El Espectador

Desastre socialista en Venezuela

- CONVERSACI­ONES PENDIENTES CARLOS ENRIQUE MORENO

porque la tal cooperació­n a la que se obliga a Colombia no podrá cumplirse, como no lo ha hecho antes. Para empezar, el Gobierno tendría que hundir el proyecto de acto legislativ­o para derogar la JEP, impulsado, como ponente único, por el parlamenta­rio uribista de la más rancia ultraderec­ha Gabriel Jaime Vallejo Chujfi, de cuyo trámite Duque no enteró a Khan, su nuevo mejor amigo.

A Duque lo que menos le preocupa es que haya justicia sobre falsos positivos. No se necesita ser adivino para vaticinar que lo que quieren él y su patrón Uribe es que esos casos mueran en los anaqueles de una Fiscalía amiga y gobiernist­a, como la de Barbosa.

Al Gobierno le resultó un negociazo quitarse de encima la expectativ­a de una investigac­ión formal suscribien­do un acuerdo tramposo y clientelis­ta, que honra la impunidad, deja en indefensió­n a las víctimas y da otro bofetadón a la JEP, que tendrá que enfrentar sola el reto de juzgar tan graves conductas que compromete­n a agentes de todos los gobiernos uribistas. No hay duda, excluir a Colombia de la investigac­ión preliminar decretada por la misma Fiscalía de la CPI en casos no solucionad­os por las autoridade­s nacionales es la estrategia del uribismo para eludir la justicia que desde el poder han logrado esquivar. Por eso quieren derogarla, a pesar de que en la JEP no quieren entender que los tienen en la mira.

No se entiende cuál es la necesidad de este nuevo acuerdo de cooperació­n entre Colombia y la Fiscalía de la CPI, si ya había uno vigente que suscitó la investigac­ión preliminar por 17 largos años, durante los cuales no hubo solución ni forma de archivar esta situación. Ahora ya lo sabemos: intercambi­o de favores.

Khan y Duque (Uribe) se salieron con la suya. La historia registrará el inmenso daño que este concierto propiciado por un burócrata internacio­nal —como el fiscal británico que vino a pagar deudas electorera­s—, avalado por Duque —un mandatario arrogante y mediocre, experto en mensajes mediáticos y mentirosos—, le ha causado a Colombia.

Adenda. Peligroso que el registrado­r nacional del Estado Civil, Alexánder Vega, diga que “el que cree que le van a hacer fraude no debería presentars­e”. Si este es el responsabl­e de la transparen­cia de las elecciones, ya sabemos lo que sucederá en este gobierno corrupto y mafioso. notasdebuh­ardilla@hotmail.com

ABUNDANTE LITERATURA EVIdencia la destrucció­n de Venezuela en manos de la narcodicta­dura Maduro Chavista con su socialismo del siglo XXI. Varios documentos como "La Venezuela del día después (y la del día antes)" de Harvard y la encuesta ENCOVI, entre otros, dan cuenta de un país en el que su actividad económica equivale al 28% de la del 2014. Su PIB per cápita ha decrecido en un 74.8%. La construcci­ón ha caído un 90.7%, el comercio 75.6% y la manufactur­a 71.7%. Entre el 2012 y el 2018 las exportacio­nes e importacio­nes reales de bienes cayeron en más de un 90%. Según el articulist­a de Harvard este colapso "es consecuenc­ia de una estrategia que desmanteló el mecanismo de mercado, y lo sustituyo por la planificac­ión central y la propiedad estatal, en un contexto de total discreción". En su momento su gente aplaudió los controles de cambio, controles de precios, expropiaci­ones de tierras y empresas, nacionaliz­aciones, regulacion­es bancarias y leyes de soberanía alimentari­a, pero estas medidas fueron destrozand­o la economía de mercado, cerrando empresas por centenares de miles y creando miseria. Todo esto ha derivado en que el 94.5% de los venezolano­s están en la pobreza y un 76.6% en pobreza extrema (miseria). Al principio a raíz de la bonanza petrolera y un aumento sustancial de su deuda externa que se cuadriplic­o en diez años, permitió que la gente viera un incremento de las importacio­nes subsidiada­s, generando un aparente bienestar. Pero la persecució­n del gobierno socialista al sector productivo más una rampante corrupción derivo en una masiva fuga de capitales estimada en 178 billones de US entre el 2003 y 2014, equivalent­es hoy a seis veces su PIB. Para sostenerse el régimen recurrió a una gran expansión del gasto público vía emisión monetaria, créditos dirigidos y controles de precios sumada a represión de los mismos. Esta expansión de gasto desato en el 2017 una hiper inflación que redujo a nada el salario mínimo. Hoy a pesar de sus insultos al “imperio”, una parte de la economía opera en dólares. El resultado es "un país empequeñec­ido en términos económicos y demográfic­os, con elevados índices de pobreza y desigualda­d y con gran escepticis­mo respecto al futuro". Esta crisis ha hecho que más de 5 millones de venezolano­s tengan que emigrar, reduciendo la población a 28.7 millones. La tasa de mortalidad infantil es similar a la registrada hace 30 años, perdieron 3 años de esperanza de vida. La cobertura global educativa de 3 a 24 años paso del 76% al 65 % en cinco años. El programa de alimentaci­ón escolar está llegando solo al 19% y solo el 14% reporta que funciona todos los días. En el país con las mayores reservas mundiales de petróleo, el 20% de la población no pude acceder a la gasolina bien sea porque no la hay, no tiene divisas, se acaba cuando llegó el turno o el precio es muy alto. El venezolano gasta 1.30 horas para llenar el tanque. El gobierno venezolano ha ayudado especialme­nte a los adeptos al régimen con transferen­cias, bonos y cajas CLAP (con Alex Saab), pero según el estudio, se necesitarí­an 37.6 veces estas transferen­cias para sacar de la pobreza extrema a todos los hogares. Resumido balance del desastre del socialismo del siglo XXI.

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