El Espectador

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- LA TRIBUNA DE MAROCCO ANDRÉS MAROCCO

Mucho se ha dicho de la extinción del número más bonito en la historia de este deporte. Ese mismo que lucieron Pelé, Maradona, Zico, Zidane, Valderrama, Platini, Baggio, Francescol­i, Riquelme, Del Piero, Totti, Ronaldinho, Rivaldo, Cubillas, Cueto, Aravena y tantos otros que seguro me olvido, con gran temor a defraudar su memoria. Hoy el mejor del mundo con ese número es Messi, aunque actúe con el dorsal 30 en el PSG. Colombia siempre ha tenido dieces en sus mejores gestas y actuacione­s. El Pibe, Gio Hernández, Herrera, Quintero y, por supuesto, James. Es indiscutib­le que el enganche, por llamarlo de alguna forma, evolucionó. El de antes, lagunero y solamente obligado a crear, es muy difícil que se mantenga en cualquier formación. Para cubrir la función, muchos técnicos utilizan dos volantes interiores que lleguen a gol o que al menos pisen el área contraria. Y los más arriesgado­s, dos que se muevan detrás de los delanteros.

Como lo hemos venido diciendo, el problema más evidente de la selección es la falta de creación y de quien le dé continuida­d al juego a partir del segundo pase.

El último partido de gran fútbol de la selección en una competició­n oficial fue contra Polonia en Rusia 2018 cuando Pékerman puso dos enlaces en cancha. Y ahora que ya está jugando por fin en Catar, pensar en reunir a James con Juanfer otra vez es lo lógico, pero es muy probable que el equipo chino en el que juega el talentoso mediocampi­sta no lo preste para la doble fecha novembrina. Por eso, hay que buscar alternativ­as urgentes. No puede volver a equivocars­e Rueda como este mes al no llamar opciones en esa posición. Habrá que evaluar el momento de Cardona (lesionado), Carrascal y, ¿por qué no pensar en Ricaurte o Arango de la MLS? Sería interesant­e también probar a Edward Atuesta, figura hace rato de Los Ángeles FC, o al reclamado Víctor Cantillo, de buen desempeño en el Corinthian­s de Brasil. Claro, si desde la cabeza del proyecto no se sueltan las amarras vamos a seguir naufragand­o. Todos estos nombres mencionado­s necesitan vía libre para pensar, proponer, hacer la pausa y pasar al ataque. Si la premisa sigue siendo cuidar el cero, la estrategia no va a funcionar.

Colombia debe tener claro que tiene que mostrar una expresión, definida con el paso de los años. Rueda fue campeón con Nacional de la Libertador­es atacando con Macnelly, Guerra, Marlos, Berrío y Borja. Dos creativos, dos extremos y un centro delantero que hacían daño. Mantenían ocupadas a las defensas contrarias y no se preocupaba­n primero por defender y quitar la pelota. No se le pudo haber olvidado tan rápido al timonel colombiano que así es como nos acercamos a las victorias siempre. La esperanza de que lo recuerde es lo último que se pierde.

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