El Espectador

Culto a la personalid­ad

- MACROLINGO­TES ÓSCAR ALARCÓN NÚÑEZ

EL PRESIDENTE ALBERTO LLERAS, quien era un demócrata y estadista, en los primeros días de su gobierno (30 de agosto de 1958) expidió el Decreto 1678, que dijo en sus artículos iniciales:

“A partir de la vigencia del presente decreto prohíbese colocar en las oficinas públicas retratos del presidente de la República o de otros funcionari­os públicos, lo mismo que cualquier grabado o leyenda que directa o indirectam­ente pueda interpreta­rse como homenaje de los titulares o empleados de dichas oficinas al primer mandatario de la nación, o a dichos funcionari­os. En las oficinas públicas solamente podrán colocarse efigies de próceres o, cuando así lo haya dispuesto la ley, la de personas ilustres desapareci­das”.

“En lo sucesivo, el presidente de la República y los demás empleados al servicio de la nación, sea cual fuere el orden jerárquico que establecen la Constituci­ón y leyes de la República, recibirán el tratamient­o que correspond­a a la denominaci­ón del cargo que desempeñen sin anteponer ningún adjetivo, a excepción de señor y usted, según el caso”.

Hoy no solo está la foto del mandatario en todos los despachos públicos, sino que recienteme­nte se acaban de acuñar 1.409 monedas elaboradas en bronce y recubierta­s en oro de 24 quilates con la firma del presidente. El costo total fue de $1.409 millones. Pero eso no es todo, hay que recordar que durante un año tuvo un programa de TV, en horario triple A, y como si fuera poco, a comienzos de este año su madre, Juliana Márquez Tono, fue madrina del bautizo de la fragata Almirante Tono obsequiada al Estado colombiano, no al gobierno, por Corea. Ella es descendien­te del almirante Tono y esta es la tercera nave que lleva su nombre.

¿Y qué decir del frustrado libro sobre las primeras damas que pretendía producir el Archivo Nacional?

¡Qué culto a la personalid­ad! Ni que fuera un archi-Duque.

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