Ojo con la transición
COLOMBIA HA SIDO AMBICIOSA durante los últimos años en promover lo que se ha denominado la “transición energética”, que no es otra cosa que tratar de utilizar como fuentes primarias de energía, y de manera cada vez mas intensa, los recursos renovables, en particular el viento y el sol. Para ello, el Gobierno ha promovido subastas de energía para adjudicar proyectos eólicos y solares, los cuales deberían entrar a operar en los años 2022 y 2023. Al final, el objetivo es tener alrededor del 12 % de la matriz energética en plantas solares y eólicas, además de la ya muy importante capacidad instalada hidroeléctrica con la que cuenta el país.
Este objetivo es, sin duda, loable. Utilizar fuentes renovables de energía tiene unas externalidades positivas en materia ambiental, particularmente en emisiones de gases efecto invernadero; sin embargo, hay que tener cuidado en cómo se llega allá, pues no se puede abandonar la generación con combustibles fósiles de la noche a la mañana.
¿Por que? Por la confiabilidad. Si bien las fuentes renovables tienen la ventaja de la externalidad ambiental —y del precio de la energía, pues cada vez más los costos de la tecnología solar y eólica compiten con las fuentes convencionales—, lo que sí es innegable es que se requiere gas natural y carbón para soportar la matriz energética cuando el viento no sople, las lluvias escaseen o no se asome el sol.
Esta tozuda realidad la está viviendo Europa desde hace semanas. El precio del gas natural se ha quintuplicado y el del carbón se ha triplicado. Esto ha ocurrido por una mezcla de factores, pero uno de los mas importantes, sin duda, es la penetración de energías renovables en la matriz energética de países como Inglaterra y Alemania. Esto porque la generación de energía se expone a recursos cada vez más volátiles y menos predecibles, como el viento y el sol. Y en estos meses, el clima ha afectado la demanda de gas natural en el continente tanto por el lado de la oferta como de la demanda.
Por el lado de la demanda, un verano caluroso en Asia ha hecho que se requiera más gas natural y carbón para prender aires acondicionados, causando un aumento de precio en el resto del mundo. Por el lado de la oferta, una menor previsión de viento ha hecho que las plantas eólicas no generen tanta energía como la esperada, obligando a las plantas de generación a gas y a carbón a prenderse para poder satisfacer la demanda de electricidad. Y como estas plantas hace meses ya no tienen contratos de suministro de gas en firme, tienen que salir a comprar gas a un mercado spot cada vez más volátil y con mayores presiones al alza en precio.
Por fortuna, en Colombia el clima ha sido favorable a la generación hidroeléctrica y no hemos vivido los incrementos de precio en la energía que se han visto en otras partes del mundo. Pero lo que pasa en Europa es una señal de lo que podría suceder en el país si le quitamos el ojo a la confiabilidad energética.
Por eso es que hay que tener cuidado con la transición energética. Está muy bien que se sigan promoviendo proyectos de generación de energía con viento y sol, pero no podemos perder de vista las plantas de carbón y gas natural, que son las que al final del día tendrán que soportar la confiabilidad de todo el sistema.