El Espectador

La justicia transicion­al está haciendo su trabajo

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ANTE QUIENES DICEN QUE EL Acuerdo de Paz es un pacto de impunidad y siguen promoviend­o su desmantela­miento, por un lado, y quienes creen que en Colombia no pueden fortalecer­se las institucio­nes sin estricto acompañami­ento internacio­nal, por el otro, la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) ha demostrado ser un referente mundial en rigurosida­d, investigac­ión y construcci­ón de paz. Los temores por la decisión de la Corte Penal Internacio­nal (CPI) de cerrar su examen preliminar de Colombia son infundados. Tiene que leerse como lo que es: un reconocimi­ento de que la justicia transicion­al marcha a pasos de gigante.

El fiscal de la CPI, Karim Khan, fue claro: “Me complace decir que me puedo retirar de la etapa de investigac­ión preliminar”. Se trata de un gesto de importanci­a monumental. Hace 17 años la Corte empezó a investigar en Colombia, preocupada por la incapacida­d de las institucio­nes nacionales para combatir la impunidad y proteger a las víctimas. Hoy, con su retiro, lo que Khan y la comunidad internacio­nal están reconocien­do es que en nuestro país tenemos las capacidade­s para dilucidar lo que ocurrió en el conflicto y juzgar a los responsabl­es. Lo que ha faltado, eso sí, es voluntad política.

Básicament­e, la CPI cierra su investigac­ión sobre Colombia porque la JEP está cumpliendo su trabajo. El fiscal Khan fue enfático: “Cuando visité la JEP, vi las instalacio­nes y el personal, y son de clase mundial. Le he dado la vuelta al mundo, y cuando digo que es de clase mundial, no lo digo a la ligera”. Qué contraste con los discursos que abundan en Colombia, especialme­nte en el partido del presidente Iván Duque.

Hay quienes temen que la CPI dejó desprotegi­da a la JEP. No es el caso. El fiscal y el Gobierno firmaron un acuerdo que, entre otras cosas, garantiza que se respeten la financiaci­ón y el actuar necesario para la justicia transicion­al. La administra­ción Duque celebró esto como un triunfo, pero no deja de ser curioso que se le exija por escrito al país cumplir algo que ya está dispuesto en la Constituci­ón. Es un reconocimi­ento diplomátic­o de que el presidente y su partido han sido, a lo menos, ambiguos defensores de lo pactado.

El mismo presidente de la JEP, Eduardo Cifuentes, lo dijo: “Tan pronto se advierta interferen­cia grave en la JEP, en ese instante nosotros seremos los primeros en solicitar la intervenci­ón inmediata de la CPI”. Pero esperamos que no sea así. En los resultados preliminar­es que ha entregado la Jurisdicci­ón, hemos visto descubrimi­entos valiosos sobre ejecucione­s extrajudic­iales, secuestros y la responsabi­lidad de todos los actores. A medida que se anuncien más avances en los casos, se verá que la apuesta por la justicia transicion­al valió la pena. Sobre eso no sobra recordar que los tribunales de paz están en mora de abrir un macrocaso sobre violencia sexual. Las particular­idades del conflicto, como lo dijimos en su momento, lo requieren.

La comunidad internacio­nal está respaldand­o el Acuerdo y a las institucio­nes colombiana­s. Esto debería ser motivo de orgullo sin importar ideología política. ¿Será que para las elecciones del año entrante podremos superar la polarizaci­ón en torno a la justicia transicion­al?

‘‘La decisión de la Corte Penal Internacio­nal es un espaldaraz­o necesario y merecido a la Jurisdicci­ón Especial para la Paz”.

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