Restricciones
LOS ACUERDOS INTERNACIONALES para limitar las emisiones atmosféricas de gases de efecto invernadero (GEI) no cuentan con mecanismos coercitivos para obligar a los países a cumplirlos. Algunos países actúan como free riders, que podría traducirse como avivatos, que tratan de beneficiarse del esfuerzo de los otros sin asumir los costos.
En el corto plazo, el aumento de los GEI puede conllevar beneficios. Por ejemplo, a mayor concentración de CO2, la fotosíntesis es más eficiente y aumenta la productividad agrícola; de hecho, en los invernaderos se introduce artificialmente CO2 para acelerar el crecimiento de las plantas. Aumentos de temperatura del orden de 1 ºC con respecto al año 1800 conllevan un crecimiento de la frontera agrícola. El derretimiento del casquete ártico abre rutas más cortas entre Asia y Europa. La mayor mortalidad por efecto de las altas temperaturas en verano se compensa con la reducción de muertes por los inviernos más moderados. El aumento de los GEI tiene efectos asimétricos en las diferentes economías. Por ejemplo, pequeños aumentos en la temperatura oceánica disminuyen la actividad pesquera al reducir la capacidad de absorción de oxígeno; por el contrario, economías agrícolas se benefician temporalmente. El aumento del nivel del mar como resultado del derretimiento de los glaciares afecta en forma más pronunciada a los países con mayores desarrollos en las costas que las economías mediterráneas. El caso más emblemático es el riesgo de desaparición o inhabitabilidad de las islas Maldivas. La altura promedio sobre el nivel del mar es 1,5 m, la mayor elevación es de 2,5 m.
Con razón los países en vía de desarrollo piden recibir apoyo financiero de las economías desarrolladas para cumplir los objetivos de reducción de GEI, ya que estas crecieron y mejoraron la calidad de vida de sus habitantes gracias al uso intensivo de combustibles fósiles para la producción de energía y su frontera agrícola causó la deforestación masiva de bosques nativos.
Se discute si en la medición de los GEI de un país debe considerarse el efecto que tiene la exportación de combustibles fósiles. En el Parlamento de Noruega se discute una moratoria indefinida de la explotación y exploración de nuevos yacimientos en el mar del Norte. Noruega es uno de los países con menor huella de carbono per
capita en su territorio, donde la casi totalidad de su generación eléctrica proviene de energía hidráulica, solar y eólica. La venta de vehículos híbridos y eléctricos supera los convencionales, pero si se considera su aporte mundial a los GEI por su producción de petróleo, Noruega está lejos de ser un modelo de conservación atmosférica.
Una investigación publicada en Nature cuyo autor es Dan Welsby plantea que “abandonar el 60 % de las reservas de petróleo y gas puede limitar el calentamiento a 1,5 ºC, adicionalmente el 90 % del carbón debiera permanecer sin explotarse”. Consideremos las consecuencias en países como Colombia; con altas reservas carboníferas, su explotación representa un mayor porcentaje de nuestras exportaciones. O Venezuela, con las mayores reservas petrolíferas mundiales y donde la torpeza política del gobierno convirtió al país en un productor marginal.
Ahmed Zaki Yamani, legendario ministro de Petróleo de Arabia Saudita, dijo: “Así como la edad de piedra se acabó sin que se terminaran las piedras, la edad del petróleo finalizará sin que se acabe el petróleo”.