La culpa es de la vaca
HACE UNOS DÍAS UNA ACTIVISTA EStudiantil salió a decir que “en la política, el amor se demuestra en presupuesto”. A juzgar por la cuerda de mentiras en su argumento, la activista poco sabe de presupuesto y de amor. Tal vez sea exagerado juzgarla, al fin y al cabo el presupuesto está diseñado para que los ciudadanos no lo entiendan.
Fíjense que es difícil pensar en otra herramienta económica más ligada a la esencia de la democracia que el presupuesto público. Los colombianos estamos decidiendo cómo gastarnos esta bolsa de recursos del Presupuesto General de la Nación (PGN) que tiene la bobadita de $350 billones, una vaca a la que contribuimos todos con nuestros impuestos pero que a duras penas logramos discutir, por eso tenemos que reformarla.
El presupuesto debe ser una herramienta flexible para reflejar las preferencias de los votantes. Si los colombianos eligen a un presidente que quiere invertir mucho más en educación o a otro que quiera reducir los gastos para bajar impuestos, cualquiera debería tener la capacidad ejecutar esas preferencias democráticas a través del presupuesto público. El problema es que, en la práctica, la ley les tiene las manos atadas a todos: no importan mucho sus planes de gobierno, el presupuesto es inflexible.
La rigidez es síntoma de un problema más profundo, y es que los ciudadanos no tienen cómo ver de forma clara a dónde van los recursos. La activista podrá estar perdida en los temas económicos de los que opina y en eso tiene su responsabilidad, pero cuando del presupuesto se trata, la culpa es de la vaca.
O, mejor, de la forma en que construimos la vaca del PGN. Hoy en día un ciudadano común puede ver que se le dio plata a un ministerio o a una entidad para que la ejecute. También puede ver si la plata se gastó en salarios, en deuda o en inversión, pero esa información no es útil. Por eso es importante una reforma para que los ciudadanos vean no solo en qué se está gastando, sino el para qué: ¿qué se quiere lograr con ese gasto?
En eso han avanzado mucho los países más desarrollados: en tener un presupuesto enfocado no en los insumos que usa el gobierno, sino en los resultados.
La propuesta detallada viene del capítulo de Francisco Azuero en el libro La urgencia de lo estructural, publicado por Econometría Consultores. La idea es implementar un presupuesto que le da claridad y transparencia a la vaca que hacemos. En vez de hablar de que la plata se va en “funcionamiento” o “inversión”, empezar a asignársela al resultado esperado, emplear X personas, construir X kilómetros de carreteras o conectar X cantidad de colombianos a internet.
Al final del día, la división actual de funcionamiento/inversión es inútil; es mejor que el gerente de la entidad escoja si es preferible usar un dinero para alquilar las oficinas (funcionamiento) o comprarlas (inversión): la ley poco se puede adaptar a la velocidad de las dinámicas de mercado.
Con las normas actuales tenemos poca flexibilidad para administrar el dinero de los colombianos, poca transparencia para que los ciudadanos entendamos y poca perspectiva, porque nos enfocamos en los insumos y no en los resultados.
El presupuesto programático no solo permite mayor accountability de los servidores públicos, sino también una mejor calidad del gasto y mejores incentivos para tener personas competentes en el gobierno. Inclusive, podríamos dejar de usar la Ley de Presupuesto para colgarle micos pensionales y empezar a usarla para profundizar la democracia con una discusión pública informada. Eso sí que sería revolucionario. Economiaparamiprima.com, @tinojaramillo
Hoy me confirmaron que Twitter solo tiene registrados 1,5 millones de colombianos (máximo 2 millones ).
¿2 millones con una población de casi 50 millones y así muchos se autodenominan influyentes? #Confirmo que vivimos en una burbuja de pares hablando de lo mismo.
Y otro comentario: no voten por ninguno de los oportunistas del paro que motivaron a pelados a ir a la calle a que los golpearan, dispararan, capturaran y, hoy, condenaran. No voten por los que les piden sacrificios a los demás en nombre de la justicia.