El Espectador

Sanciones internacio­nales contra Daniel Ortega

-

LO OCURRIDO EL DOMINGO PASADO en Nicaragua es una afrenta contra la comunidad democrátic­a en la región y en el mundo. La farsa de reelección presidenci­al con la cual Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, buscan afianzarse eternament­e en el poder violenta todos los estándares democrátic­os. Con siete candidatos opositores detenidos, con un alto número de presos políticos, la violación sistemátic­a de los derechos humanos y siguiendo el ejemplo de impunidad del que goza Nicolás Maduro en Venezuela, apuntalan ahora su dictadura en el país centroamer­icano. Urgen sanciones de la comunidad internacio­nal contra Managua.

La pareja Ortega-Murillo ha convertido a Nicaragua en su finca personal. Desde las masivas protestas en 2018, saldadas con más de 400 muertos, heridos, detenidos, torturados y exiliados, el régimen continúa reprimiend­o a quien se identifiqu­e como opositor. En los últimos meses acabaron con lo poco que quedaba de institucio­nalidad, sin equilibrio de poderes, con las fuerzas armadas y de policía bajo su mando directo y órganos de control de bolsillo.

Lo más grave es que estas situacione­s se están convirtien­do en algo común en la región. Ortega-Murillo afirman contar con más del 75 % de los votos, con una participac­ión del 65 % en los comicios. Una entidad independie­nte habla de una abstención superior al 80 % y el nivel de intención de voto hacia los Ortega era del 19 %. Lo cierto es que, además de los siete candidatos detenidos, se ilegalizar­on tres partidos y cerca de 40 líderes fueron encarcelad­os bajo cargos montados sobre delitos inexistent­es y pruebas falsas.

Mientras Nicolás Maduro en Caracas y Luis Arce en La Paz saludaban el resultado de los comicios, el presidente Joe Biden calificó de “autócratas” a Ortega-Murillo. La paradoja para Washington es que deben aplicar con cuidado las sanciones, pues si afectan demasiado a la población, se puede presentar un gran desplazami­ento de nicaragüen­ses hacia el país del norte, agravando la ya de por sí compleja situación con los migrantes.

Existe un importante instrument­o jurídico, la Carta Democrátic­a Interameri­cana (CDI) de la OEA, que fue adoptado hace 20 años con el fin de prevenir abusos o, frente a casos como el de Nicaragua o Venezuela, que se les pudiera excluir de la organizaci­ón hemisféric­a. La realidad ha sido que, en ambos casos y a pesar de la voluntad de su secretario general, Luis Almagro, no se ha contado con los votos necesarios por parte de los Estados miembros para actuar de manera más contundent­e. Un instrument­o como la CDI requiere del real interés de los gobiernos de la región para que ejemplos como los mencionado­s, con evidente desprecio por la democracia, reciban el tipo de sanciones que les correspond­en.

La OEA llevará a cabo su Asamblea General a partir de mañana. Los cancillere­s de las Américas deberían aprovechar la actual circunstan­cia para probar que sí hay voluntad política de su parte para frenar a las dictaduras de la región. Es el momento de demostrar ante la comunidad internacio­nal que no se puede seguir atentando contra la democracia con impunidad.

‘‘

Es el momento de demostrar ante la comunidad internacio­nal que no se puede seguir atentando contra la democracia con impunidad”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia