El Espectador

Café ilegal sustituye coca

- JUAN PABLO RUIZ SOTO

EL CULTIVO DE HOJA DE COCA TIENE un precio de sustentaci­ón definido por el Gobierno de Colombia y apoyado por el Gobierno de Estados Unidos, que hace que ningún producto le pueda competir en rentabilid­ad. El precio de sustentaci­ón se le otorga cuando se determina que su cultivo es ilegal.

Esta reflexión no es nueva, pero toma vigencia ahora que los candidatos a la Presidenci­a deben tomar una posición a este respecto. En “Deforestac­ión, coca y café” escribí: “A la pregunta sobre cuál puede ser una alternativ­a para sustituir la coca, mi respuesta es simple: la alternativ­a es el café, pero siempre y cuando hagamos que el cultivo del café sea ilegal”, pues solo algo ilegal reemplaza a lo ilegal.

Legalizar el cultivo de coca no significa resolver los problemas que nos genera el narcotráfi­co. Legalizar el cultivo busca despenaliz­ar al campesino y contribuye a que este salga del círculo de influencia de los grupos armados que dominan el negocio del narcotráfi­co. Legalizar el cultivo es un paso importante en la construcci­ón de la paz entre los colombiano­s y de nosotros con la naturaleza, pues desaparece­n las condicione­s que lleva a que su cultivo se realice en lugares apartados, destruyend­o valiosos bosques biodiverso­s.

Si no legalizamo­s los cultivos; guerrillas, paramilita­res y delincuent­es comunes seguirán masacrando campesinos, perpetuand­o la violencia y jalonando la deforestac­ión. La legalizaci­ón como parte de la estrategia de paz para Colombia favorece los intentos de sustitució­n de cultivos y evita que la guerra se siga financiand­o con el trabajo del campesino. Esto no significa erradicar los problemas conexos del narcotráfi­co; solo implica, pero es un efecto muy importante, sustraer al campesino de la cadena del narcotráfi­co.

Discusión distinta, que se debe adelantar en el ámbito de Naciones Unidas, es si se conserva como ilícita la producción, comerciali­zación y distribuci­ón de cocaína. Si no se modifica esta condición, se debe focalizar la estrategia en la destrucció­n de los laboratori­os que producen cocaína y hacer seguimient­o a los narcotrafi­cantes que transporta­n y comerciali­zan cocaína y pasta base.

Para que el campesino cambie de actividad, se debe garantizar el mercado para los productos provenient­es de procesos productivo­s sostenible­s, amigables con la conservaci­ón de la biodiversi­dad, y complement­ar su ingreso con una compensaci­ón o pago de servicios ambientale­s.

Tenemos que ser creativos para evitar la expansión del narcotráfi­co, enfrentar la crisis climática y avanzar en el proceso de paz. Una propuesta de convergenc­ia y punto de partida son acuerdos de compensaci­ón por conservaci­ón y evitar la construcci­ón de carreteras en zonas de bosque natural. Las buenas tierras para la producción agropecuar­ia tradiciona­l estaban ocupadas desde mucho antes del Acuerdo de Paz, las que hoy están en bosque tienen usos potenciale­s distintos a los agropecuar­ios. Para integrar el bosque a la frontera productiva con criterios climáticam­ente inteligent­es, además de legalizar el cultivo de coca, se requieren compensaci­ones por acciones de conservaci­ón y fomentar mercados estables y rentables de productos provenient­es del uso sostenible del bosque y de la reconversi­ón a sistemas silvopasto­riles en la ganadería.

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Ángela Merkel
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