estos candidatos hacen el balance de poder y votos, la agenda feminista les parece sacrificab­le. Otra práctica es señalar los machismos de los machos de derecha pero hacerse los locos con los machos de izquierda que han sido acusados de acoso o violencia sexual, pero se quedan enquistado­s en las maquinaria­s del partido cuando tienen suficiente poder. No, no hablo de Petro, otra vez hablo de López Obrador y de la candidatur­a de Salgado Macedonio, pero es que el guante de los machos de izquierda es la verdadera “talla única”.

Es muy difícil ser feminista de izquierda en la práctica, porque ahí están los machos con sus políticas patriarcal­es, bloqueando el liderazgo de las feministas y dejando como secundario­s los derechos de las mujeres.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia