El Espectador

Millos en tiempos de pandemia

- MUCHA BOLA ANTONIO CASALE

Si el fútbol fuera justo, Millonario­s tendría que ponerle el moño a esta pandemia con un título. Es el campeón, por bastante, en cuanto a gestión deportiva e institucio­nal. En tiempo presente, más allá de las dos derrotas recientes tras conseguir la clasificac­ión anticipada a los cuadrangul­ares, es el mejor del año y el futuro promete cosas grandes. Pero el fútbol, como la vida, no siempre sabe de justicias y hay muchos factores externos de los que puede depender un título.

Puede decirse que Millos no se debe dar el lujo de relajarse, pero este tipo de baches son normales una vez se consiguen los objetivos, y el primero de ellos era clasificar. Lo importante es salir de ahí antes de que se acabe la fase regular. Hace bien Gamero intentando otras posibilida­des con hombres que en las finales podrían tener que jugar por necesidad. Quiñones, Guerra, Murillo, García o Márquez no son titulares y ciertament­e su desempeño no es el de los habituales, pero se tienen que tomar confianza en estos juegos. En el torneo pasado Millonario­s llegó a la final, pero el partido definitivo tuvo que disputarlo con varias bajas, por lesiones y decisiones arbitrales. En cuanto a esto último, la directiva tendrá que estar atenta de cara a los cuadrangul­ares. Millos es visto como el niño “gomelo” dentro de la dirigencia. Su espíritu innovador no le interesa al establecim­iento y sabemos que el manto de duda de la mano negra arbitral es un fantasma que no le conviene a la familia del fútbol.

Pero volvamos a lo construido por Millonario­s en tiempos de pandemia. Los grandes sufrieron como nunca porque un porcentaje importante de su presupuest­o de ingresos dependía de unas taquillas que, de repente y por más de un año, desapareci­eron. El comienzo de esta pesadilla además no pudo ser peor, la eliminació­n de los cuadrangul­ares de 2020 así lo suponía. Pero en un trabajo coordinado entre cuerpo técnico y directivos se decidió potenciar a un grupo de futbolista­s que se estaba perdiendo entre el mar de refuerzos improducti­vos que llegaban año tras año. Entonces se decidió sacarle provecho a la liguilla de eliminados para consolidar la base que hoy conocemos, integrada por jugadores de la casa, que tienen sentido de pertenenci­a por la institució­n, potenciado­s por experiment­ados en puestos puntuales como Macalister Silva, Fernando Uribe o Perlaza. Así se reguló el gasto dentro de las posibilida­des de la realidad, sin apasionami­entos; cosa que muchos en su momento criticamos. También se definió una idea de juego acorde con el paladar del hincha azul, propositiv­o, ofensivo y generoso con el trato al balón. Además, a medida que las posibilida­des económicas lo vuelven a permitir, se refuerza desde ya a la nómina de 2022. Es un golazo la confirmaci­ón de Álvaro Montero para que sea el guardián del arco el próximo año.

Por otro lado, se ha respetado al máximo a los abonados de 2020, la experienci­a en el estadio ha mejorado y la firmeza con la que se ha manejado el asunto de las barras bravas demuestra que quienes lideran la institució­n tienen claro su norte. En fin, en el 360 del fútbol, Millos es campeón de tiempos de pandemia.

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