Bus a Pereira
Alexis Márquez es el artífice de la transformación del matecaña, que sin estrellas en el escudo ni en el campo hizo lo que tiene que intentar hacer un equipo chico en el fútbol colombiano.
El equipo está sentando un precedente ejemplar para los chicos. El camino más corto para un torneo internacional es tratar de ganar la Copa Colombia que les arrebató Nacional. A pesar de que la obligación era mantener la categoría en medio de un sistema completamente adverso para los que vienen de la B, lo combinaron con esta suerte de hazaña, llegando a la última fase contra los verdolagas. Lo más curioso del asunto es que teniendo una nómina corta enfrentaron la competencia alterna con su formación emergente. La excusa de la poca atención que varios le prestan a este evento es que precisamente no tienen un plantel amplio para tal efecto. Por eso termina siendo una competencia llena de suplentes y jóvenes.
Márquez potenció una serie de elementos que venían descartados de sus anteriores clubes para sumarlos a los artífices del ascenso y combinó perfectamente las aspiraciones de figuración de unos y otros. El gran inconveniente de estas marcas pequeñas, y lo digo con todo conocimiento porque soy hincha de Atlético Bucaramanga, que casualmente tenía bastantes de estos muchachos hace un año, es lograr motivar a los que llegan a escampar en la institución y no tienen ningún sentido de pertenencia hacia ella. Alexis lo logró y los puso a luchar en los dos frentes.
El Pereira está adentro de los cuadrangulares semifinales con antelación y persiste en su objetivo de buscar disputar la Sudamericana vía reclasificación. No creo que le alcance tanto como para pelear título y cupo a Libertadores, pero de mantener su estilo ofensivo seguro se va a atravesar en el camino de los candidatos de la fiesta de fin de año.
No podemos hablar de un gran modelo administrativo, incluso los risaraldenses están en medio de una reestructuración compleja, pero la idea del técnico es clara y contundente, y ahí está el secreto de todo. Saben a qué juegan siempre, tienen ventaja hacia los demás, que teniendo mejores entornos no se sienten identificados muchas veces y fracasan.
Aplauso grande para una linda afición que no tiene títulos, pero sí un gran amor y fidelidad por años, que ha tenido que aguantar muchas decepciones, pero no desfallece en su afán por acompañar sus colores hasta que un día se les cumpla el sueño de verlos dar una vuelta olímpica.