“No me afectó la cuarentena, viví toda mi vida en una”
La exalcaldesa, que ahora busca llegar al Senado de la mano del Pacto Histórico, hace un recuento de su vida pública y política, a propósito de un libro biográfico. Levanta ampolla al defender a Samuel Moreno y al criticar al Nuevo Liberalismo.
A Clara López le cuesta respirar. El COVID-19 que se ensañó con sus pulmones y músculos dejó secuelas que siguen haciendo mella. Sin embargo, su talante, espíritu contracorriente y deseo transformador siguen intactos. Pero hoy goza de un nuevo aire y, de la mano del Pacto Histórico de Gustavo Petro, está decidida a llegar al Senado. En esta charla, que abarcó un recorrido por su vida política a propósito de un libro biográfico, la exalcaldesa habla de su relación con el poder y la élite, las enseñanzas de su tío -el expresidente Alfonso López Michelseny su trayectoria pública. Incluso deja espacio para la polémica y reclama que a Samuel Moreno, su excopartidario y jefe en la Alcaldía de Bogotá, “le cobraron querer ser presidente”.
¿Tener un familiar expresidente suma o resta en la vida política?
Tuvo ventajas y desventajas. Una de esas fue aprender de política, de historia y el manejo de lo público al lado de un presidente como Alfonso López que, además, se esmeraba por formarlo a uno. Pero, al mismo tiempo, las críticas que le caían al expresidente me llovían también a mí. Se convertía uno en un blanco débil por el solo apellido.
Estudió economía en Harvard en una época convulsa, por la Guerra de Vietnam y las reivindicaciones raciales. ¿Qué tanto la influyó?
Esa lucha contra la guerra, por la igualdad de derechos, el feminismo (que estaba surgiendo) y la causa de los negros, desde luego, me marcaron profundamente, y parte de esa pasión que he sentido por los temas de justicia social vienen de mi casa, pero se desarrollaron en esa lucha universitaria.
Asumir una posición de izquierda, que incluso hoy no falta quién la asocie con subversión y guerrillas, ¿qué significó en pleno siglo XX?
Por la existencia de la lucha armada, el nivel de tolerancia y el respeto se perdieron muy temprano. Hizo carrera un autoritarismo consentido por la sociedad, que era de profundo calado anticomunista. Esa confusión no permitió un desarrollo democrático. Aquí se acabó el comunismo de la Unión Soviética, pero el anticomunismo sigue vivito y coleando.
Era funcionaria de López Michelsen y luego terminó en el Nuevo
Liberalismo, ¿cómo fue eso?
Se trataba de buscar un sitio en la sociedad para valerse por uno mismo. La mejor confesión es la propia conducta. ¿Se imagina la sobrinita pálida, la consentida de López Michelsen, haciendo carrera en el Partido Liberal? Es una contradicción en términos de lo que soy.
¿Cómo ve hoy ese Nuevo Liberalismo con los defines Galán y Lara?
Los tiempos cambian mucho. Los galanes de hoy no son el Galán de entonces. Rodrigo Lara Bonilla era la persona más de avanzada que tenía el Nuevo Liberalismo. Pero los hijos no reflejan, de lejos, ni el progresismo, ni el ímpetu ni la grandeza de sus padres.
Tras el Nuevo Liberalismo aterrizó a la UP y se desató el genocidio. ¿Cómo recuerda esa época?
Acepté la candidatura a la Alcaldía de Bogotá porque me lo planteó Jaime Pardo Leal. Y obvio, uno tenía sus prevenciones. Pero cuando lo asesinaron comenzaron una serie de crímenes dramáticos y acepté buscando incidir en el Gobierno con una denuncia internacional.
Dada esa pugnacidad, ¿se arrepintió de haber regresado al país?
No, me reafirmé. Había que hacer algo. Tuve mucho tiempo en que no me podía montar en un avión porque la gente se bajaba. No podía entrar a un restaurante porque se iban. A mí no me afectó la cuarentena, viví toda mi vida en una: no salía de noche, no iba a fiestas, a cine, ni a hacer mercado. La gente no entiende lo que fue vivir tan asediado por la violencia.
En medio de semejante crisis se abrió una esperanza con la Constituyente, en la que fungió como secretaria. ¿Cómo fue esa experiencia?
Veníamos pidiéndola desde mucho antes. Fue un gran paso. Pero también fue una Constituyente democrática sin demócratas, porque los mismos que la aprobaron no se apersonaron de hacerla cumplir. Incluso la sabotearon.
A principios de siglo participó en lo que hoy es el Polo Democrático...
Fue una izquierda abierta y democrática. El que entró a la construcción del partido fue mi esposo Carlos (Romero). Era una maravilla. Había compañerismo. Todos los que estamos hoy en parcialidades distintas éramos del Polo.
Uno de los puntos de quiebre fue Samuel Moreno y usted fue su secretaria de Gobierno. ¿Cómo encaró semejante escándalo?
Imagínese semejantes logros del gobierno de Lucho (Garzón) y de Samuel. Estadísticamente se concretaron en la reducción de la pobreza, el aumento de indicadores de salud y educación. Y pasó semejante drama. Sale uno políticamente muy afectado. Fue un caso de corrupción dramático, pero no fue ni el más grande, ni el único, pero pareciera que fuera. Lo que pasó fue que Samuel era de izquierda. Le cobraron querer ser presidente.
¿Cómo explica esa distancia con Petro y ahora verlos juntos de nuevo?
No sé si soy un ave extraña, pero nunca he mezclado la política con las relaciones personales. Tengo coincidencias políticas con Petro antes de la Alcaldía, durante y después. Tuvimos una confrontación en el Polo, que me parece que en ningún lado actuamos bien. Ahora el Pacto Histórico es un desarrollo extraordinariamente importante. La Coalición de la Esperanza se está decantando. Vamos a ver si se puede llegar a acuerdos. No creo que el problema sea de programa. Hay que buscar a través del diálogo superar lo mismo que nos pasó antes.
Le pregunto por último con mucho respeto, ¿cómo está de salud?
Agraciadamente bien, pero he tenido un COVID-19 muy duro, con unas secuelas muy fuertes. Horrible, pero creo que estoy volviendo a salir. Usé oxígeno permanente hasta hace dos meses.