El Espectador

Charlène Favier: la narrativa a través de los matices

La directora francesa presenta en el Festival de Cine de Cartagena y en el Festival de Cine Francés en Bogotá su película “Slalom”, con la que llegó a la selección oficial de Cannes 2020.

- PEDRO MENDOZA Cartagena de Indias

“No se necesita estudiar cine para hacer cine y liberar la palabra”, le dice la directora francesa Charlène Favier a Johana Rodelo, una estudiante de comunicaci­ón social en la universida­d pública. No pudo estudiar lo que le gusta: cine.

El pasado lunes con la luna llena, condición para la proyección de las diferentes funciones del Festival Internacio­nal de Cine de Cartagena, edición Interruptu­s, Charlène Favier presentó su película Slalom, que fue Selección Oficial del Festival de Cine de Cannes 2020.

Quiere abrir debates y cambiar el mundo, así como con los hippies, crear conscienci­a y “el cine me permite hacerlo”, asegura la directora.

La intención de Slalom es dejar salir la palabra, de habitarla y darle conscienci­a a un relato de ficción que explora la excelencia deportiva, la relación de control y deseo entre un entrenador y su alumna. Pasos muy cercanos al acoso sexual, la nieve y las medallas de oro.

Siguen hablando, con su acento francés dice que es su primera vez en Colombia. El sábado llegó a Cartagena y se encontró con la fiesta en las calles del Centro Histórico, se unió a la celebració­n del amor, la amistad, los colores y el Caribe.

Charlène Favier se prepara para una foto con Johana Rodelo. Está vestida de negro y ,mientras la cámara se ajusta, le dice a la estudiante: “Ser mujer en esta industria significa que se debe luchar bastante, tener mucha pasión porque cuando eres mujer las cosas son más difíciles para ti, pero es necesario empezar a cambiar las cosas”.

La directora francesa habla con El Espectador sobre su ópera prima, sus emociones, el acoso sexual, el cine colombiano y el significad­o de dirigir sus propios guiones, algo caracterís­tico en su país. Alista maletas, viaja a Bogotá para participar en la edición 20 del Festival de Cine Francés, que comienza este jueves.

¿Qué significa la luna llena para usted en este Festival de Cine en Cartagena?

Soy muy sensible a las manifestac­iones de la naturaleza, siento que cambia mi cuerpo, mi manera de pensar. Por eso en mis películas es muy visible lo místico, la relación que se crea con el entorno y los cambios que trae. Es importante dibujar a la naturaleza como un elemento que conecta y está presente en la vida de los personajes.

En su película, “Slalom”, rompe el esquema del acoso sexual, el tratamient­o es diferentes a los estereotip­os que siempre se muestran, ¿por qué?

Me interesaba mostrar que no todo es blanco y negro, sino que hay muchos matices en lo que se está contando. No quería hacer un filme en el que se juzgue a los personajes por sus acciones, sino hacer visible las ambigüedad­es más allá del tema central que es el abuso sexual. Es mucho más complejo que solo revelar a un entrenador como un depredador sexual, realmente quería exponer todas las contradicc­iones que se puede tener a la edad de la protagista.

¿Cómo tratar el tema del acoso sin caer en el estereotip­o?

Hasta ahora en todas las películas siempre se retrataba a un verdugo y a una víctima, pero mi intención siempre fue ir más allá, mostrar que en algunos casos existen relaciones que son naturales, pero que deben tener límites, y es justo allí donde el personaje del entrenador falla.

Usted dijo que su película es un viaje emocional y sensorial porque es una buena forma de implicar al espectador en esta historia...

Para mí siempre han existido dos maneras de realizar el filme. Una mala manera en la que se muestra lo que el espectador quiere ver de forma lineal. La otra manera era la de darle al público un viaje en el que pudiera sentir y darles un vuelco a sus emociones. Decidí quedarme con la segunda opción, el espectador interpreta la película de acuerdo con la conexión, la rabia o la simpatía que tuvo con los protagonis­tas.

Empezó a escribir el guion de “Slalom” en 2014 y en 2020 fue selecciona­da en Cannes, ¿en la construcci­ón de la historia, que tantas experienci­as personales hay?

Lo más importante para mí no es hablar de mi experienci­a personal, porque me parece que no le interesa a nadie y no me gusta tanto. Pero escribir y realizar la película fue como una especie de terapia, me ayudó a sanar algunas cosas, no me gusta abordarlo desde mi punto de vista, sino contarlo a través de la ficción.

¿Cómo encontró a Noée Abita, la protagonis­ta?

Hay algo curioso y es que Noée (Abita) nunca esquío en su vida, tiene una doble. A ella la conocí en un cortometra­je que dirigí y me encantó, supe que la quería en mi película Slalom. Le pregunté si sabía esquiar y me dijo que sí, pero cuando la invité a esquiar me dijo que lo había inventado, pero no importó.

Usa el recurso de los animales como parte de la narrativa, ¿cómo es esto?

Yo utilicé el lobo, quise crear una imagen simbólica que le hiciera referencia a caperucita roja, y me interesó mostrar la montaña junto con el lobo, para recrear la idea de la dicotomía entre un cuento de hadas y una pesadilla.

Mas de 10 años haciendo cine, ¿dónde está la magia de la dirección que la llevó a Cannes?

Me gusta planear mucho, no quiero dejarle espacio a la improvisac­ión, estuve en mi habitación dibujando durante meses dónde poner las cámaras, los planos. Además, tengo un muy buen equipo con el que llevo trabajando 10 años.

Desempeña muchos trabajos en el cine, guionista, directora, videografí­a entre otros. ¿cuál le apasiona más?

Lo que me encanta es dirigir, esa relación con mis actores es fenomenal, pero desarrollo esas otras funciones porque cuando no se tiene mucho presupuest­o, tengo que volverme todo lo que no puedo pagar.

‘‘No

quería hacer un filme en el que se juzgue a los personajes por sus acciones, sino hacer visible las ambigüedad­es más allá del tema central que es el abuso sexual”.

¿Qué sabe del cine colombiano?

No sé mucho sobre cine colombiano, tengo poca experienci­a, pero he visto las películas de un director colombiano que estudió en Francia llamado Franco Lolli, y sus películas como, Gente de bien. Es la referencia más cercana que tengo, pero aprenderé mucho durante mi estadía en este país.

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/ Pedro Mendoza En su cinta “Slalom”, Charlène Favier aborda el tema del acoso sexual desde otra óptica.
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