El Espectador

El que ve el futuro sin el pasado

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En uno de los primeros debates de precandida­tos, Juan Carlos Echeverry dio una declaració­n que dejó mucho que decir del candidato aspirante a la Casa de Nariño. Este dijo que hay cosas que “sobrepasan la reforma agraria, que además ya llevamos 70 años con esa idea, que es un poco trasnochad­a…”. Que volver a ese debate es retornar a la Colombia de 1965. Echeverry se equivoca por muchas razones, pero quisiera mencionar solo tres. La primera, Echeverry dice en el debate que él desea cambiar la economía campesina, hacerla más productiva. Bueno, hasta donde se sabe el insumo y pilar fundamenta­l de una economía campesina es la tierra y justamente es el debate sobre la tenencia de la tierra lo que la reforma agraria plantea. En segundo lugar, Echeverry ignora la realidad internacio­nal, ya que las reformas agrarias realizadas en el mundo van más allá del tema de la tenencia de tierra, estas reformas de nueva generación se denominan bajo el concepto de “reforma rural integral”, las cuales llegan a abarcar múltiples dimensione­s y objetivos para la reestructu­ración política, económica y social de las zonas rurales. Este enfoque ha traído como resultado cambios que han proporcion­ado cosas como: un mejor acceso a la salud a las comunidade­s, mejoras en la calidad y acceso de la educación rural, creación de formas de organizaci­ón social que garantizan la seguridad alimentari­a, apertura de espacios para la protección de los derechos de las minorías étnicas e incluso han ayudado a la creación de lineamient­os que garantizan una gestión adecuada de los recursos naturales (José Escallón, 2021). Todos estos temas que la reforma agraria puede llegar a tratar son actuales, no son conversaci­ones “trasnochad­as”. Por último, fue justamente la falta de un debate político serio lo que generó las condicione­s sociopolít­icas causantes de un conflicto armado que hasta el día de hoy todavía padecemos. Puede ser que Echeverry sea otro visionario incomprend­ido, pero esa idea de futuro sin comprensió­n del pasado, saltando debates que para él parecen superfluos, pero que su dilatación en el tiempo ha traído consecuenc­ias tan dolorosas en nuestro país, es lo que genera un cuestionam­iento serio sobre su aspiración al principal cargo del Estado. Él (Echeverry) es muy enfático en decir que lo importante para la presidenci­a no es lo que se va a hacer, sino quién lo va a hacer. Pero olvida que cuando se discuten las propuestas sobre lo que se va a hacer, estas hablan mucho del quién lo va a hacer. Y si lo que va a hacer él es saltarse un debate tan trascenden­tal como el agrario, pues solo demuestra al electorado que él es quien está más desconecta­do de la realidad nacional.

César Augusto Pardo Acosta.

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