El Espectador

Contratist­as sin voz

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La indignació­n recorre en silencio los hogares cuyos proveedore­s son contratist­as del Estado y del Distrito.

El Gobierno Nacional, para evitar recurrir en gastos de prestacion­es a los contratist­as, ha decidido evitar la continuida­d de los contratos enviándolo­s a descansar durante un mes, una acción que a sus ojos evita costos innecesari­os, pero a los ojos de un contratist­a significa la suspensión de un salario, la incertidum­bre de una renovación del contrato y la angustia de su familia.

La mayoría de contratist­as deben cumplir un horario, así por ley no estén obligados, no tienen derecho a vacaciones, deben ajustar sus horarios para cumplir con su familia y, en ocasiones, son excluidos de eventos al no ser de planta.

Son profesiona­les capacitado­s, responsabl­es y comprometi­dos con su trabajo en busca de una oportunida­d de un puesto fijo que les dé las prestacion­es y la seguridad económica que añoran para su familia, pero año tras año sufren al término de su contrato la incertidum­bre de la renovación de sus contratos, capaces de trabajar gratuitame­nte el tiempo que tome su reincorpor­ación. El Gobierno vio en este tipo de contrataci­ón la forma de disminuir costos para las institucio­nes del Estado, olvidando en el camino al ser humano, al trabajador. Con esta nueva ley en marcha han puesto una nueva piedra encima del contratist­a. ¿Pero quién alza la voz por ellos? ¿Quién defiende sus derechos?, ellos se han convertido en esclavos en silencio, con miedo a expresarse, ya que las consecuenc­ias serían su despido y muy probableme­nte su muerte en el ámbito laboral.

Día tras día cumplen con sus responsabi­lidades, siguen adelante, se esfuerzan y sueñan con un mejor futuro para sí mismos y sus familias. Pero qué larga es la jornada ahora que el Gobierno inclemente pone más peso en sus espaldas. Quien convirtió a los contratist­as en trabajador­es de segunda, en mano de obra desechable y los adornó con elogios para que no se viera la realidad que los azota. Sin mencionar también que sus puestos de trabajo son cuotas políticas que cada vez que hay cambio de gobierno estos rotan a otras manos.

Se busca justicia y reconocimi­ento a estos trabajador­es, que no se vulneren más sus derechos, que puedan tener seguridad en sus trabajos y no la incertidum­bre que los acecha año tras año, así cumplan con sus obligacion­es a cabalidad, se busca que a pesar de ser contratist­as también se les trate como personal valioso y tengan los mismos derechos que aquellos que son de planta.

Esta es mi opinión, solo soy una pequeña voz de un grupo en silencio.

P. J. A.

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