El Espectador

El acuerdo con la CPI

- RODRIGO UPRIMNY *

EL ACUERDO DEL GOBIERNO DUQUE con la Fiscalía de la Corte Penal Internacio­nal (FCPI) puede parecer inoportuno, lo cual explica la oposición al mismo de ciertas organizaci­ones de víctimas y de derechos humanos, pero paradójica­mente podría tener impactos positivos en la consolidac­ión de una paz con justicia.

Para entender el acuerdo, es necesario recordar que, desde 2004, la FCPI investiga los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos en Colombia. Esa investigac­ión ha sido sólo “preliminar” debido al principio de complement­ariedad, según el cual la FCPI sólo puede abrir un caso formal, que pueda llevar a condenas, si el país no es capaz o no tiene la voluntad de castigar esos crímenes. Como Colombia mostraba algunos avances en sancionar esas atrocidade­s, la FCPI no abrió ningún caso formal. Pero como la impunidad seguía siendo altísima, en especial porque las investigac­iones no llegaban a los máximos responsabl­es, la FCPI mantuvo esa investigac­ión preliminar durante todos estos años, con la amenaza de abrir un caso formal.

Este año, debido esencialme­nte a la JEP, que ha imputado cargos a altos responsabl­es de secuestros y de falsos positivos, la FCPI consideró que había progresos significat­ivos, por lo cual la investigac­ión preliminar podía cerrarse, siempre y cuando hubiese garantías de que esos avances continuarí­an. Y esa es la esencia del acuerdo: la FCPI cierra la investigac­ión preliminar, a cambio de un compromiso del gobierno de no sólo no interferir en las instancias judiciales que investigan esos crímenes, en especial la JEP, sino además de darles el soporte financiero necesario y abstenerse de cualquier tentativa de modificar su marco jurídico. Además, la FCPI seguirá pendiente de Colombia pues el acuerdo señala que si esos compromiso­s no son cumplidos, o los avances no siguen, la FCPI podría reconsider­ar su decisión, lo cual significa que podría abrir casos formales por los crímenes cometidos en el país.

El acuerdo pudo ser prematuro pues los avances de la JEP, a pesar de ser muy significat­ivos, no están consolidad­os: aún no hay condenas ni sanciones efectivas y existen tentativas por abolir o desestruct­urar esta jurisdicci­ón. Además, existen atrocidade­s que no son competenci­a de la JEP, como los crímenes ocurridos después del acuerdo de paz y frente a las cuales la Fiscalía colombiana no muestra avances suficiente­s. El acuerdo corre además el riesgo de quedar atrapado en medio de las controvers­ias electorale­s, lo cual es negativo. Por todo ello entiendo y comparto parcialmen­te la visión de quienes le solicitaro­n a la FCPI que planteara su visión y sus exigencias pero sin cerrar la investigac­ión preliminar, al menos durante uno o dos años más, mientras se consolidab­an los avances de la JEP.

A pesar de que pueda ser inoportuno, el acuerdo tiene sin embargo elementos muy positivos. En particular muestra que el acuerdo de paz, lejos de ser ese monstruo de impunidad que pintan sus detractore­s, es una paz con justicia pues han sido esencialme­nte los avances de la JEP y la perspectiv­a de que sigan lo que llevó a la FCPI a cerrar la investigac­ión preliminar. La FCPI ha igualmente avalado el tipo de sanciones restaurado­ras que impondrá la JEP, si se cumplen rigurosame­nte, con lo cual debería cesar el debate sobre la supuesta incompatib­ilidad de esas sanciones con el derecho internacio­nal. A su vez, al firmar este acuerdo, el presidente Duque aceptó la legitimida­d de la JEP, la importanci­a de sus avances y se comprometi­ó a preservarl­a y apoyarla efectivame­nte, con lo cual deberá oponerse a cualquier tentativa de contrarref­orma de esa jurisdicci­ón. El primer paso para cumplir el acuerdo con la FCPI es entonces que pida a su partido retirar el acto legislativ­o que pretende derogar la JEP.

* Investigad­or de Dejusticia y profesor de la Universida­d Nacional.

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