Tan lejos pero tan cerca
SE NOS VA A IR LO QUE QUEDA DEL año en eliminatorias. Ni la derecha ni el centro tienen claro con quién van a enfrentar a Petro, único clasificado hasta ahora. Son los dos nombres a definir para cerrar esta etapa de calentamiento, hojarasca y seudoentretenimiento que repite rutinas de nuestras aburridas elecciones presidenciales.
A falta de líderes, el autodenominado Centro Democrático se aferró a la fórmula de encuestas para posicionar al candidato que dé la pelea electoral. De los cinco nominados, solo dos tienen opciones: Óscar Iván Zuluaga, que representa el pasado del pasado, esencia de su movimiento, así se autorridiculice cuando quiere parecer de este siglo, y María Fernanda Cabal, que cabalga a lomo de escándalo, rabia y exageraciones. El entretenimiento freak que tanto gusta en la política del espectáculo.
A falta de fondo, la escuela truculenta del trumpismo la hace ver virtual ganadora en dos semanas. Se las verá con el enigmático Fico Gutiérrez —el gallo tapado de Uribe—, junto a reservas, porristas y oportunistas, en la consulta de la derecha el año próximo. Hábil en autopromoverse como outsider, ella tiene de su lado el cuestionado estilo de propaganda uribista. Falta un hervor.
En el centro, en medio de contradicciones por vanidades personales, pretendidas suficiencias morales y expectativas incumplidas, terminará por pesar el cálculo matemático, el peso del voto y los intereses de quienes otra vez echan por la borda la oportunidad de hacer frente común. Siguen construyendo la imagen de convidados de piedra.
Los demás —incluyendo al incumplido Barguil, el investigado Hernández, 60 candidatos, 40 movimientos y los proverbiales excéntricos— meterán baza por cinco minutos de fama, para mejorar su posición de influencia y negociar sus escasos votos por burocracia, contratos o palmaditas en la espalda.
Se ve oscuro el panorama a pesar de que casi todo está definido. Falta la segunda vuelta.