Amparofobia
LA SEMANA PASADA, EN EL PROGRAma de concurso de Caracol “Yo me llamo”, Amparo Grisales hizo y animó a otros jurados a hacer comentarios transfóbicos contra una concursante. Grisales sacó una lupa de utilería, que ahora dice que usa con todo el mundo, pero que no era un prop recurrente en el programa, y “examinó” a la concursante pasando la lupa por su cuerpo y deteniéndose en sus genitales. Con la concursante fuera del escenario les dijo a sus compañeros de mesa: “¿No se dieron cuenta que es hombre? [...] ¿Cómo te diste cuenta de que no era? ¿Cuando fui yo allá?” y su compañero le contesta: “Sí, tú me diste la señal” y luego añade que “si estuviera borracho en la madrugada”, “caería”. La escena fue deleznable. Más cuando se piensa en toda la pre y post producción que hubo involucrada para que algo así se hiciera público.
Como hubo fuertes críticas en redes sociales, Grisales emitió unas disculpas que parecen dictadas por el canal: “Si ofendí a alguien, reitero que no era mi intención, ni la del programa y mucho menos de Caracol, una empresa respetuosa de la igualdad y los derechos de todos”. Luego apareció en Semana, en entrevista con Vicky Dávila, mostrando que sus disculpas son de dientes para afuera. Para empezar Grisales asegura que ella no es transfóbica porque tiene amigos en la comunidad discriminada: “Tengo más amigos en lo LGTBI que ‘normales’”, “mi mamá me decía anda un poquito con un grupo hetero pa’ ver si consigues novio porque los alfa no se van a acercar contigo porque vivo rodeada de puro amigo gay”. Esta falacia puede tomar la forma racista de “tengo un amigo negro al que le gusta que yo le diga ‘negro’”. También siguió el guion de lo que suele decirse después de un comentario discriminatorio: “ya no se puede decir nada porque lo toman a mal”, “se pegan de mi éxito para atacarme” y la más infame de todas, el uso del condicional: “disculpa si te ofendí”. Grisales concluye que las críticas hacia ella derivan de una “Amparofobia”, trivializando aún más sus comentarios discriminatorios. En ningún punto Grisales reconoce su error o sus efectos dañinos. Por fin las figuras públicas están siendo confrontadas por sus discursos discriminatorios, pero parece que lo único que saben contestar es “no soy transfóbica (o racista) porque yo lo digo”.
Detrás de los comentarios de Grisales está la ideología de la transfobia: que las personas trans están “engañando” o “simulando” su género, y que hay formas “verdaderas” de vivir el género y que algunas formas de masculinidad son más aceptables (“macho alfa”). Sus ideas no salen de la nada, son el eco de formas de pensamiento antiderechos, algunas menos elaboradas y otras que hasta están creciendo dentro de la academia, y que a veces hasta se disfrazan de feminismo. Estas formas de pensamiento antiderechos tienen en común la idea de que hay un esencialismo biológico y que, por lo tanto, la biología y en este caso los genitales son el factor más importante de la identidad de una persona. Bajo esa idea se impone la heteronorma y luego se declara que es “lo natural”, y cualquier persona que no se someta a ese sistema será una anomalía e incluso una amenaza. Son ideas que se usan para legitimar todo tipo de violencias y discriminaciones que viven las personas trans, ahora presentadas en televisión masiva y horario familiar como si fueran otro chascarrillo. Es verdaderamente penoso es que haya que traer a colación, una vez más, todas estas violencias, para pedir a la sociedad que respete la humanidad de las personas trans. El problema no fue solo la transfobia rampante de Grisales, sino que a Caracol le parece que pude usarla como entretenimiento. Es decir, no se trata solo de las ideas violentas de una actriz, sino de todo un sistema que las recibe sin cuestionarlas y sin mayores consecuencias que un comunicado de prensa.