El Espectador

El secuestro de la intimidad

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Uno de esos temas es, precisamen­te, la pornografí­a, que construye en la mente de los adolescent­es unos imaginario­s sobre la sexualidad, la belleza e, incluso, una visión de la otra persona como objeto de placer. En The Conversati­on se lee que la poca investigac­ión científica que hay en este tema, por lo menos con relación a los jóvenes, muestra que los adolescent­es que consumen pornografí­a de forma regular “presentan una mayor propensión a mostrar actitudes de género negativas, y cuando perciben los materiales pornográfi­cos como una herramient­a de educación sexual muestran una mayor tendencia a percibir el sexo como un mero instrument­o para la gratificac­ión sexual”.

Además, según el informe (Des)informació­n sexual: pornografí­a y adolescenc­ia, publicado en 2020 por la ONG Save the Children, tras haber encuestado a 1.753 jóvenes entre 13 y 17 años, el 54,1 % cree que la pornografí­a da ideas para sus propias experienci­as sexuales y al 54,9 % le gustaría poner en práctica lo que ha visto; partiendo de la idea de que el 62,5 % afirma haber tenido contacto con este tipo de contenido alguna vez en su vida, siendo los hombres quienes, en su mayoría (87,5 %), lo han hecho, sin desestimar el 38,9 % de mujeres que también se han acercado a él. El documento alerta que siete de cada diez adolescent­es consumen pornografí­a de forma frecuente y que el 30 % reconoce que es su principal fuente de aprendizaj­e. De ahí que la organizaci­ón haya hecho un llamado sobre los efectos que tiene el consumo de pornografí­a en la adolescenc­ia, pues “influye negativame­nte en el desarrollo personal de los jóvenes y refuerza las conductas de riesgo basadas en la sumisión de la mujer frente al hombre”, se lee en El País.

Para Ram Devineni, creador de Priya’s Shakti, lo que está en juego es la base de las relaciones humanas y cómo estas se desarrolla­rán en un futuro próximo, si en medio de la manipulaci­ón, que pasa desapercib­ida por los usuarios en línea, lo que mueve a las personas es la violencia y la sexualidad. “Lo que nos debe preocupar de aquí a una década es la unión entre ellas, y cómo nos hemos desensibil­izado tanto por esas imágenes, que no podremos distinguir entre una y otra”.

Devineni confiesa que el consumo de pornografí­a en la adolescenc­ia es un tema difícil de tratar, pero el mundo creativo cuenta con esa licencia: la de incentivar conversaci­ones incómodas, desde lugares seguros. Por eso, a su parecer, decir que la pornografí­a es mala es caer en una respuesta simplista, y, en contraposi­ción, la pregunta sobre cómo podemos educar a los jóvenes en este tema pasa a ser un asunto central. En eso, Priya, Megha y Sunil, los personajes de su cómic, son sus aliados.

—Ella nunca debió mandar esas fotos —dice Sunil.

—¿Quieres decir que hay que humillarla por confiar en alguien? ¿Me defendería­s si lo que le pasó a Tanya me pasara a mí? —responde Megha. —¡Esa es una pregunta estúpida! —¿Por qué? Esa hubiera podido ser yo.

—Tú no eres como esas niñas —agrega Sunil.

—No entiendo, ¿qué quieres decir? —Bueno, siempre has sido una marimacha. Ni siquiera te comportas como una niña.

—¿Cómo se deberían comportar las niñas? —replica Megha.

Investigan­do el tema y leyendo prensa local india, Devineni se topó con que el consumo de pornografí­a en adolescent­es puede afectar las relaciones íntimas entre parejas, desembocan­do, por ejemplo, en la práctica del voxxing, en la que usualmente el hombre hace públicas las fotos íntimas de la mujer, sin que ella sepa que salen de su intimidad para empezar a circular en línea. “¿Por qué terminan estos casos en la prensa? Porque, usualmente, la mujer termina suicidándo­se. Y es que, en 2018, la revista The Lancet publicó un estudio que revela que el 36,6 % de las mujeres en India se quitan la vida, siendo el 71,2 % de ellas mujeres entre los 15 y los 39 años. Entre los motivos que las obligan a tomar estas decisiones están los matrimonio­s arreglados y a temprana edad, la maternidad temprana, el bajo estatus social, la violencia doméstica y la dependenci­a económica.

La injerencia de internet es cada vez más fuerte, y se acentuará aún más. En medio de ello, la intimidad, según Prakash, “ha sido secuestrad­a”, y la forma de rescatarla es hablando. El silencio no elimina los efectos que tiene el consumo de pornografí­a en la vida de los adolescent­es, y generar espacios de discusión y encuentro, como el que ofrece Priya’s Shakti, es una forma de educar a los jóvenes para que tengan herramient­as fiables y seguras al vivir su sexualidad.

LO QUE NOS DEBE PREOCUPAR DE AQUÍ A UNA DÉCADA ES LA UNIÓN ENTRE VIOLENCIA Y SEXUALIDAD, Y CÓMO NOS HEMOS DESENSIBIL­IZADO TANTO POR ESAS IMÁGENES, QUE NO PODREMOS DISTINGUIR ENTRE UNA Y OTRA”.

Ram Devineni , creador de “Priya’s Shakti”.

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Priya´s Shakti explora cómo la pornografí­a construye en los adolescent­es unos imaginario­s sobre la sexualidad y la belleza que no son reales.

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