El Espectador

Un lazo rosa no es suficiente

- CLAUDIA MORALES*

CADA 19 DE OCTUBRE CONMEMORAm­os el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama: usamos un lazo rosa y compartimo­s historias sobre el cáncer de seno que hemos padecido en cuerpo propio o acompañado en el cuerpo de mujeres que conocemos. Fue la Fundación Susan G. Komen la que entregó los primeros lazos a los participan­tes de una carrera en Nueva York, en alusión a los y las sobrevivie­ntes de esa enfermedad.

Pasan los años y las cifras no son estimulant­es. La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) concluyó en su reporte de marzo de este año que el cáncer de mama es el tipo de cáncer más común con más de 2,2 millones de casos en 2020, que una de cada 12 mujeres lo padecerá a lo largo de su vida y que es la principal causa de mortalidad en las mujeres. “En 2020, alrededor de 685.000 mujeres falleciero­n como consecuenc­ia de esa enfermedad”, afirmó la entidad y puntualizó: “La mayoría de los casos de cáncer de mama y de las muertes por esa enfermedad se registran en países de ingresos bajos y medianos”.

Como con el virus del COVID-19 y otras enfermedad­es, el drama por la ausencia de una efectiva cobertura en salud y de estrategia­s de detección precoz lo padecen los habitantes de los lugares más deprimidos social y económicam­ente. He visto lo que hace, por ejemplo, la Fundación Lazo Rosa en Armenia en términos de ayuda legal para los pacientes con cáncer —todos de estratos bajos—, con el fin de que les cumplan con los tiempos de los tratamient­os o la entrega de medicament­os. Por fortuna existen personas dedicadas a esa atención, pero no debería ser así. Esa es una obligación del Estado.

Le pregunté a la señora que trabaja en el servicio doméstico en mi casa si alguna vez le habían hecho un examen de sus senos y me contestó: “Eso para qué”. Le hablé sobre la enfermedad y me dijo: “Hace como 10 años un médico me enseñó cómo tocarme mis puchecas y ya”. Ella tiene 57 años y de acuerdo con el DANE es estrato 2.

Además, he notado algo preocupant­e: hay opiniones diversas entre oncólogos y ginecólogo­s sobre la edad y la frecuencia con que una mujer debe hacerse una mamografía. Mi mamá murió hace 12 años como consecuenc­ia de un cáncer de mama que le empezó a sus 48 años (la edad que yo tengo) y la llevó a la muerte a los 56 años. Como consecuenc­ia de ese antecedent­e yo, su única hija, según me dijo el oncólogo que la trató, soy una paciente de riesgo, por lo cual debería hacerme una mamografía cada año. Al mismo tiempo, un ginecólogo aclaró que no era necesario y que bastaba con una ecografía de seno anual. Y, al final del año pasado, una ginecóloga determinó que estaría bien si me hago una mamografía cada cinco años.

Agregó la OMS: “En los países de ingresos elevados la mortalidad por cáncer de mama normalizad­a por edades se redujo en un 40 %. En los países de ingresos bajos y medianos esas mejoras todavía no se han logrado”. Eso pasa en el mundo. En Colombia, la directora de la Fundación Salud Querida, Alejandra Toro, explicó: “En Colombia 12 mujeres con cáncer de mama mueren diariament­e entre 30 y 50 años de edad, y hemos visto que el 32 % de las mujeres diagnostic­adas son menores de 50 años”.

Les deseo larga vida a las fundacione­s que apoyan a los enfermos de cáncer de mama. Colaboraré irrestrict­amente como hasta ahora lo he hecho con las iniciativa­s en ese sentido. Pero, queridos lectores, eso no basta. Es un deber exigir políticas de salud pública claras y eficientes, y el cumplimien­to de la Constituci­ón Nacional que en su artículo 49 deja claro el tema. ¿Qué tal si empezamos por presionar a los candidatos con respuestas concretas en ese sentido? *Periodista. @ClaMorales­M

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