Desastre socialista en Venezuela
porque la tal cooperación a la que se obliga a Colombia no podrá cumplirse, como no lo ha hecho antes. Para empezar, el Gobierno tendría que hundir el proyecto de acto legislativo para derogar la JEP, impulsado, como ponente único, por el parlamentario uribista de la más rancia ultraderecha Gabriel Jaime Vallejo Chujfi, de cuyo trámite Duque no enteró a Khan, su nuevo mejor amigo.
A Duque lo que menos le preocupa es que haya justicia sobre falsos positivos. No se necesita ser adivino para vaticinar que lo que quieren él y su patrón Uribe es que esos casos mueran en los anaqueles de una Fiscalía amiga y gobiernista, como la de Barbosa.
Al Gobierno le resultó un negociazo quitarse de encima la expectativa de una investigación formal suscribiendo un acuerdo tramposo y clientelista, que honra la impunidad, deja en indefensión a las víctimas y da otro bofetadón a la JEP, que tendrá que enfrentar sola el reto de juzgar tan graves conductas que comprometen a agentes de todos los gobiernos uribistas. No hay duda, excluir a Colombia de la investigación preliminar decretada por la misma Fiscalía de la CPI en casos no solucionados por las autoridades nacionales es la estrategia del uribismo para eludir la justicia que desde el poder han logrado esquivar. Por eso quieren derogarla, a pesar de que en la JEP no quieren entender que los tienen en la mira.
No se entiende cuál es la necesidad de este nuevo acuerdo de cooperación entre Colombia y la Fiscalía de la CPI, si ya había uno vigente que suscitó la investigación preliminar por 17 largos años, durante los cuales no hubo solución ni forma de archivar esta situación. Ahora ya lo sabemos: intercambio de favores.
Khan y Duque (Uribe) se salieron con la suya. La historia registrará el inmenso daño que este concierto propiciado por un burócrata internacional —como el fiscal británico que vino a pagar deudas electoreras—, avalado por Duque —un mandatario arrogante y mediocre, experto en mensajes mediáticos y mentirosos—, le ha causado a Colombia.
Adenda. Peligroso que el registrador nacional del Estado Civil, Alexánder Vega, diga que “el que cree que le van a hacer fraude no debería presentarse”. Si este es el responsable de la transparencia de las elecciones, ya sabemos lo que sucederá en este gobierno corrupto y mafioso. notasdebuhardilla@hotmail.com
ABUNDANTE LITERATURA EVIdencia la destrucción de Venezuela en manos de la narcodictadura Maduro Chavista con su socialismo del siglo XXI. Varios documentos como "La Venezuela del día después (y la del día antes)" de Harvard y la encuesta ENCOVI, entre otros, dan cuenta de un país en el que su actividad económica equivale al 28% de la del 2014. Su PIB per cápita ha decrecido en un 74.8%. La construcción ha caído un 90.7%, el comercio 75.6% y la manufactura 71.7%. Entre el 2012 y el 2018 las exportaciones e importaciones reales de bienes cayeron en más de un 90%. Según el articulista de Harvard este colapso "es consecuencia de una estrategia que desmanteló el mecanismo de mercado, y lo sustituyo por la planificación central y la propiedad estatal, en un contexto de total discreción". En su momento su gente aplaudió los controles de cambio, controles de precios, expropiaciones de tierras y empresas, nacionalizaciones, regulaciones bancarias y leyes de soberanía alimentaria, pero estas medidas fueron destrozando la economía de mercado, cerrando empresas por centenares de miles y creando miseria. Todo esto ha derivado en que el 94.5% de los venezolanos están en la pobreza y un 76.6% en pobreza extrema (miseria). Al principio a raíz de la bonanza petrolera y un aumento sustancial de su deuda externa que se cuadriplico en diez años, permitió que la gente viera un incremento de las importaciones subsidiadas, generando un aparente bienestar. Pero la persecución del gobierno socialista al sector productivo más una rampante corrupción derivo en una masiva fuga de capitales estimada en 178 billones de US entre el 2003 y 2014, equivalentes hoy a seis veces su PIB. Para sostenerse el régimen recurrió a una gran expansión del gasto público vía emisión monetaria, créditos dirigidos y controles de precios sumada a represión de los mismos. Esta expansión de gasto desato en el 2017 una hiper inflación que redujo a nada el salario mínimo. Hoy a pesar de sus insultos al “imperio”, una parte de la economía opera en dólares. El resultado es "un país empequeñecido en términos económicos y demográficos, con elevados índices de pobreza y desigualdad y con gran escepticismo respecto al futuro". Esta crisis ha hecho que más de 5 millones de venezolanos tengan que emigrar, reduciendo la población a 28.7 millones. La tasa de mortalidad infantil es similar a la registrada hace 30 años, perdieron 3 años de esperanza de vida. La cobertura global educativa de 3 a 24 años paso del 76% al 65 % en cinco años. El programa de alimentación escolar está llegando solo al 19% y solo el 14% reporta que funciona todos los días. En el país con las mayores reservas mundiales de petróleo, el 20% de la población no pude acceder a la gasolina bien sea porque no la hay, no tiene divisas, se acaba cuando llegó el turno o el precio es muy alto. El venezolano gasta 1.30 horas para llenar el tanque. El gobierno venezolano ha ayudado especialmente a los adeptos al régimen con transferencias, bonos y cajas CLAP (con Alex Saab), pero según el estudio, se necesitarían 37.6 veces estas transferencias para sacar de la pobreza extrema a todos los hogares. Resumido balance del desastre del socialismo del siglo XXI.