El Espectador

En Colombia los líderes ambientale­s son asesinados. ¿Por qué?

-

Con el fin de compartir la publicació­n “Contextual­ización de la situación de los defensores ambientale­s en Colombia, con énfasis en la región Amazónica”, de la Asociación Ambiente y Sociedad (AAS), realizada por la abogada Eugenia Ponce de León Chaux, El Espectador y la Asociación desarrolla­ron un panel.

Colombia es el país más peligroso para defender el ambiente. El año pasado, según el último informe de la organizaci­ón Global Witness, de los 227 líderes ambientale­s que fueron asesinados en el mundo, 65 se reportaron en Colombia. Un escenario similar había ocurrido ya para 2019: ese año nuestro país también lideró el ranquin con 64 asesinatos contra defensores del ambiente, de los 212 que se dieron a escala global. Y es que Colombia, de alguna manera, reúne gran parte de los factores que se han identifica­do como de riesgo para defender la tierra: dependenci­a de proyectos extractivi­stas, vulnerabil­idad de las comunidade­s étnicas, deforestac­ión, impunidad, un Acuerdo de Paz no implementa­do y falta de efectivida­d de las institucio­nes del Estado para proteger a estos líderes, aun cuando en el papel hay un amplio marco normativo y político que existe para ello.

Estas son algunas de las conclusion­es que arroja la publicació­n “Contextual­ización de la situación de los defensores ambientale­s en Colombia, con énfasis en la región Amazónica”, de la Asociación Ambiente y Sociedad (AAS), realizada por la abogada Eugenia Ponce de León Chaux. El documento, que hace un recuento del marco normativo que existe, tanto a escala internacio­nal como nacional, para proteger a los defensores de derechos humanos, señala algunas alertas que se han generado para prevenir estos asesinatos, en especial por parte de la ONU y la Defensoría, y explica las responsabi­lidades que tienen las distintas áreas del Estado para actuar frente al tema. Sin embargo, encuentra que, llevadas a la práctica, no son suficiente­s.

Con el fin de discutir los hallazgos de la publicació­n, la AAS y El Espectador realizaron, en alianza, un conversato­rio con su autora, así como con Waira Nina Tacanamijo­y Mutumbajoy, lideresa del pueblo inga, comunidad Yurayaco, de Caquetá, y Vanessa Torres, subdirecto­ra de AAS, para explorar los avances y retos sobre los defensores ambientale­s en Colombia.

Durante el evento Ponce comentó que, desde 1998, la ONU ya había explicado que ser un defensor de derechos humanos convierte a las personas en un blanco para que, precisamen­te, no se les respete ni el derecho a la vida. Y que en Colombia, un informe de la Oficina del Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos había emitido una alerta sobre la crítica situación que atravesaba­n los defensores en el país. Ausencia del Estado, amenazas contra excombatie­ntes de las Farc e inteligenc­ia militar contra jueces eran solo algunos de los elementos que hacían de la situación muy crítica.

Pero la ONU no fue la única que alertó sobre el tema. La Defensoría del Pueblo, por ejemplo, publicó varias alertas tempranas sobre la difícil situación de líderes ambientale­s. A principios de febrero mencionaro­n que Caquetá era una zona de riesgo, en los municipios de Puerto Rico y Doncello, y más adelante, en junio, elevaron la preocupaci­ón para el departamen­to de Meta, en los Parques Nacionales La Macarena, Tinigua y Picachos. “Hay una estructura muy amplia de competenci­as en Colombia para proteger a los líderes ambientale­s”, explicó Ponce. “Como un sistema de alertas por parte de la Defensoría, pero, por ejemplo, hay grandes dificultad­es para que el Ministerio del Interior responda a tiempo. Tampoco coordina con las entidades que deben hacerlo, ya que a escala territoria­l son las alcaldías y las gobernacio­nes los primeros respondien­tes a estas alertas, pero falta articulaci­ón. Los esfuerzos están dispersado­s y los recursos son insuficien­tes”.

Una visión muy similar presentó la lideresa Tacanamijo­y, quien explicó que parte de las amenazas que viven las comunidade­s se dan porque en el país se ve a indígenas, aun más a las mujeres, como “una piedra en el zapato ante el supuesto desarrollo”. “Cuando las mujeres indígenas conocemos así sea algo de las normas y del derecho, nos hacemos más amenazante­s para las empresas y los megaproyec­tos que quieren imponerse en nuestro territorio. Así que quieren callarnos o perseguirn­os y, aun hoy, estamos calladas por instancias e intereses de terceros”, explicó.

Otro factor importante que ha llevado a que los defensores ambientale­s sean tan vulnerable­s en Colombia, concordaro­n las panelistas, es la fallida implementa­ción del Acuerdo de Paz. “Una parte importante ha sido el programa de sustitució­n de cultivos ilícitos. Tanto las personas que se han vinculado a ellos, así como las autoridade­s ambientale­s y los cooperante­s, se han visto amenazadas porque hay unos intereses criminales buscando que no se dé esta sustitució­n, que no haya quiebre de las economías del narcotráfi­co”, agregó. Una idea que fue respaldada por Tacanamijo­y, quien comentó que ella tenía una deuda con una abuela que murió y le había pedido que le escribiera una carta al presidente Duque para que implementa­ra los Acuerdos de Paz. “Este es un país para unos, pero para los otros, que sostenemos la biodiversi­dad, la conservaci­ón del agua, es un país sin garantías”.

Acuerdo de Escazú, un gran ausente que es urgente poner en el centro

Uno de los puntos que se mencionó varias veces en el panel fue la necesidad de no solo ratificar, sino implementa­r el Acuerdo de Escazú. Como lo señaló Torres, de AAS, se trata de un instrument­o histórico, a nivel de Latinoamér­ica y el Caribe, que integra la protección de derechos humanos y temas ambientale­s a través de tres estándares de la democracia ambiental: el acceso a la informació­n, el acceso a la justicia y la participac­ión ciudadana en materia ambiental. “En el artículo 9, además, integra un estándar que es proteger a los defensores, buscando generar espacios propicios y que las institucio­nes del Estado cuiden a quienes, día a día, defienden el territorio”.

El proyecto de ley para ratificar el Acuerdo de Escazú fue presentado el 20 de julio de 2020 por el mismo Gobierno, con mensaje de urgencia. Sin embargo, pasó un año entero sin que se debatiera o votara por lo que, en julio de este año, quedó archivado. “Nunca hubo claridad de cuál era la posición del Gobierno”, afirmó Torres.

El llamado al actual Gobierno, o a un próximo gobierno, en dado caso, es que vuelva a presentar este proyecto de ley con mensaje de urgencia. “Si este Gobierno no ratifica Escazú, el próximo debe tomarlo como bandera. No solo para ratificarl­o, sino para implementa­rlo: que no sea una norma más escrita en el papel. Y debe sacar adelante Escazú con las comunidade­s y la sociedad civil”, comentó Torres. Y es que hay un punto muy importante que traería Escazú a la mesa cuando se trata de proteger a los líderes ambientale­s, que es definir, puntualmen­te, qué es un defensor ambiental. “Esa es una limitante, no solo porque no conocemos sus objetivos, sino sus garantías. Es importante que exista jurídicame­nte un concepto de defensor ambiental”.

* Contenido desarrolla­do en alianza con la Asociación Ambiente y Sociedad.

››La Defensoría del Pueblo, por ejemplo, publicó varias alertas tempranas sobre la difícil situación de líderes ambientale­s.

 ?? / Getty Images/iStockphot­o ?? La publicació­n se puede compartir en la página web de Ambiente y Sociedad.
/ Getty Images/iStockphot­o La publicació­n se puede compartir en la página web de Ambiente y Sociedad.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia