Manejo de la economía y su recuperación
VARIOS PROBLEMAS —NO SÓLO EL COVID-19— han afectado la economía del país, cuyo déficit va camino a superar el 8 % del PIB. Luego de la terquedad de Carrasquilla al insistir en una reforma tributaria que por fortuna las movilizaciones de juventudes frenaron —y de su renuncia—, el inepto Gobierno nacional lo premió como codirector del Banco de la República. La nueva ley de reforma tributaria corrige algunos problemas —así como también medidas tomadas por este banco—, pero no tiene un eje articulador ni lucha contra la evasión. El desperdicio de recursos de un Gobierno botaratas ha sido una causa visible del problema.
Aunque hay serios problemas para decantar un buen candidato de centroizquierda para las elecciones presidenciales de 2022 —por egoísmos y ambiciones de precandidatos—, siempre hay que pensar que “la esperanza es lo último que se pierde”. Así, podría concretarse un mandatario con autoridad que busque mejorar la economía, apoyado por un nuevo Congreso que aproveche el momento para postergar intereses personales. Es difícil pensar que así van a frenarse corruptelas e intereses egoístas.
Existen rutas apropiadas al respecto para aprovechar la coyuntura difundiéndolas. Las exenciones en impuestos de renta e IVA han sido inequitativas, pues no son sólo beneficios para estimular actividades económicas que impulsen el progreso, sino pagos políticos de funcionarios a compinches. Además, hay pensiones que deberían pagar impuestos por razón de sus montos. Hay mucho que remendar al respecto en la coyuntura electoral y sus resultados.
También habría que pensar en las exenciones impositivas a las crecientes religiones (artículo 23 del Estatuto Tributario), que comenzaron a expandirse desde los años 70 del siglo pasado, en especial las cristianas “de garaje” para esquilmar sectores populares. Son más de 7.000 iglesias que pululan en el país, con patrimonios líquidos cercanos a los $15 billones e ingresos brutos alrededor de los $6 billones. Serían al menos $2 billones en impuestos que se pierden, ateniéndose a esas cifras.
Estas y muchas arandelas en la tributación nacional podrían estudiarse por expertos académicos para proponer aumentar los ingresos estatales, como exenciones sectoriales que merecen eliminarse para tener una mayor equidad tributaria. Las zonas francas han sido también fuente para eliminar tributaciones, además de múltiples maneras para evadir pago de impuestos o reducirlos a sus mínimos, como el caso del impuesto predial que se maneja sin estar unificado, en municipios cuyos alcaldes son “vasallos” de terratenientes.
Pero lo importante no es sólo la recaudación del Estado, sino ante todo el control oficial —con claras reglamentaciones— de “inversiones” y gastos de entidades públicas y altos funcionarios —como la flota de aviones que maneja la Presidencia—. Todo esto y mucho más suma para que el Estado diseñe políticas para combatir la inequidad social que invade a más de la mitad de la población nacional con recursos si acaso para subsistir.