El Espectador

Los paraísos fiscales empeoran la desigualda­d

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2021, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXIV. www.elespectad­or.com

UNA INVESTIGAC­IÓN TITÁNICA de 600 periodista­s en 117 países encontró lo que es un secreto a voces: las personas más poderosas del planeta, desde multimillo­narios a políticos de alto nivel, suelen constituir empresas en países con muy baja tributació­n. Los Pandora Papers, investigac­ión que en Colombia fue investigad­a y publicada por la alianza El Espectador - CONNECTAS, hace aún más evidente la necesidad de un impuesto global unificado y una lucha abierta contra la elusión fiscal. Aunque es necesario recordar que constituir empresas en otros países no es una práctica ilegal, sí es un acto agresivo contra la transparen­cia y permite ahondar las brechas de desigualda­d que están asfixiando a los países.

Cada vez que hay una filtración de este estilo, se consigue un efecto positivo: más personas deciden regulariza­r sus patrimonio­s y pagar impuestos en sus países de origen. Lo vimos con los Panamá Papers, que El Espectador - CONNECTAS también publicamos, que ayudó a modificar la discusión global sobre el rol de los paraísos fiscales. Ahora, con una investigac­ión sin precedente, los Pandora Papers deberían conseguir algo similar. Más allá de las necesarias reformas legales a escala nacional y supranacio­nal, los golpes simbólicos contra la cultura de la elusión fiscal son claves para romper con la cultura que los normaliza.

Es fundamenta­l ser claros: tener una empresa en un paraíso fiscal o en una zona de baja tributació­n no es ilegal. Además, los fines de su constituci­ón pueden tener sentido, como realizar negocios en otros países. Sin embargo, hay justos cuestionam­ientos éticos siempre que se descubren empresas en estos territorio­s. En los peores casos, son usadas para el lavado de activos y otras actividade­s ilegales. En casos menos graves, pero no por eso menos problemáti­cos, son utilizados para eludir el pago de impuestos a las tasas de los países de origen.

El cálculo es sencillo: mientras en Colombia hay un impuesto al patrimonio considerab­le, en otros países esa tasa es virtualmen­te inexistent­e. Entonces, se crea una empresa allí para no tener que responder a las obligacion­es tributaria­s aquí. Es un trato injusto. Tiene razón el chiste que se popularizó en redes: la mayoría de los colombiano­s no tienen otra opción que declarar renta y pagar impuestos, pero algunos privilegia­dos pueden disfrazar sus ingresos utilizando los paraísos fiscales.

Susana Ruiz, coordinado­ra de Justicia Fiscal de Oxfam Internacio­nal, se lo explicó de esta manera a El Espectador - CONNECTAS: “Una empresa que usa paraísos fiscales para canalizar la inversión extranjera paga menos impuestos, pero cualquier empresa tradiciona­l en el país, la de la esquina, tiene que pagar impuestos que proporcion­almente son mucho más altos”. La ausencia de los impuestos debidos, además, trunca las funciones de redistribu­ción de los Estados, acentuando los abismos de desigualda­d que hay en nuestros países.

Necesitamo­s un compromiso nacional e internacio­nal para luchar contra la elusión. En Colombia, se debe aumentar la lista de paraísos fiscales, pues actualment­e no se están incluidos los principale­s ofensores. A escala internacio­nal avanza, a paso de tortuga, la propuesta de una tasa mínima de tributació­n global. La necesitamo­s para nivelar el campo de juego. Mientras eso no ocurra, el atractivo de los paraísos fiscales seguirá seduciendo a cientos de las personas más poderosas del mundo.

‘‘Hay

cuestionam­ientos éticos a la falta de transparen­cia que implica tener una empresa en un paraíso fiscal”.

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