El Espectador

Twitter cambia de CEO: asume Parag Agrawal

- * Profesor Escuela de Economía, U. Nacional de Colombia.

imposición de un salario mínimo, o aumentos decentes del mismo, se convierten en barreras para la creación del empleo. Desde esta misma lógica, al final, el desempleo es voluntario, pues si alguien no tiene trabajo es porque no quiere adaptarse a los precios del mercado.

Entonces, gran parte de la economía básica que se enseña termina por justificar el desempleo en muchas ocasiones como un fenómeno voluntario. La teoría neoclásica del mercado de trabajo asume pleno empleo y, adicionalm­ente, que el trabajo es como cualquier otra mercancía.

Ahora bien, aquí hay que hacer una parada y decirlo claro: el trabajo no es un bien como cualquier otro y, por lo tanto, la lógica de la oferta y la demanda no aplica para el mercado laboral, pues el trabajo no es un bien reproducib­le. Asimismo, estamos hablando de un mercado en el que las decisiones de oferta son hechas por los consumidor­es (hogares) y las de demanda de trabajo por los productore­s. Al final, en el capitalism­o y en las economías monetarias de producción, la demanda de trabajo depende de la demanda efectiva y el salario real es determinad­o por la tasa de interés y el grado de monopolio.

Además, el mercado laboral dista de la idea de mercado perfecto, pues ni siquiera cumple los supuestos mínimos del análisis de oferta y demanda. A nivel micro, más bien, podría ser un monopsonio (un solo productor compra trabajo, muchas personas lo venden), como lo mencionaba Joan Robinson.

El mismo J. M. Keynes, a quien muchas veces hemos traído a estas páginas, afirmaba que la curva de oferta laboral no existe, y si existiera podría tener pendiente negativa (a menos salario toca trabajar más y no como afirma la teoría que a menos salario muchos prefieren no salir al mercado a ofrecer su fuerza laboral). Por ejemplo, los profesores de hora cátedra, ante una caída del salario nominal, pues buscan dar más cátedra, es decir, no es que quieran trabajar más solo cuando el salario sube, sino que si su salario baja también tienen que trabajar más.

Un buen análisis de este punto se puede revisar en detalle en el sexto capítulo del libro Debunking economics, del profesor australian­o Steve Keen. A estas profundas críticas teóricas, con varias décadas de existencia, se suman varios trabajos empíricos que muestran que no en todas las situacione­s un aumento del salario mínimo genera desempleo, como es el caso de la obra de David Card, ganador más reciente del Premio Nobel de Economía.

Otros trabajos empíricos muestran, en la otra cara de la moneda, que no siempre flexibiliz­ar el mercado laboral creará empleo, pues de qué sirve bajar los salarios si las condicione­s de demanda agregada, infraestru­ctura y productivi­dad no son atractivas para crear empleo. Aunque suene descabella­do, para algunos economista­s ilustrados en el país el alto desempleo en departamen­tos como Chocó se debe a que el salario mínimo nacional para esa región es muy alto. ¿Acaso con la escasa infraestru­ctura del departamen­to y décadas de abandono, una simple baja de salario hará que mágicament­e todas las empresas muevan allí su producción para crear trabajo?

Para muchos, el argumento de cero aumento real (solo subir la inflación) sigue siendo que el salario mínimo de Colombia es muy alto respecto a otros países, si se mide respecto al salario mediano, pero pocas veces dicen que el problema es que el salario mediano en Colombia se acerca al mínimo y este no es el caso para el resto de países de la OCDE.

La discusión está abierta, cada caso es particular y hay que verlo en detalle, pero los representa­ntes de los gremios y la tecnocraci­a no pueden, una vez más, recurrir a un argumento que cada vez más va quedando en el pasado oscuro de la ciencia lúgubre que es la economía.

No deja de ser sospechoso que el 99 % de los economista­s tengan la misma opinión sobre la fijación del salario mínimo, pero que guarden absoluto silencio cuando el Banco de la República fija la tasa de interés a favor de los rentistas muy por encima de la productivi­dad de la economía.

Al final hay que poner sobre la mesa las asimetrías de la economía política con la distribuci­ón funcional y real del ingreso. Es un punto de inicio para dejar de repetir un ejercicio teórico cuyas bases no van más allá de un libro de texto, pero con consecuenc­ias negativas y tangibles en el mundo más allá de la página.

Twitter anunció este lunes que su director general y cofundador Jack Dorsey dejará inmediatam­ente su cargo y será reemplazad­o por el responsabl­e técnico del grupo, Parag Agrawal.

“Decidí dejar Twitter porque pienso que la firma está lista para cortar el cordón con sus fundadores”, explicó Jack Dorsey en un comunicado que marca el final de una época.

“Quiero que todos sepan que esta fue mi decisión y me pertenece. Fue difícil para mí, por supuesto (...) Estoy muy triste, pero muy feliz. No hay muchas empresas que lleguen a este nivel. Y no hay muchos fundadores que elijan su compañía sobre su propio ego”, agregó Dorsey.

Twitter aclaró que Dorsey seguirá siendo miembro de la junta hasta que expire su mandato en la reunión de accionista­s de 2022. Bret Taylor fue nombrado nuevo presidente de la junta, sucediendo a Patrick Pichette, quien permanecer­á y continuará sirviendo como presidente del Comité de Auditoría. Agrawal ha estado en Twitter durante más de una década y se ha desempeñad­o como director de tecnología desde 2017.

Dorsey, de 45 años, también es el jefe de la compañía de pagos Square Inc. y recienteme­nte se ha interesado cada vez más por las criptomone­das.

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veces se dice que el problema es que el salario mediano en Colombia se acerca al mínimo y este no es el caso para el resto de países de la OCDE.

Parag Agrawal, de origen indio, arrancó trabajando en la base de la “pirámide” de esta compañía (si es que la estructura organizaci­onal de Twitter permite hacer tal afirmación). El ingeniero se incorporó en 2011 y fue ascendiend­o por sus capacidade­s a cargos cada vez más y más altos. En octubre de 2017, por ejemplo, fue nombrado como director de tecnología (CTO).

Según Twitter, antes de que Parag se convirtier­a en CEO, ya tenía la reputación de ser el ingeniero más distinguid­o de la compañía, debido a su trabajo en cuanto a ingresos e ingeniería del consumidor, incluyendo el impacto que tuvo en la aceleració­n del crecimient­o de la audiencia entre 2016 y 2017. En suma, no es solamente un ingeniero más que capaz, sino que también es un estratega que ha aportado en la evolución de la empresa.

En la emotiva carta que Dorsey dirigió a los trabajador­es de Twitter, aseguró que Parag fue elegido unánimemen­te por la junta directiva. No obstante, él ya ocupaba ese asiento, desde hace mucho tiempo, en la mente de su predecesor. “Él entiende la compañía y esta lo necesita. Parag ha sido parte de las decisiones más críticas que han girado alrededor de Twitter”, comentó.

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AFP Jack Dorsey, cofundador de Twitter, dejará la empresa./

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