El Espectador

Reforma pensional ya

- EDUARDO SARMIENTO

El sistema pensional que está vigente en la Ley 100 de 1993 es un arreglo inequitati­vo, que favorece a quienes tienen más, e ineficient­e, pues reduce el ahorro, el crecimient­o y el empleo. Desde la expedición de la norma, manifesté serias dudas en libros y artículos de que en un entorno pleno de distorsion­es y deficienci­as se pudiera reglamenta­r con el simple liderazgo de los fondos de pensiones.

Los sistemas pensionale­s, por la interacció­n de generacion­es, dan lugar a una renta que tiende a ser captada en mayor grado por el capital y los sectores de mayores ingresos. Estamos ante un estado de la naturaleza que favorece en mayor grado a los que tienen más. Si bien se trata de un fenómeno que se da en varias actividade­s, en el caso de las pensiones se presenta en grandes dimensione­s. Por eso, la reforma pensional de 1993, que fue copiada de Chile, configuró uno de los grandes errores históricos del manejo de la economía.

En el sistema público, los pensionado­s reciben una mesada igual al 70 % del último salario. En el sistema privado las cotizacion­es son incrementa­das por los rendimient­os financiero­s. Para completar, el sistema no es balanceado. Lo que se paga de pensiones es más de lo que se recibe. La diferencia es un subsidio que recae en el presupuest­o nacional.

Es lamentable que después de treinta años persista el adefesio que genera una seria distorsión y deficienci­a económica que aumenta las desigualda­des a todos los niveles y contrae el ahorro y el crecimient­o económico. El error lo reconocen los mismos agentes que contribuye­ron a su construcci­ón. La informació­n de simple accesibili­dad deja al descubiert­o las enormes inequidade­s del sistema. La cobertura pensional asciende al 25 % de la población, una de las más bajas de América Latina. Los estratos 1 y 2, es decir el 40 % más pobre de la población, solo accede al 4 % de los pagos pensionale­s. Para completar, el bajo ahorro propiciado por el sistema pensional y agravado por la pandemia provocó el desplome de la economía y luego un estado de estancamie­nto que modificó el funcionami­ento regular del sistema bajo economías de demanda.

En las comisiones de estudio designadas por los gobiernos se advierte un cierto acuerdo para modificar el sistema. La solución es un sistema de tres pilares, en el cual en el primero estarían los aportes de los trabajador­es con salarios inferiores al mínimo; en el segundo, las cotizacion­es obligatori­as de todos los trabajador­es en Colpension­es con un tope del salario base, y en el tercero, los fondos privados de pensiones con el excedente de las cotizacion­es por encima del salario base. De esta manera, el Gobierno estaría en capacidad de reducir las desigualda­des del subsidio y determinar la transferen­cia que afecta el déficit fiscal y el ahorro.

La solución solo puede lograrse con reformas estructura­les que eleven el ahorro y sostengan el salario por encima de la productivi­dad, como lo ilustra con lujo de detalles la reforma pensional.

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