El Espectador

Una noticia que no tuvo prensa

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Con gran extrañeza eché de menos en la prensa una noticia que vi por la televisión. Había habido una revuelta en la cárcel de máxima seguridad de Cómbita. Tengo entendido que las cárceles están bajo las órdenes del Ministerio de Justicia —cuyos dos últimos ministros han sido la actual procurador­a y el doctor Wilson Ortiz, de mucha presencia en los medios— y que están siendo administra­das por el Inpec, una dependenci­a de la Policía Nacional. La revuelta, que debió ser sometida por el Esmad con gases lacrimógen­os, se debió a que los presos se oponían a una requisa por parte de agentes del Inpec, que iban tras una red de extorsioni­stas. Encontraro­n que era el foco de grandes extorsione­s que, según decía la noticia, generaban hasta $300 millones diarios. Había sostenido que el problema de Colombia es que no hay presencia del Estado, porque tenemos más territorio que Estado y por eso nos encontramo­s con el hecho de que no falta quien diga que estamos ante un Estado fallido, afirmación que es negada por las personas que forman parte de la dirigencia del país. Lo que dicen aquellos muestra que a nuestras institucio­nes, aunque sean legales pues están apoyadas en la ley positiva, no las respalda mucha legitimida­d, es decir, no merecen el respeto que se merecen por la forma como se está realizando esa legalidad. Uno pensaría que si hay algún lugar con presencia del Estado real que tenemos es una cárcel y una cárcel de máxima seguridad, con límites bien definidos, hasta con muros de ladrillo y gente confinada con presencia permanente de guardianes.

En tiempo de la actual procurador­a como ministra de Justicia hubo más de 20 muertos en una revuelta que tuvo lugar en una de las cárceles y nos quedamos en el anuncio de investigac­iones y no más. Uno se hace muchas preguntas: ¿cómo es posible que en un espacio controlado tan estrictame­nte por el Estado se haya encontrado todo lo que se decía en ese reportaje? ¿Realmente tenemos un Estado fallido? ¿Se puede considerar Estado fallido aquel que no es capaz de controlar a sus propios funcionari­os en sus acciones u omisiones? ¿Hasta qué punto los integrante­s del Inpec logran controlar a los confinados y sus acciones? ¿Es que esa gente que está confinada puede ser más efectiva en su negocio desde la cárcel que si estuviera afuera, ya que tienen mucho tiempo libre disponible y allí los cuidan y no corren peligro? ¿Por qué la prensa no se enteró o no lo informó? Solo me estoy haciendo preguntas, no me atrevo a emitir juicio alguno.

Cada día, y ya estoy viejo, entiendo a esos jóvenes que no quieren ir a las urnas, todas nuestras elecciones tienen un promedio del 55 % de abstención y comprendo por qué son tantos los que prefieren buscar horizontes esperanzad­ores en otros países, son un poco más del 10 % de nuestra población (la mitad de nuestros desplazado­s internos).

Humberto Jaramillo B.

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