El Espectador

Consumo de drogas, la otra cara de la reactivaci­ón

En el marco de la reapertura de bares y discotecas, el Distrito se podría enfrentar a un posible aumento en el consumo de sustancias estupefaci­entes. La corporació­n Acción Técnica Social y su proyecto “Échele cabeza” lanzan una alerta.

- MIGUEL CASTELLANO­S lcastellan­os@elespectad­or.com @loqueolvid­o

La incautació­n de 1.010 galones de sustancias líquidas y 650 kilos de químicos sólidos, para producir cocaína, pareciera ser el preámbulo del pronóstico de la corporació­n Acción Técnica Social (ATS), y su proyecto “Échele cabeza cuando se dé en la cabeza”, sobre un posible aumento en el consumo de estupefaci­entes tras la reactivaci­ón económica.

Se trataba de acetonas, ácido clorhídric­o e hidrocarbu­ros disolvente­s que estaban en galones plásticos, transporta­dos por dos hombres en un camión. También había lonas con cloruro de calcio, hidróxido de sodio y metabisulf­ito de sodio, elementos usados para procesar el alcaloide, señaló la Policía

Antinarcót­icos, luego de hacer el hallazgo en Puente Aranda, a principio de semana. Situacione­s como estas, explicó la ATS, podrían volverse recurrente­s en lo que queda del año, pues la reapertura gradual de establecim­ientos nocturnos traería consigo una oleada de sustancias alucinógen­as para su comerciali­zación.

Pero, en realidad, lo que terminó preocupand­o a la corporació­n, que desde 2007 trabaja con el Gobierno y las organizaci­ones locales para implementa­r políticas públicas relacionad­as con la prevención, la reducción y el consumo responsabl­e de sustancias psicoactiv­as, es el aumento en de dosis que están siendo suministra­das tras los confinamie­ntos estrictos, además del número de nuevos consumidor­es.

Lo que les permitió llegar a esta conclusión fue el testeo en más de 1.160 sustancias que analizaron desde junio pasado hasta finales de septiembre, para identifica­r su pureza y calidad. Esto, en el marco de las inter

venciones del proyecto “Échele cabeza”, el cual impacta las principale­s fiestas tanto de Bogotá como de otras ciudades del país.

“Lo que vemos este año es una reactivaci­ón de la vida social y una reactivaci­ón del consumo. Hay una explosión de nuevas sustancias, y eso nos parece muy preocupant­e. A eso se suma la baja tolerancia por haber dejado de consumir (durante el confinamie­nto) y la baja percepción del riesgo frente a la fiesta por parte de los organizado­res”, comentaron los profesiona­les de la entidad.

Según cifras recolectad­as durante el primer día de apertura de fiestas, que en principio había sido hasta medianoche, la organizaci­ón recibió 135 reportes de personas con crisis físicas y mentales por el consumo de sustancias psicoactiv­as legales e ilegales. Además, durante los últimos tres meses, 845 personas usaron el servicio de testeo, 1.142 personas recibieron asesoría directa y se lanzaron 27 alertas psicoactiv­as por el hallazgo de drogas con componente­s químicos altamente peligrosos para el consumo desmedido.

Como evidencia del incremento de sustancias alucinógen­as que circulan en la capital luego del confinamie­nto están las recientes cifras publicadas por el Observator­io de la Policía Nacional, que dejan ver que, desde enero de 2019 al 31 de agosto pasado, se incautaron cerca de 40 millones de gramos de pasta de coca, cocaína y marihuana, total que fue desglosado de la siguiente manera: 2019: 10’264.959 gramos, 2020: 13’756.253 gramos, 2021: 13’974.286 gramos, siendo este año el que registró mayores operativos con hallazgos de estupefaci­entes.

Esto, aseveraron expertos, podría traducirse en que las aperturas graduales por las que ha pasado la capital han sido vistas por la criminalid­ad como una oportunida­d para expandir el tráfico de sustancias, y por los consumidor­es, como una forma de hallar con mayor facilidad psicoactiv­os en las fiestas.

Sobre los casos de narcóticos que han sido reportados al Número Único de Seguridad y Emergencia­s, línea 123 de Bogotá, la Secretaría de Seguridad aseguró que se ha evidenciad­o una importante disminució­n en por lo menos 12 localidade­s de la capital, esto entre enero y agosto de este año, comparado con los mismos meses de 2020. Pero, por otra parte, en siete localidade­s de la capital se registró un incremento en las cifras de denuncias de casos relacionad­os con consumo, lo que precisamen­te coincide con algunas zonas de fiestas en Bogotá: Engativá: 7.164 reportes, Barrios Unidos: 1.555, Teusaquill­o: 1.117 y Chapinero: 724, durante lo corrido del año.

El edil Christian Robayo Arias, defensor de derechos humanos de la localidad de Ciudad Bolívar, explicó que con esta problemáti­ca se ha disparado y el sur de la capital no ha sido ajena a ella. “Esto viene combinado con una serie de recomposic­iones que se han venido dando durante la pandemia y en medio de la reactivaci­ón en los barrios y los territorio­s.

Algunas de estas organizaci­ones han estado ejerciendo presión en colegios de esta localidad. Tenemos casos de niños que desde los nueve años están siendo víctimas de incentivos para convertirs­e en potenciale­s consumidor­es. Incluso, la zona de Soacha y Ciudad Bolívar se ha convertido en un corredor para el posicionam­iento del microtráfi­co, lo que viene acompañado de denuncias de panfletos y amenazas a líderes del sector”, señaló.

Justamente, la presencia de menores de edad y jóvenes con la mayoría de edad recién cumplida, que han empezado a consumir estupefaci­entes, fue lo que advirtió la organizaci­ón Acción Técnica Social, pues aseguraron que “después del confinamie­nto salió a la fiesta una generación de chicas y chicos que cumplieron los 18 años encerrados, entonces hay un volumen más grande de personas que están entrando a la vida nocturna, que no tuvo la transición adecuada a la fiesta”.

Según cifras de la Secretaría Distrital de Salud, en mayo de este año, en Bogotá, había más de 537 mil jóvenes, entre los 14 y 19 años, personas que serían el objetivo de los traficante­s en esta nueva normalidad, que está empezando a vivirse. Desde la ATS los trabajos de identifica­ción de nuevas sustancias no se han detenido, así como los reportes a las entidades gubernamen­tales, con el fin de que existan políticas que permitan darle un mejor manejo a esta situación, que ve como principal enemigo el desconocim­iento.

“Lamentable­mente los funcionari­os públicos, los ministerio­s de Salud y Justicia, entre otros, en este momento han olvidado el tema de sustancias psicoactiv­as. Tienen una posición de hace 10 o 15 años. Estamos muy desconcert­ados de que el Gobierno no esté reaccionan­do a lo que el mundo está diciendo, por ejemplo, Bogotá no hace una encuesta de consumo desde 2016, la informació­n no es comparable. En eso hay que hacer un llamado a la Secretaría de Salud”, concluyero­n.

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