La literatura y la paz
EN LOS GOBIERNOS DE DEMOCRACIA clásica debe existir una pluralidad de órganos constitucionales: una Constitución rígida, que garantice el control de constitucionalidad de las leyes; un parlamento electivo, con garantía de representación de las minorías; una extensa tutela de derechos políticos subjetivos y una amplia descentralización administrativa y autárquica. Todo eso es lo que se conoce como la “técnica de la libertad”. Para que ello pueda darse se necesita que se garantice una libertad de los distintos medios de comunicación, porque ella es la mejor defensa de una sociedad contra la guerra.
De ahí la importancia de que se les haya otorgado el Premio Nobel de Paz a dos periodistas que no son nacidos en países que se caractericen por la libertad de la prensa: Rusia y Filipinas. Hasta hay quienes pueden pensar que se les dio equivocadamente, porque, como periodistas, lo lógico habría sido el de Literatura y no el de la Paz porque escribir es considerado por algunos como género literario. En su momento algunos se preguntaron por qué a Churchill le adjudicaron el Nobel de Literatura, cuando lo correcto habría sido el de la Paz; él, que tanto luchó por ella a través de la guerra. Pero leyéndolo, en sus tantos tomos sobre las guerras en que participó, se da uno cuenta de que era tan buen escritor como estratega de los conflictos.
No se conoce lo que han escrito la filipina María Ressa y el ruso Dmitri Murátov, pero se anunció que les dieron el galardón por ser ambos luchadores en favor de la libertad de prensa, una preciada garantía en un Estado de derecho.
Con esa presea el periodismo adquiere una categoría especial que antes lo consiguieron excelentes exponentes del oficio, pero en literatura, como Camus, Hemingway y García Márquez. Y también Juan Manuel Santos quien, siendo periodista, ganó el de la Paz.
Pero no falta el mal hablado que sostenga que la diferencia entre el periodismo y la literatura es que el periodismo es ilegible y la literatura no se lee.