Casi no vale
Es un dicho antiquísimo ese de “casi no vale”. Casi pasa el examen, pero algo le faltó. Si nos refugiamos en el arquero Domínguez (resultó figura en los remates de Duván y Díaz), estamos indirectamente señalando que la selección se arrimó al festejo del gol. A decir verdad, solamente en el pasaje final, cuando ingresaron Cuéllar, Falcao y Róger se apreció afán y empuje para encontrar el gol, por ahora objetivo inalcanzable.
En el primer tiempo solo intentos esporádicos de Quintero para aprovechar a Borré. Una sola vez lo hizo con efectividad: cuando pudo llegar a la línea de fondo y servir un centro hacia atrás para Duván, que resolvió bien Domínguez. Creía que la ubicación en la derecha de Cuadrado, a espaldas de Quintero, dotaría a la selección de un control y una salida clara. No hubo tal, porque Cuadrado, por extraña razón, no repite aquellas jugadas desequilibrantes y vistosas de su club.
Para el segundo tiempo, al salir Quintero e ingresar Muñoz, Cuadrado pasó a jugar más adelantado. Incluso en un saque lateral propició esa alegría efímera para la población del estadio y el país. Sin llamarnos a engaño, Reinaldo Rueda no ha tenido fortuna. Sí posee la sapiencia de organizar la selección en su juego. Claro que las parejas de ataque no responden y ya son varias las fórmulas usadas con dos delanteros. Pareciera como si todos tuvieran el arco cerrado o el Cristo de espaldas. Las líneas posteriores cumplen. En el apoyo sí estamos en déficit, pues Mojica no ofrece salida y se limita a meter pelotazos para explotar la velocidad de Díaz, permaneciendo muy en su sector. En el otro lado ni Medina, más marcador, ni Cuadrado ni Muñoz son acompañantes para los de arriba.
Fue casi patético ver la necesidad de todos por darle la pelota a Quintero. Fue el jugador que al menos leía y entendía mejor el partido. Es preciso reconocer las virtudes de Ecuador, que incluso, a ratos, ofrecía algo más de juego colectivo, exhibiendo velocidad y fuerza. Pelearon todos los sectores del terreno con buenos anticipos que no solamente mortificaban a los observadores, sino que enredaban a los nuestros.
A punta de empates y sin goles, podríamos aspirar a un repechaje. Una derrota nos dejaría con el casi en la boca. Vale la pena buscar respuestas a por qué los jugadores cumplen buenos papeles en sus clubes, resultando incapaces de plasmarlos en la selección. En Barranquilla nos resta recibir a Paraguay, Perú y Bolivia. En teoría son puntos ganables, siempre y cuando el gol sea parte del proyecto. En este momento escasea y ojalá no vayamos a decir: “Casi vamos a Catar”. Porque casi no vale.