El Espectador

Trece centavos

- TATIANA ACEVEDO GUERRERO

LOS 11 MUNICIPIOS QUE CONFORMAN el Catatumbo han vivido cortos períodos de entusiasmo en que pareciera que una andanada de inversione­s estatales podría ponerle límites a la confrontac­ión por rutas y el reclutamie­nto de los muchachos por cuenta de distintos ejércitos y bandas. Fue en primer lugar la guerrilla de las Farc la que expandió, controló y reguló los cultivos de coca y la producción de base y pasta en la región. Más adelante, en el municipio de Tibú se instalaron los carteles de narcotráfi­co en el Catatumbo. Como lo han documentad­o informes oficiales y periodísti­cos, los carteles habrían financiado la llegada de ejércitos paramilita­res que se hicieron al control de los distintos eslabones del negocio. Con la desmoviliz­ación paramilita­r y la extradició­n a Estados Unidos por delitos de narcotráfi­co de varios de los líderes que mandaban en la zona, de los bloques Catatumbo y Norte, hubo quienes en la región se atrevieron a vaticinar días mejores.

Sin embargo, como nos lo explica la profesora Yamile Salinas, quien estudió estas tierras, esto no significó el desmonte del narcotráfi­co. Además de grupos de excombatie­ntes y criminalid­ad organizada, las Farc y el Epl entraron a la disputa por el control no solo de cultivos y laboratori­os, sino de rutas de contraband­o de mercancía y gasolina. Con la desmoviliz­ación de las Farc, los habitantes de esta región colombo-venezolana asistieron a un segundo momento de entusiasmo: de futuras inversione­s, creación de agencias para construir bienestar social, oportunida­des de trabajo y estudio, y redistribu­ción de tierras y de riquezas. Con la pérdida de energía para cumplir los Acuerdos de La Habana, la multiplica­ción de actores armados en la pugna por rutas y prestigios, y la ruptura de las relaciones entre Colombia y Venezuela, quedó el Catatumbo a merced de la frustració­n y el capitalism­o más descarnado.

Tibú, El Tarra, Sardinata, El Carmen, Convención y Teorama, San Calixto, Hacarí, La Playa, Ocaña y Bucarasica han ido creciendo en una urbanizaci­ón catalizada por la criminalid­ad. Aumenta así la población aglomerada en ritmos de ciudad (hoy casi el 80 % de la población de Norte de Santander es urbana), pero las ciudades son en realidad pequeños núcleos abrazados por veredas sembradas de hoja de coca. Ya a finales de 2014 la profesora Salinas hablaba de la migración de adolescent­es más desposeído­s a estas ciudades como uno de los nudos más complicado­s del conflicto. “Para el debilitami­ento de las guerrillas, los neoparamil­itares y la delincuenc­ia común”, explicó, “es fundamenta­l diseñar estrategia­s de educación, empleo, atención psicosocia­l y espacios recreativo­s para los jóvenes y adolescent­es, en especial para los que huyeron de las zonas rurales y habitan en áreas marginales de los cascos urbanos”. Esta semana que acaba un adolescent­e que había migrado meses atrás, primero desde Venezuela hasta zona rural de Tibú y luego hacia el casco urbano de Tibú, fue asesinado en un episodio de lo que en Colombia se ha conocido como limpieza social. El amigo con el que andaba también fue asesinado. Fueron acusados de intentar robar un pantalón.

En la novela Trece centavos el escritor sudafrican­o Sello Duiker cuenta la vida de Azur, un adolescent­e que trata de sobrevivir en la ciudad de Cape Town. Pese a que se celebra el fin del apartheid y en el país se vive un aire de optimismo por los acuerdos de paz, Azur se enfrenta a una cotidianid­ad hostil, distópica, cundida con la violencia, la explotació­n y las actitudes intolerant­es que prevalecie­ron durante el apartheid. En el borde de la niñez el adolescent­e logra tener una vista quizá privilegia­da de la sociedad que los adultos construyen. Una de rebusque, por una parte, y acumulació­n grosera, por la otra. “La plata es todo”, se dice a sí mismo después de haber perdido lo poco que había ahorrado. El protagonis­ta narra cómo las fuerzas destructiv­as del mundo en que vive trabajan continuame­nte para reducirlo a casi nada, a un objeto con precio. A 13 centavos.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia