Racismo en la música
treno de la primera serie Max Originals hecha y producida en Colombia. Un proyecto que, a través de un subgénero poco explorado, como lo es el terror de supervivencia, mantendrá al público, local y extranjero, al borde de sus asientos en una historia nunca contada llena de acción, misterio y mucho suspenso”.
Mil colmillos es protagonizada por los actores Claudio Cataño, Alejandro Buitrago, Carolina Ribón, Andrea Olaya, Carlos Alberto Mariño, Héctor Sánchez, Jaisson Palacios, Andrés Londoño, Sebastián Carvajal y Jarlin Martínez. También son parte del elenco Lenard Vanderaa, Quique San Martín, Ricardo Leguízamo y Juan Carlos Messier. Una serie de WarnerMedia Latinamérica producida en conjunto con Rhayuela Films.
Creada por Jaime Osorio y Guillermo Escalona, cuenta con la dirección del mismo Osorio y Pablo González. La serie, de siete capítulos, está disponible en la plataforma de HBO Max desde este jueves 28 de octubre y forma parte de los más de 100 títulos planeados para producirse en Latinoamérica en los próximos dos años, bajo la marca Max Originals.
En una universidad de Estados Unidos, a un ilustre profesor se le ocurrió, para ilustrar conceptos paralelos, proyectar a sus alumnos una versión cinematográfica de Otelo, de Shakespeare, interpretado por Laurence Olivier, uno de los grandes actores del siglo XX, para que tuvieran ideas sobre los orígenes de la ópera de Verdi. Al pobre catedrático le cayó encima una turba que protestaba porque Olivier interpretaba al moro de Venecia con maquillaje oscuro. Decían que eso era racismo y que solo actores afros deberían interpretar a Otelo. No se cuántos de estos existían en los tablados londinenses de los tiempos shakespearianos, pero la universidad donde se daba la clase les dio la razón a los protestantes y desde ese momento no se puede mostrar allí la película con Olivier.
Ese tipo de protestas se está extendiendo en forma alarmante. En ellas exigen que solo sopranos chinas pueden interpretar a Turandot y el papel de Butterfly debe estar reservado a cantantes japonesas. En una opereta como El mikado, que transcurre en Japón, a pesar de que sus autores la imaginaron como sátira a la sociedad inglesa, exigen que sus intérpretes sean de origen por lo menos asiático. Beethoven parece estar a salvo de este tipo de discriminación porque algún sabio de esos que ahora abundan hizo notar que probablemente Beethoven tenía antepasados africanos. Lo anterior no ha impedido que un musicólogo en un conservatorio, cuyo nombre piadosamente oculto, afirme que de todas formas Beethoven solo era un artista ligeramente superior al promedio y que no entendía la razón de que sus obras las interpretaran con tanta frecuencia.
Algunos críticos han hecho notar que si esa tendencia continua, solo etíopes podrían interpretar a Aída y a su padre Amonasro, que únicamente egipcios deben cantar al resto del reparto, que El barbero de Sevilla y Las bodas de Fígaro deben estar reservados a españoles y que La traviata es ópera exclusiva para prostitutas tísicas.
La realidad es que ese intento de introducir el racismo en las artes las convierte en juguete ridículo y que los bárbaros que pretenden hacerlo están negando la esencia misma de lo que es una interpretación artística, donde precisamente ella se basa en que quien hace la interpretación se identifica con la nueva personalidad. Los protestantes son entonces más racistas de lo que tratan de censurar y prohibir y son un peligro para la integridad interpretativa. Lamentablemente, hay directivos pusilánimes que aceptan sin beneficio de critica lo que esos bárbaros proponen y, a la larga, el miedo a herir alguna susceptibilidad perjudicará a artistas y público sin que nadie se beneficie. Es hora entonces de abandonar esas tendencias y dejar que los artistas hagan lo suyo con el único criterio de presentar las grandes creaciones sin límites artificiales.
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Para todo el equipo de trabajo de “Mil colmillos” fue muy gratificante saber que una historia hecha en Colombia será parte del catálogo de una de las plataformas más importantes actualmente.