La menstruación no debe ser una pesadilla
DE MANERA INJUSTIFICADA, LA menstruación sigue siendo una pesadilla para cientos de miles de colombianas cada mes. Las cifras pintan un panorama aterrador: en agosto, cerca de 683.000 colombianas no pudieron acceder a elementos de higiene menstrual por problemas económicos. En el país, 312.000 mujeres no tienen acceso a un inodoro seguro, limpio y privado. En la práctica eso significa que los días de sangrado se tornan en motivo de estrés, vergüenza, angustia y aislamiento. Por mucho tiempo el Estado colombiano ha ignorado esta necesidad básica, que está ligada a la desigualdad. Ninguna mujer en el país debería sufrir por menstruar.
La desigualdad es un círculo vicioso. Los productos de higiene menstrual son costosos y, como las mujeres tienen menos capacidad adquisitiva, se convierten en lujos que son sacrificados. Esto, a su vez, hace que el momento de la menstruación lleve a las mujeres a abandonar espacios públicos, educativos y laborales, lo que empeora la brecha de desigualdad.
En Colombia fallamos en términos de equidad económica y, también, educación. Hay un desconocimiento profundo sobre la menstruación, lo que lleva a los prejuicios. Un informe de la Unicef, titulado “Higiene menstrual de las escuelas del área rural en el pacífico colombiano”, encontró que una de cada cuatro de las niñas encuestadas dijo que alguna vez ha faltado a la escuela por la menstruación; el 28 %, que eso se trataba por el miedo a mancharse y la vergüenza que produce, y un 45 % del total de niñas aseguraron no saber de dónde provenía el sangrado menstrual. Eso a su vez está ligado con el desconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos. La Encuesta Nacional de Demografía y Salud de 2015 encontró que “entre todas las mujeres, solo el 29,2 % reconocen que el período fértil ocurre entre dos períodos menstruales del ciclo ovulatorio”. Es decir, estamos graves.
La pandemia solo ha empeorado la situación. Un millón de los 1,2 millones de empleos que estamos pendientes de recuperar para alcanzar las cifras de julio de 2019 pertenecían a mujeres, quienes han sido especialmente afectadas por la crisis económica. ¿Cuántas de ellas que se quedaron sin trabajo estarán sufriendo por no poder costear los elementos de higiene menstrual?
La fórmula es sencilla: la menstruación es natural y una parte esencial de la experiencia de las mujeres, por eso es un derecho de todas acceder a condiciones de higiene óptimas. Y estamos fallando.
En esa lucha, es una buena noticia el primer subsidio menstrual en el país, anunciado por la Caja de Compensación Familiar de Antioquia (Comfama). La idea es otorgar un bono menstrual para productos de higiene menstrual y acompañar a 2.700 niñas, adolescentes y personas menstruantes entre los 12 y 18 años a conocer y resignificar la menstruación. Es una medida necesaria que debería ser emulada por otras cajas de compensación.
Si bien la participación de la empresa privada es bienvenida, deja en evidencia las falencias del Estado en un tema básico. Estamos en deuda. La menstruación no debe ser una pesadilla.
‘‘Acceder
a productos de higiene menstrual es una necesidad básica y un derecho”.