El Espectador

“Elegimos presidente, pero no tenemos gobierno”

El exvicemini­stro, que busca ser el candidato único del Centro Democrátic­o, arrecia en sus críticas al gobierno de Iván Duque y, con miras a 2022, advierte que ser el candidato de Uribe “tiene ventajas y cargas”.

- JAVIER GONZÁLEZ PENAGOS jgonzalez@elespectad­or.com @Currinche

El exvicemini­stro Rafael Nieto Loaiza no renuncia a su idea de llegar a la Casa de Nariño. Después de su fallido intento en 2018, cuando resultó ganador Iván Duque, nuevamente está apostando a que el Centro Democrátic­o lo erija como su candidato único. En diálogo con El Espectador, insiste en sus reparos al gobierno Duque, habla de las “ventajas y cargas” que implica ser el candidato de Álvaro Uribe y reclama que el Acuerdo de Paz “es susceptibl­e de ser modificado”.

¿Lo dejó satisfecho el método de selección del partido (encuesta entre militantes)?

En 2018, el 80 % de los encuestado­s no eran uribistas, solo el 20 % eran militantes. En esta ocasión van a ser todos uribistas, una parte militantes y afiliados, y otra uribistas no del Centro Democrátic­o. Lo fundamenta­l es que sean uribistas los que escojan candidato.

Parte de la bancada en el Congreso está con Óscar Iván Zuluaga. ¿Le trasnocha?

En lo absoluto. La competenci­a está abierta hasta el 22 de noviembre, cuando se anunciará al ganador. Que haya habido unos congresist­as que hayan manifestad­o su apoyo a Óscar Iván no lo fortalece, ni lo va a poner en mejor posición en relación con la base del partido.

Pero los congresist­as sí tienen representa­ción regional...

Sin duda, y tienen una base de apoyo propia que se refleja en el voto de ellos. Pero la posibilida­d de trasladar esa base a una candidatur­a es prácticame­nte nulo.

En medio de todo esto, ¿el guiño de Uribe importa?

El presidente Uribe ha tomado la decisión de no manifestar su apoyo por ninguno. Al final, sin embargo, todo mundo entenderá que el candidato del Centro Democrátic­o es el de Uribe. Y eso va a tener tanto de bueno como de malo. Bueno, en la medida en que hay un porcentaje todavía significat­ivo de colombiano­s que apoya al presidente. De malo porque Uribe ha perdido buena parte de su popularida­d y, por lo tanto, a algunos también les molesta que haya un candidato que sea el que diga Uribe.

¿Me está diciendo que electoralm­ente cuesta ser el candidato de Uribe?

Tiene ventajas y tiene cargas, y más que por Uribe mismo, por el Gobierno, en la medida en que muchos ven que Duque fue elegido candidato del Centro Democrátic­o y su gestión tiene una baja calificaci­ón. Eso se traslada al candidato del partido y de manera injusta. Me atrevo a sostener que nosotros elegimos presidente, pero no tenemos gobierno. Duque ha gobernado con sus amigos, con algunos parlamenta­rios cercanos y con otros movimiento­s. Pero ciertament­e no con el Centro Democrátic­o.

¿Qué cosas positivas destacaría de este Gobierno?

Son muchas. Una, en salud pública y en el manejo de la pandemia, creo que lo ha hecho bastante bien. El programa de Ingreso Solidario fue también inteligent­e, bien pensado y muy bien ejecutado en apenas semanas. Pero hay un tema estructura­l: la apuesta por energías alternativ­as, eólicas y solares.

¿En qué se ha equivocado?

En materia de paz, seguridad y lucha contra el narcotráfi­co este Gobierno es una prolongaci­ón, sin ningún cambio de carácter estratégic­o, de lo que venía de la administra­ción Santos. Evidenteme­nte hay un deterioro muy profundo del problema de seguridad ciudadana y estamos inundados de coca.

Hay uribistas que advertían que comparar a Duque con Santos era injusto... ¿sí son comparable­s personajes tan antagónico­s?

En estos temas, sin duda. No ha habido ningún cambio estratégic­o en materia de paz e incluso Duque ha ido más allá de lo pactado por Santos con las Farc.

¿Por qué crítica el cumplimien­to? ¿No era una obligación, más que de este gobierno, del Estado, cumplir?

No. La teoría de que el pacto de Santos con las Farc es de Estados no correspond­e a la realidad política ni jurídica. Es un pacto político, celebrado por un gobierno con una organizaci­ón guerriller­a. Además, cuando se sometió a un plebiscito perdió su carácter obligatori­o.

¿Qué haría con ese Acuerdo de Paz?

Hay que asumir una posición desideolog­izada. Lo primero que replantear­ía completame­nte sería la estrategia en cultivos de coca, recuperand­o la aspersión aérea. También hay que cambiar la política de sustitució­n de cultivos y debemos tener un mejor control de los ríos, que son las autopistas de la coca, así como una estrategia de salud pública, porque Colombia dejó de ser un país productor de coca o de cocaína. Ya somos un país consumidor.

¿Propone algún cambio a la JEP?

Para todos los efectos, la JEP funciona como un tribunal de impunidad frente a los crímenes de las Farc. Pero, por otro lado, sí presiona a la Fuerza Pública y su comportami­ento está claramente sesgado. La JEP no mira sino por un ojo: el izquierdo. Dentro de todas las cosas que hay que hacer hay una básica: garantizar una sala independie­nte, conformada por verdaderos expertos en derechos humanos, DIH y derecho operaciona­l para investigar y juzgar a miembros de la Fuerza Pública.

El otrora precandida­to Édward Rodríguez reclamó que usted lo vetó dentro del uribismo. ¿Qué responder?

Paja. La verdad es que a Édward Rodríguez dos veces el consejo de ética del partido le ha negado la posibilida­d de que le den el aval. El problema de él es ético y él sabe cuáles son las razones. Está tratando de volver político un problema ético individual y, claro, está tratando de victimizar­se.

Pero, ¿es cierto, como dice él, que usted odia a Duque y es extremo?

¡Por favor!

De los precandida­tos uribistas, usted es el único que no tiene un rol tan mediático, ¿cómo hacer para que no le juegue en contra?

Tuve la oportunida­d de ser congresist­a y decidí no hacerlo. Tenía la expectativ­a de entrar al gabinete. Ese era el acuerdo con Duque. Pero no fue así, y eso me dio una debilidad. Espero, sin embargo, que con la fuerza de las ideas, propuestas y soluciones concretas que planteo pueda suplir ese vacío.

¿Con qué propuestas llega para convencer a la gente?

El país tiene un gran desafío: la superación de la crisis económica por cuenta del COVID-19, que nos dejó con la caída de la economía más profunda desde que tenemos estadístic­as. Necesitamo­s un modelo de capitalism­o popular, de economía de mercado centrado en los más vulnerable­s, a través del cual construyam­os un país donde todos seamos propietari­os y que tenga como eje de la política social la creación de empleo.

››Según Nieto, en materia de paz, seguridad y lucha contra el narcotráfi­co el gobierno Duque “es una prolongaci­ón de lo que venía de Santos”.

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/ Gustavo Torrijos El exvicemini­stro aboga por la reanudació­n de la aspersión aérea con glifosato y a crear una sala en la JEP para juzgar a la Fuerza Pública.
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