Así toque repetirlo: la educación presencial es vital
TENEMOS QUE VOLVER A HABLAR de los niños, niñas y adolescentes, porque cerca de cuatro millones de ellos siguen sin poder regresar a las aulas de clase. A las terribles cifras de deserción y atraso, que golpearon con más fuerza los sectores rurales y las zonas más vulnerables del país, se suma el hecho de que el retorno a la presencialidad ha estado obstaculizado por fallas logísticas, la oposición a menudo caprichosa de sindicatos de maestros y la falta de un plan eficiente desde el Ministerio de Educación y las secretarías regionales.
Cada vez sabemos más sobre los efectos de la virtualidad. Como le dijo a El Espectador Germán Casas, psiquiatra de niños y adolescentes, y presidente de Médicos Sin Fronteras sección Latinoamérica: “Niños y niñas fueron los primeros encerrados y los últimos en salir”. Eso significó deserción, afectaciones a su nutrición, serios problemas de sociabilidad, un atraso en su desarrollo y serias consecuencias en salud mental. En medio de la crisis y del caos, tardamos mucho en reconocer que los colegios siguen siendo un punto esencial de bienestar para las niñas, niños y adolescentes.
Ahora, casi 16 meses después de que los encerramos sin derecho a salir o socializar, todavía un 20 % de los niños, niñas y adolescentes no han regresado a la presencialidad. El Ministerio de Educación saca pecho por el 80 % que ya volvió, pero seguimos esperando que regresen los cuatro millones que faltan. Los efectos negativos se seguirán sintiendo en los años venideros. Esta situación, además, ubica a muchos menores en cercanías de la catástrofe: muchos nunca vuelven al colegio.
Según el último estudio realizado por la Fundación Empresarios por la Educación, desde el Observatorio a la Gestión Educativa, la desigualdad en Colombia sigue afectando a los más vulnerables. Hay por lo menos 30 secretarías de Educación que tienen menos del 40 % de los estudiantes matriculados en la presencialidad. ¿Por qué tanta resistencia?
“Niños, niñas y adolescentes no van a la escuela solo a aprender, sino a socializar o, para muchos, a estar en el único lugar en donde tienen situaciones favorables nutricionalmente. Es decir, la escuela es un espacio protector del maltrato, la desnutrición y el aislamiento”, recalca Casas. Es una emergencia nacional, entonces, que tantos millones de niños, niñas y adolescentes sigan lejos de las aulas.
Un obstáculo inesperado ha sido el gremio de maestros. Ayer, mientras Whatsapp estaba caído, la Federación Colombiana de Educadores escribió esto en su cuenta de Twitter: “¿Será que la ministra de Educación nos puede decir cómo nos comunicamos con los estudiantes que no pueden asistir a la presencialidad?”. Se recibe la pregunta, pero también recuerda una realidad innegable: el gremio de maestros ha entorpecido el regreso a la presencialidad con su idea de atrincherarse en reclamos difíciles de cumplir en tiempos de crisis. ¿Dónde está la responsabilidad ante la situación tan difícil que enfrentan niñas, niños y adolescentes?
Debemos seguir insistiendo. La educación presencial es vital. No podemos seguir perdiendo el tiempo.
‘‘El retorno ha estado obstaculizado por fallas logísticas, la oposición de sindicatos de maestros y la falta de un plan efectivo desde el Ministerio y las secretarías regionales”.