El Espectador

Casi no vale

- LA COLUMNA DE PELÁEZ HERNÁN PELÁEZ R.

Es un dicho antiquísim­o ese de “casi no vale”. Casi pasa el examen, pero algo le faltó. Si nos refugiamos en el arquero Domínguez (resultó figura en los remates de Duván y Díaz), estamos indirectam­ente señalando que la selección se arrimó al festejo del gol. A decir verdad, solamente en el pasaje final, cuando ingresaron Cuéllar, Falcao y Róger se apreció afán y empuje para encontrar el gol, por ahora objetivo inalcanzab­le.

En el primer tiempo solo intentos esporádico­s de Quintero para aprovechar a Borré. Una sola vez lo hizo con efectivida­d: cuando pudo llegar a la línea de fondo y servir un centro hacia atrás para Duván, que resolvió bien Domínguez. Creía que la ubicación en la derecha de Cuadrado, a espaldas de Quintero, dotaría a la selección de un control y una salida clara. No hubo tal, porque Cuadrado, por extraña razón, no repite aquellas jugadas desequilib­rantes y vistosas de su club.

Para el segundo tiempo, al salir Quintero e ingresar Muñoz, Cuadrado pasó a jugar más adelantado. Incluso en un saque lateral propició esa alegría efímera para la población del estadio y el país. Sin llamarnos a engaño, Reinaldo Rueda no ha tenido fortuna. Sí posee la sapiencia de organizar la selección en su juego. Claro que las parejas de ataque no responden y ya son varias las fórmulas usadas con dos delanteros. Pareciera como si todos tuvieran el arco cerrado o el Cristo de espaldas. Las líneas posteriore­s cumplen. En el apoyo sí estamos en déficit, pues Mojica no ofrece salida y se limita a meter pelotazos para explotar la velocidad de Díaz, permanecie­ndo muy en su sector. En el otro lado ni Medina, más marcador, ni Cuadrado ni Muñoz son acompañant­es para los de arriba.

Fue casi patético ver la necesidad de todos por darle la pelota a Quintero. Fue el jugador que al menos leía y entendía mejor el partido. Es preciso reconocer las virtudes de Ecuador, que incluso, a ratos, ofrecía algo más de juego colectivo, exhibiendo velocidad y fuerza. Pelearon todos los sectores del terreno con buenos anticipos que no solamente mortificab­an a los observador­es, sino que enredaban a los nuestros.

A punta de empates y sin goles, podríamos aspirar a un repechaje. Una derrota nos dejaría con el casi en la boca. Vale la pena buscar respuestas a por qué los jugadores cumplen buenos papeles en sus clubes, resultando incapaces de plasmarlos en la selección. En Barranquil­la nos resta recibir a Paraguay, Perú y Bolivia. En teoría son puntos ganables, siempre y cuando el gol sea parte del proyecto. En este momento escasea y ojalá no vayamos a decir: “Casi vamos a Catar”. Porque casi no vale.

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