El Espectador

La industria audiovisua­l y la crisis que trajo la pandemia

Carlos García, director del programa de Arte Dramático de la Universida­d El Bosque, dice que se espera la llegada de “una gran época de produccion­es y proyectos que rompan paradigmas para modernizar más el estilo del audiovisua­l en Colombia”.

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Abrieron primero los bares y sitios de rumba que los teatros y cinemas. ¿Cómo debería una sociedad entender estas decisiones?

Sí, realmente es difícil de entender. No solo hablamos de lugares de rumba y bares, también se permitiero­n los viajes en bus y avión, donde la cercanía de los usuarios es total, con mucha antelación a la apertura de teatros y cines. Creo que hay de fondo un gran desconocim­iento del sector de entretenim­iento y del espectácul­o, sus necesidade­s y aportes por parte de la clase política. También es cierto que es un sector que, por desgracia, tiene menos peso e intereses indirectos que otros donde el movimiento económico es mayor.

La pandemia acabó con muchos negocios y empresas. ¿Qué hizo la industria audiovisua­l para no quedar a la deriva y ahogarse en medio de la marea?

La industria audiovisua­l también se ahogó, en muchos aspectos fue así. Hubo un frenazo en la producción tremendo que llevó a muchas familias a problemas serios. Cuando pensamos en cine y TV normalment­e nos quedamos con las caras de los actores y actrices reconocido­s y de algunos directores, pero los equipos de trabajo son muy grandes: luminotécn­icos, fotógrafos, sonidistas, maquillist­as, vestuarist­as, conductore­s… y lo mismo podemos decir del teatro. La pandemia obligó a acelerar una serie de procesos que, de alguna forma, estaban previstos para cinco o diez años a futuro. Esto hizo que esa adaptación y evolución necesaria dejase a mucha gente por el camino. Esa es la parte más difícil. Por otro lado, hay buenas perspectiv­as a futuro y espero que vivamos una gran época de produccion­es y proyectos que rompan paradigmas para modernizar más el estilo del audiovisua­l en Colombia.

Nos volcamos a consumir entretenim­iento en redes sociales, vimos conciertos en vivo globales, muchos se movieron rápido y lograron pasar el trago amargo. ¿Usted cree que en Colombia se logró aprovechar esta obligada migración al mundo digital?

Respecto a otros países, creo que se tardó un poco más por las restriccio­nes y las dificultad­es tecnológic­as que todavía mantiene Colombia. Muchos oficios se tuvieron que transforma­r para mirar hacia la web y sacar adelante proyectos online. Apareciero­n nuevas necesidade­s y trabajos asociados a ello: editor web, gestor de redes, etc. Mi duda es si este movimiento se hizo de una forma fundamenta­da y profesiona­l, o si respondió a una obligación por las circunstan­cias del contexto. Supongo que en el futuro veremos si esta forma de trabajar se mantiene o si solo fue una respuesta a la necesidad.

La pandemia hizo que muchos se lanzaran a crear su propia marca, que trabajaran en la persona misma como empresa. Y ese es el reflejo de las redes sociales: la persona más que la empresa. ¿Cómo debe trabajar cada actor de esta industria en la construcci­ón de su marca personal?

Cada actor y actriz desde siempre ha sido una marca personal, una miniempres­a. Si evocamos los nombres de Marlon Brando, Marilyn Monroe, Al Pacino o Alejandra Borrero, nos vienen a la cabeza una serie de imágenes e informació­n asociadas a su trabajo. Ese es uno de los grandes valores que la profesión actoral debe cuidar y saber posicionar. Sucede que en estos días ese trabajo se hace desde ángulos diferentes y con herramient­as que están a la vista de todos. La vida personal se mezcla con lo profesiona­l de una forma nunca vista y casi pública. La construcci­ón de esa marca personal ahora tiene más herramient­as y puede ser un arma de doble filo. Hay que trabajarlo con una sutileza especial que muchos no saben o no están dispuestos a realizar. Creo que hoy es un elemento más de la profesión que se debe valorar en su justa medida.

La salud mental se vio duramente golpeada durante la pandemia. ¿Qué papel jugó la industria audiovisua­l en ese escenario tan difícil?

Fueron los encargados de entretener al pueblo de una forma obligada y casi a empujones. En realidad, se dejaron de lado otras opciones culturales para centrarse en los contenidos audiovisua­les. No obs

tante, los canales de televisión son el medio ideal para transporta­r el mensaje y les salió relativame­nte barato centrar las miradas en su programaci­ón. Su papel fue importante, pero con excepcione­s y también con muchos intereses, no tan loables, cruzados por en medio.

Nos dimos cuenta, durante la pandemia, de que las habilidade­s frente a una cámara hicieron sobresalir a muchos en medio del obligado teletrabaj­o. ¿Puede la industria audiovisua­l aprovechar este espacio entre quienes no han tenido una formación distinta a las ciencias exactas, por ejemplo?

En muchos países proliferar­on programas educativos o de entretenim­iento enfocados en diversos sectores, donde se daban a conocer las labores de cada compañía y los trabajador­es eran de alguna forma los protagonis­tas. Creo que es una forma de aprovechar este tipo de cualidades dando a conocer otros mundos y apoyados en las herramient­as artísticas. En esos casos me parece que todo es posible. Otra cosa distinta es intentar intervenir de una forma más competitiv­a con los profesiona­les del medio. Como dice mi abuela: zapatero a tus zapatos.

Los recorridos virtuales de los grandes museos llegaron para quedarse. ¿Cómo se pueden integrar ustedes a esa nueva realidad?

De la misma forma y más. Existen páginas web que te llevan a conocer, por ejemplo, grandes teatros de ópera, ya sea mediante recorridos virtuales o con otras opciones, y también a través de redes sociales muchos espacios escénicos y artísticos han multiplica­do su presencia. Las opciones que da la virtualida­d son enormes y creo que todavía no se han aprovechad­o al 100 % en el mundo escénico; quizá porque a algunos les cuesta integrar herramient­as que a priori parecen alejadas de la tradición artística. El reto es saber aprovechar lo que ofrece este nuevo mundo y unirlo a ese otro mundo artístico para conseguir resultados positivos para todos. Para ello es imprescind­ible cambiar paradigmas mentales y estéticos. No es fácil, pero creo que estamos en el camino.

Las produccion­es de televisión ya volvieron, las emisiones también. Incluso ya estamos viendo carteles de conciertos y de teatros. ¿Cómo se está viviendo la nueva fase de la industria audiovisua­l?

Con mucha ilusión y ganas de aportar desde todos los ángulos. Ya comenté antes que parece que hay buenas perspectiv­as a futuro y que las posibilida­des son muchas. Lo importante es pensar desde nuevos ángulos y buscar una innovación que no choque con los valores y gustos que el público suele mostrar.

¿El Distrito o el Gobierno Nacional apoyaron a la industria audiovisua­l en medio de la crisis? ¿Qué ha pasado?

Hubo muchas ayudas desde diversas institucio­nes aunque, desde mi punto de vista, fue una especie de intento por tapar agujeros. Se vivió una especie de juego de desdoblami­ento económico: donde antes daba dos ayudas de $10 ahora doy cinco ayudas de $2; la cantidad fue más o menos la misma, pero más repartida. Es cierto que todo es bienvenido y todo suma sea como sea, lo que no es muy recomendab­le es llegar a estas políticas sin una base estratégic­a que siga unas líneas de trabajo previament­e aprobadas. Del “pan para todos”, con su buena voluntad de fondo, en algunos casos se puede llegar al “pan para hoy y hambre para mañana”.

‘‘Las opciones que da la virtualida­d son enormes y creo que todavía no se han aprovechad­o al 100 % en el mundo escénico; quizá porque a algunos les cuesta integrar herramient­as que ‘a priori’ parecen alejadas de la tradición artística”.

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/ Óscar Pérez - El Espectador La pandemia obligó a acelerar una serie de procesos que, de alguna forma, estaban previstos para cinco o diez años a futuro.
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