A Alcolirykoz
“TODO LO BUENO TARDA”, DICE UNA de las canciones de su último álbum, Aranjuez, presentado el sábado anterior en Medellín. Hace unos meses, en menos de dos horas las boletas se agotaron para esta presentación en el Teatro Carlos Vieco: el público esperaba con ansiedad este concierto, tardío y aplazado por los tiempos pandémicos.
Después de ver la respuesta de la gente, se alistaron para una segunda presentación, el mismo sábado, a las 5. Con luz de luna entre nubes oscuras y gente emocionada más allá de cualquier fila o espera, aparecieron en el escenario Kaztro, Gambeta y Fazeta, integrantes de Alcolirykoz, una banda de rap que nació en las calles de Aranjuez, en Medellín.
Llegaron con canciones que hablan de la vida en el barrio, esa vida que es la de tantos y se cuenta con lenguaje honesto, el de la calle, el que no tiene filtros ni disfraces, ese que viene de adentro y por eso vale tanto.
Años atrás, muy al comienzo de su historia, habían estado en este mismo teatro, con unos cuantos que los escucharon; eran los días del anonimato, de las canciones lanzadas al aire por el gusto de cantar, bailar y contar un poco sobre ese barrio convulsionado que el escritor Gilmer Mesa, tan cercano a la banda, narra con tanta precisión y sensibilidad en su novela La cuadra.
Gilmer, el mismo que en mitad de la presentación apareció en el escenario para leer un texto que hizo llorar y estremecer a muchos de los asistentes: “(...) nacimos en contravía de la historia, con las manos extendidas para abrazar y el prejuicio nos apartó creyendo que estábamos mendigando. Porque no aparecemos en los atlas de una ciudad mentirosa, cada noche salimos de la casa materna a trazar mapas propios que nos contengan mientras las viejas en la puerta echan bendiciones al aire”.
El sábado pasado Alcolirykoz apareció en el escenario y demostró que atrás quedaron los días del anonimato. “El amor es como el dinero, siempre que llega sirve”. Y el sábado las graderías del Teatro Carlos Vieco se convirtieron en una corriente de amor ilimitada que se negaba a despedirse. La voz de los que no han tenido voz, el canto de los que no creen en los estratos, el corazón de quienes nacieron con el destino en contra y el sol como Dios se escucharon en las graderías. Junto a los Ninjazz de Aranjuez y Gilmer Mesa estaba Julián Gaviria, más conocido como “el de las fotos”, que los ha acompañado como amigo, fotógrafo y director de videos. Autor de la serie Una deuda con la historia, que cuenta episodios importantes en el recorrido del grupo, revela su profesionalismo en los detalles y tiene el don de ver la esencia de las personas.
Luego de terminar una gira breve por Estados Unidos y después de este lanzamiento en Medellín, Alcolirykoz se prepara para un concierto en Cali, el próximo 6 de noviembre, y para una presentación en Bogotá, el 27 de ese mismo mes.
Hasta estas ciudades llegará para presentar Aranjuez, su último álbum. Mientras muchos productores musicales y disqueras del continente están distraídos en polémicas sobre premios, cantantes o letras predecibles de reguetón, Alcolirykoz llegará al escenario. Para iluminar con su poesía y dar la mejor fiesta. La que habla del barrio. El tuyo, el mío, el de Latinoamérica, no importa dónde o cómo hayas nacido.