El Espectador

Miedo a perder

- LA TRIBUNA DE MAROCCO ANDRÉS MAROCCO

La selección decepcionó y dejó ir dos puntos necesarios contra los ecuatorian­os. En uno de sus peores partidos, cuando todo estaba dado para ascender en la tabla, no pudo pasar del empate.

Nuestra tricolor está sufriendo de varios temores. El principal, a la derrota, a decepciona­r. En los partidos se traduce en la indecisión para salir jugando, el pavor que se siente de que les quiten la pelota iniciando y termine en gol en contra, en tomar la iniciativa de llevar el esférico arriba. Este es un problema de años no solamente de esta generación. Desde la época del “jugamos como nunca y perdimos como siempre“o “faltaron cinco centavitos para el peso”. Cuando fuimos dirigidos por José Pékerman, sobre todo desde la victoria 3-1 en Santiago, vivimos un período maravillos­o, donde vencimos esos complejos e hicimos el mejor Mundial de la historia en 2014. Después, en medio de la eliminator­ia a Rusia, se acabó el encanto y retornó el mismo mal que padecemos hoy.

Cuando trajeron a Carlos Queiroz se buscaba que él le diera el salto, pero equivocó los caminos al olvidar o desconocer nuestras raíces y tratar de imponer una idea interesant­e, pero compleja, para adaptar con la prisa de los resultados. Reinaldo Rueda tiene todos los pergaminos para retomar la posta de los técnicos locales y demostrar que no se necesita cédula de extranjerí­a para ser exitoso en casa, pero debe, en mi concepto, fortalecer sus puntos altos y trabajar en sus debilidade­s, que las tiene como cualquier ser humano. Pero jamás imaginé que le iba a costar tanto ponernos a jugar bien. Pensaba ingenuamen­te que bastaba con ubicar los muebles donde correspond­ía y motivar a un grupo que venía de dos derrotas aplastante­s hace ya casi un año.

Rueda tiene una espina clavada desde que no le alcanzó para clasificar a Alemania 2006, que parece no superar todavía y no le permite soltarse totalmente. Una cosa es dirigir Nacional y otra muy diferente la presión de lo que significa regresar a la absoluta de este país y llevarla a Catar. No se entiende cómo a algunos les rebota el balón, les cuesta tomar una decisión, están engranados y nublados. Lo cierto es que él los escoge y les entrega un mensaje que debe ser claro, valiente y liberador, pero el técnico y los futbolista­s deben primero eliminar el miedo que tienen a perder.

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