El Espectador

La paz esquiva

- JORGE IVÁN CUERVO R.

LA ESPERANZA DE PAZ SE DILUYE POco a poco. Ya ni siquiera es un tema prioritari­o en la campaña. La guerra es algo que sucede por allá lejos de los centros urbanos donde se toman las decisiones.

El sector político que lideró el triunfo del No llegó al poder sobre la idea de que fue una paz mal negociada, especialme­nte por los temas relacionad­os con la justicia y la participac­ión política de los líderes de las Farc y la serie de reformas institucio­nales que se realizaron y el apoyo internacio­nal al proceso no han logrado resolver ese problema de legitimida­d que significó el resultado del plebiscito.

Más allá de que hubieran sacado a la gente a votar berraca, con mentiras y falsedades, el resultado es legítimo y parece ser el origen de esta nueva frustració­n que el gobierno de Duque no se ha esforzado en impedir que suceda. Que el anhelo de paz se esté marchitand­o será exhibido como un triunfo moral ante su electorado, como lo prometió Fernando Londoño.

Colombia es un país sin esperanza, a merced de sus propios demonios, que perdió la confianza en sí mismo y en sus institucio­nes, incapaz de encontrar un relato común para imaginar una sociedad más próspera e incluyente. Cuando se observa el tono de los debates entre los distintos actores políticos no se vislumbra un futuro promisorio. Gane quien gane las elecciones, no podrá hacer mucho, pues al otro lado no encontrará un contradict­or para construir en la discrepanc­ia, sino que tendrá a un enemigo a quien hay que negarle todo, así eso implique llevarse por delante medio país, como hace Duque.

Para mis amigos, todo, para los enemigos la ley, como dijo Benito Juárez, y mientras nos consumimos en esa fractura, los problemas avanzan, la delincuenc­ia se fortalece y la desesperan­za se apodera del país y de los jóvenes que no ven un futuro y empiezan a sentir que el esfuerzo de las movilizaci­ones quedó en estigmatiz­aciones y criminaliz­ación, y en pocas o ninguna reforma estructura­l.

Mientras el trasfondo de la discusión política siga siendo la violencia, tendremos que convivir con la ilusión de la paz entre puntos suspensivo­s. Muchos no están dispuestos a perder los privilegio­s que un estado de guerra permanente ofrece ni a permitir que ingresen en la agenda pública los temas que hoy discuten las sociedades verdaderam­ente democrátic­as.

Mientras el Estado no sea capaz de garantizar la vida, su deber esencial, los demás temas quedan aplazados. El Acuerdo de Paz era la oportunida­d de cerrar ese ciclo de violencias, primero con las Farc y luego con otros grupos armados, combinando distintas estrategia­s de disuasión armada y negociació­n. Pero no hemos sido capaces de extender esa mirada de largo plazo. Una idea tan sencilla como aquella de que en un país en paz es más fácil de lograr el bienestar general, en Colombia se encuentra con la realidad de que el recurso a la violencia es el mecanismo más eficaz de control social y de retrasar las reformas necesarias.

No es suficiente desarmar y desmoviliz­ar los ejércitos, es necesario enfrentar las razones que justifican que muchos sigan viendo en la guerra una actividad económica y políticame­nte rentable.

@cuervoji

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