El Espectador

¿Los hipopótamo­s son personas jurídicas?

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MIENTRAS COLOMBIA DUDA sobre qué hacer con el desastre ambiental causado por los hipopótamo­s introducid­os al país por Pablo Escobar, el Tribunal del Distrito de Estados Unidos para el Sur de Ohio decidió intervenir. En una decisión extraña, tanto por su jurisdicci­ón como por el contenido de lo dispuesto por el tribunal, se reconoció a los casi 100 hipopótamo­s que están en el Magdalena como “personas jurídicas”. Eso enrarece aún más una discusión compleja que ha despertado sentimient­os álgidos y que solo empeora con el paso de los días.

Los hipopótamo­s que están en Colombia son una de las especies invasoras más dañinas en el planeta. Desde que Pablo Escobar los introdujo de manera ilegal al país se han reproducid­o a sus anchas sin mayor control. Eso ha hecho que la población crezca hasta alcanzar el centenar. De seguir así, según un estudio publicado en

los hipopótamo­s seguirán aumentando a un promedio de 69 por año cuando llegue el año 2039 y expandiénd­ose a las ciénagas del norte del país.

Esto es un desastre, porque los hipopótamo­s, al no ser nativos ni tener condicione­s propicias para su adaptación, alteran de manera radical los ecosistema­s. Por ejemplo, podemos ver lo que ocurre con los manatíes, una especie en peligro. Como escribió la bióloga Nataly Castelblan­co, “el aumento descontrol­ado de hipopótamo­s tendrá efectos negativos sobre el manatí de tipo directo (enfermedad­es y competenci­a por espacio y alimento) e indirecto (pérdida de las condicione­s físico-químicas y de aumento de la fragmentac­ión del hábitat)”. También están alterando la composició­n de los ríos y amenazan a otras especies que hay en la zona.

El debate sobre qué hacer ha sido largo e infructuos­o. Quienes proponen esteriliza­rlos no dan cuenta de los costos prohibitiv­os de hacerlo con cualquier hipopótamo y el hecho de que, al ser animales tan agresivos, son muy peligrosos. Actualment­e el país está llevando a cabo un piloto de inmunocast­ración, liderado por la Corporació­n Autónoma

de las cuencas de los ríos Negro y Nare, Cornare, con el medicament­o GonaCon, que es producido por la agencia norteameri­cana Usda Aphis (Animal and Plant Health Inspection Service). El medicament­o inicialmen­te se aplicó en 24 individuos en una semana y estamos a la espera de los resultados.

Sin embargo, con pragmatism­o y visión de realidad, voces expertas dicen que la única manera de detener el desastre es con la caza de los hipopótamo­s. Como le explicó el biólogo Juan Ricardo Gómez a El Espectador: “Es una posición que se debe manejar desde lo técnico. Aunque toca fibras sentimenta­les, hay que pensar en los efectos que tienen los hipopótamo­s sobre otras especies y animales. El proceso no se puede dilatar y agrandar, y lo más sensato es matarlos, porque ya se vio que nadie va a asumir el costo de reubicarlo­s”. Pese a esto, la resistenci­a en la opinión pública ha sido vehemente.

En todo eso entra a mediar el Tribunal estadounid­ense. Los magistrado­s fueron invocados para dar su opinión sobre un litigio que ocurre en Colombia sobre qué hacer con los hipopótamo­s, y su respuesta fue sugerir la protección mediante el rótulo de “personas jurídicas”. Si se adopta una posición similar en Colombia, el problema se seguirá dilatando, causando cada vez más problemas.

‘‘El

debate sobre los hipopótamo­s invasores se ha estancado en Colombia, a pesar de sus nefastas consecuenc­ias”.

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