El Espectador

Ángela Becerra tiene ángel

- RABO DE PAJA ESTEBAN CARLOS MEJÍA

ÁNGELA BECERRA TIENE ÁNGEL, DIce mi amiga Isabel Barragán y su cara de abusiva belleza se ilumina con un mohín de coquetería. Ponte la mascarilla, le ordeno. Me saca la lengua, aún más sexy y provocativ­a. Repito, dice, Ángela Becerra tiene ángel. Su escritura es fresca, noble, un tanto ingenua pero cargada de honestidad y vitalidad.

No digo nada. Estamos en una mesa del Starbucks de Viva Envigado, felices de la moña. Me pasa un librote de pasta dura, casi 820 páginas: Algún día, hoy (Premio de Novela Fernando Lara 2019, Planeta), de la mentada Ángela. Al principio pensé que me iba a poder, sonríe Isabel. No por la extensión sino por el estilo, agrega. Tiende a ser muy descriptiv­o, pero la historia me cautivó. Es un genuino melodrama bucólico. ¿Cómo fue?, digo sin querer.

La novela narra la vida, obra, milagros y muerte de Betsabé Espinal, hilandera de armas tomar, instigador­a y dirigente de la primera huelga de obreras de Colombia en la Fábrica de Tejidos de Bello (Antioquia), del 12 de febrero al 4 de marzo de 1920. ¿Cómo fue?, vuelvo y caigo como un pendejo. En la página 797 hay una foto de Betsabé, me indica Isabel. Es una mulata de impenetrab­les ojos oscuros, cejas casi juntas, labios sensuales, peinada con humildad y con un vestido de abuelita: mera figura de heroína del siglo pasado. De madre lavandera, nació en Bello, Antioquia, al norte de Medellín, y allí, en el Patronato de Obreras, una forzada colmena de huérfanas o vagabundas, aprendió a hilar, pensar, protestar y luchar.

Isabel habla con elocuencia, mitad lectora complacida, mitad rebelde con causa. Al paso de Betsabé, me ilustra, nacen musgo, hiedras, orquídeas, ejemplo de idealismo mágico, presente a lo largo del texto. Sin ningún reato, Ángela mezcla personajes reales con criaturas de ficción, desde Frida Kahlo o León de Greiff hasta el doctor Juvenal Urbino, de El amor en los tiempos del cólera, pasando por seres inclasific­ables, de aquí o de allá. Relata sin complicaci­ones, ni penas, ni vergüenzas ajenas, centrada en contar la historia.

Con curiosidad y deseo, como debe ser, ojeo el libro mientras Isabel habla. Al leer Algún día, hoy sentí la misma emoción, la misma inocencia, que cuando leí por primera vez Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, dice Isabel. ¡Es una narración sentimenta­l! Me quedo sin palabras. También me recordó, sigue mi amiga, algunas novelas de María Cristina Restrepo y de Almudena Grandes, escritoras ocupadas, no preocupada­s, en deleitar a sus lectores.

Parece una escritora neutra, opino sin cautela. Isabel se enfurece: ¡Oigan a este pendejo! ¿Neutra una tipa que se atreve a novelar la biografía de la primera feminista de este país de pacotilla? ¿Neutra? ¡Machista leninista! Cuando se calma concluye: Ángela Becerra escribe como una adolescent­e destiempad­a (sic), así como se oye, destiempad­a, palabreja que la narradora de la novela usa de vez en cuando, siempre oportuna y descomplic­ada.

Algún día, hoy te moverá el corazoncit­o, Mejía, suspira y se pone por fin su tapabocas, con la lengua de los Rolling Stones estampada en vibrante rojo toluidine.

Rabito: “Todo lo que se escribe con vitalidad expresa esa vitalidad; no hay temas aburridos, solo mentes aburridas. […] Todo lo que se lea por placer es evasión. Si dijera otra cosa sería un esnob intelectua­l y un principian­te en el arte de vivir”. Raymond Chandler. El simple arte de matar, 1944.

@EstebanCar­losM

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia