Diez años de la disolución de Eta: una mirada a esta historia
El ciudadano vasco Paul Ríos Garaizar se metió de cabeza en el proceso que logró la terminación de la violencia por parte de Eta. En esta entrevista cuenta detalles de ese logro y envía a los colombianos un mensaje de optimismo.
Paul Ríos Garaizar es un ciudadano vasco que trabajó de manera activa por la superación de la violencia agenciada por Eta. Fue perseverante en este propósito, y este 20 de octubre, al cumplirse 10 años del fin del conflicto del cual participó esta organización, nos concede una entrevista para hablar de una experiencia que la sociedad colombiana debe tener en cuenta para seguir afrontando el reto de tener una sociedad en paz.
El 20 de octubre de 2021, ETA anunció el fin a 43 años de acción violenta para agenciar su propósito de lograr la independencia del País Vasco de España. Esta acción iniciada en 1968 -aunque ETA se constituyó en 1959- dejó 854 asesinados -según la web del Ministerio del Interior-, la mayoría vascos; 79 secuestrados, 12 de ellos asesinados, y 6.389 heridos.
Luis Eduardo Celis (LEC): Ahora que se cumplen 10 años de la terminación de ETA como organización, ¿cómo ves los inicios de este conflicto, qué lo explica?
Paul Ríos (PR): Este es un tema controvertido. Hay opiniones diferentes sobre las causas del conflicto y la violencia en el País Vasco. Ahora bien, trataré de resumirlo. La sociedad vasca es plural respecto a su identidad nacional. Una parte de la población quiere continuar unida a España y otra quiere más soberanía o incluso la independencia. A ello hay que sumar que sufrimos durante 40 años la dictadura franquista, que violaba los derechos humanos y las libertades democráticas. En ese contexto surgió un grupo armado (o terrorista), llamado ETA, que utilizó la violencia para combatir el franquismo y lograr la independencia. En la transición democrática en España, ETA decidió seguir utilizando la violencia. Ello nos llevó a una situación de violencia continua y vulneraciones de los derechos humanos no solo por parte de ETA, sino también por grupos paramilitares o cercanos a los aparatos del Estado.
LEC: ¿Cómo transcurrió este conflicto en sus orígenes y por qué persiste luego de la terminación de la dictadura franquista y la transición a la democracia?
PR: ETA surgió como un grupo armado nacionalista, antifranquista y que fue incorporando características semejantes a los grupos de liberación que nacieron en Suramérica. Parecía que con la transición española pondría fin a sus actividades, pero consideró que no se había roto con el franquismo y que la única alternativa para conseguir la independencia era utilizar la violencia. Y decidió hacerlo pese a que los mensajes mayoritarios que llegaban de la sociedad y partidos vascos era que se debía dar una oportunidad al nuevo régimen democrático. ETA ignoró este llamamiento y se embarcó en una campaña de violencia que incluso fue más virulenta que la presente durante el franquismo. En ese contexto, además, actúan grupos paramilitares y surgidos del entorno del Estado, y se fue alimentando una espiral violenta, mientras la mayoría social comenzó a movilizarse y a expresar más claramente su deseo de vivir en paz.
LEC: ¿Desde cuándo se empezó a hablar de una salida negociada y cómo transcurrió ese proceso de intentos de solución pactada/dialogada?
PR: Poco después de la transición democrática comenzaron los intentos de articular un proceso de paz negociado. Algunos de ellos tuvieron éxito, como en el año 83, cuando la llamada ETA PM dejó la violencia. Posteriormente hubo otros procesos como en el año 89, en Argelia; el proceso de 1998, capitaneado por los partidos soberanistas vascos, o el proceso de 2006, cuando se establecieron negociaciones entre ETA y el gobierno español. Justamente este último generó una gran esperanza en la sociedad vasca, que pensaba que en esta ocasión finalmente se conseguiría la paz. Fracasó y eso generó una gran frustración.
LEC: ¿Qué explica que ETA haya tomado la decisión de poner fin a su acción armada?
PR: Destacaría tres grandes factores. Por un lado, la debilidad de ETA en el plan operativo. No estaban consiguiendo nada con la violencia. Por otro lado, el rechazo mayoritario de la sociedad vasca a la violencia (no se puede utilizar la violencia para defender a un pueblo en contra de la opinión de dicho pueblo). Y, finalmente, el cambio estratégico operado en la izquierda independentista. Así llega un momento en el que la violencia no cuenta con ningún apoyo y su final se vuelve inevitable.
LEC: ¿Cuáles son los déficits de esta década y qué tareas siguen pendientes?
PR: Uno de los déficits reside en que todavía no se ha garantizado de manera completa el derecho de todas las víctimas al reconocimiento, la reparación y la verdad. También tenemos pendiente la reintegración social de las personas que aún permanecen en prisión condenados por su actividad en ETA. Y, finalmente, tenemos pendiente todo lo relativo a la memoria. No hemos llegado a un acuerdo sobre cómo construir un escenario para entender el pasado o, por lo menos, cómo facilitar un diálogo entre los diferentes relatos para ir poco a poco acercando posturas y llegar a una serie de conclusiones que nos permitan construir la convivencia del futuro.
LEC: Paul, un mensaje para la sociedad colombiana que sigue trabajando por la paz.
PR: Mejor que uno, dos mensajes. Ninguna sociedad está condenada a vivir con violencia, ni el País Vasco ni Colombia. La violencia no es inevitable. Hay alternativas más democráticas y respetuosas con la dignidad humana. Y también añadiría que no hay ningún conflicto que sea irresoluble. En todos los casos, incluso aunque no veamos ningún motivo para la esperanza, hay oportunidades para transformar el conflicto y encaminarlo hacia escenarios constructivos. Por ello, los animo a mantener la esperanza y a convertirse en insistencialistas, es decir, en personas que, pese a todas las dificultades, están dispuestas a seguir insistiendo e insistiendo para abrir camino a la paz.
‘‘Ninguna
sociedad está condenada a vivir con violencia, ni el País Vasco ni Colombia. La violencia no es inevitable”.