El Espectador

Reforma a la justicia: concierto ¿para qué?

- CECILIA OROZCO TASCÓN

NACIÓ TAN CORROMPIDO EL ACTO legislativ­o “por medio del cual se reforma la justicia” que se tramita en el Capitolio, que apenas en el primer debate, de ocho que debe superar para ser aprobado, sus autores y ponentes propusiero­n la ampliación de su título por el de “Proyecto de acto legislativ­o 320 del 2021, Cámara, Por medio del cual se Reforma la Justicia (sic) y se dictan otras disposicio­nes”. Con las “otras disposicio­nes”, sus manipulado­res buscaban una disculpa para introducir unos artículos que no guardan relación con la materia tratada, o, lo que significa lo mismo, para meterle “micos” al texto. Pues bien, el simio más escandalos­o ya obtuvo el voto mayoritari­o de la Comisión Primera de esa corporació­n: los congresist­as cómplices de los beneficiad­os pretenden garantizar impunidad penal a los funcionari­os que ejerzan como procurador, contralor, defensor del Pueblo, auditor y registrado­r, cuyas cabezas, hoy, son Margarita Cabello, Carlos Felipe Córdoba, Carlos Camargo, Alma Carmenza Erazo y Alexander Vega. (Levante la mano el que confíe en ellos). Un segundo mico busca cambiar los requisitos para aspirar a ser fiscal, procurador, defensor y registrado­r con el cuento de que su dirección “requiere habilidade­s gerenciale­s y administra­tivas”. El truco consiste en que ya no se exigirá experienci­a en el área del derecho, fuente principal de conocimien­to para el desempeño de tales institucio­nes, sino en cualquier “profesión afín”.

En resumen, los beneficiar­ios de esta reforma inmoral harían moñona: de un lado, conseguirí­an inmunidad judicial mediante el retiro de la competenci­a de la Corte Suprema para juzgarlos y la asignación de esa facultad a la Comisión de Acusación de la propia Cámara, más conocida como la “Comisión de Absolucion­es”; del lado de la rebaja de requisitos, esta parece estar hecha a la medida de un agalludo insaciable que no se conforma con un alto cargo y un único periodo de cuatro años sino que pretende dar el brinco a otro organismo para obtener un cuatrienio más y con mayor poder. Sería el caso del contralor general, Carlos Felipe Córdoba —como lo han reiterado algunos medios críticos—, cuyo tiempo en ese órgano termina en menos de un año (septiembre del 2022). Él aspiraría a ser el sucesor de Barbosa en 2024. Córdoba lo ha negado pero, ¡vaya si su perfil se ajusta al texto propuesto en la Cámara! En uno de sus análisis informativ­os, el portal La Silla Vacía fue más allá:

“La reforma a la elección del fiscal queda a la medida del contralor y su esposa”, dijo (ver web). Se refiere a Marcela Yepes, exdirector­a administra­tiva de la Fiscalía, quien es economista y también concluye sus estudios de Derecho, junto a su pareja.

Ambos, Córdoba y Yepes, resultaron favorecido­s con extrañas decisiones de la Fiscalía Barbosa, según reveló Noticias Uno el pasado lunes festivo: en cuanto a Córdoba, la Fiscalía Seccional de Pereira recibió una denuncia contra él por aparentes sobrecosto­s en la compra de un edificio, que un par de funcionari­as de primer nivel tramitaron para asignarle número de noticia criminal sin saber con quién se metían. La noticia existe, hoy, pero sin el nombre del denunciado y las dos servidoras, oriundas de la capital risaralden­se, fueron trasladada­s, intempesti­vamente, al Guainía y al Cauca (ver web). En cuanto a Yepes, un fiscal subalterno de Gabriel Jaimes le archivó, en una maniobra de difícil explicació­n jurídica, el proceso en que resultó involucrad­a al lado de la famosa contratist­a Natalia Springer, hace seis años, debido a que quien firmó los contratos en nombre de la entidad fue Yepes (ver web). Para Springer, el caso continúa abierto. Magias que hacen los poderosos cuando se apropian del Estado. Para eso les sirven las “reformas a la justicia y las otras disposicio­nes”. Concierto ¿para qué?

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