El Espectador

En Honduras, Palmerola es siempre Palmerola

- DESDE EL SUR BEATRIZ MIRANDA

grado Bolsonaro a su prematura campaña a la reelección, además de las estrategia­s populistas y el acercamien­to a la coalición de partidos del Centrao a través del PSL, es la misma estrategia que utilizó Donald Trump durante la campaña electoral de 2020: la desinforma­ción y el conflicto. El mandatario ha llegado a asesorarse del círculo del expresiden­te estadounid­ense para tachar a sus rivales de criminales y comunistas, bombardear a la gente con noticias falsas y sembrar las dudas sobre un supuesto fraude electoral a través de redes sociales.

Figuras como Steve Bannon, el principal estratega de la campaña de Trump, y Mike Lindell, empresario cercano al exmandatar­io, han mantenido reuniones con los hijos de Bolsonaro para amplificar las teorías de fraude e injerencia extranjera para arruinar la fiesta electoral.

“Bolsonaro será el ganador, a menos que las máquinas se roben las elecciones”, insinuó Lindell sin pruebas que demostrara­n un supuesto peligro de fraude.

En medio de la polarizaci­ón en la que está sumergida Brasil, esta campaña de desinforma­ción es muy peligrosa, pues puede conducir a la radicaliza­ción de los votantes tal y como sucedió en el norte del continente. En septiembre, un grupo de bolsonaris­tas se intentó tomar el Ministerio de Salud, lo que recordó de inmediato las imágenes del asalto al Capitolio en Washington por parte de cientos de trumpistas. Las redes son caldero para la violencia, y Bolsonaro las ha aprovechad­o para su discurso. Ahora, hay que resaltar que él no es el único componente que incide en la polarizaci­ón, sino que es el propio Lula da Silva quien conduce a la división en Brasil.

“No se puede decir que Bolsonaro divide al país, cuando la mayoría de Brasil está en su contra. Lula sí divide al país porque es adorado por una parte, por aquella que lo ve como la única posibilida­d de derrotar a Bolsonaro, y esas personas están dispuestas a votar por él, pues será el candidato más competitiv­o. Sin embargo, otra parte del país lo rechaza, y ahí hay quienes están dispuestos a votar hasta por Bolsonaro, porque prefieren cualquier cosa antes que a Lula. Creo que hoy quien divide al país es Lula da Silva. Bolsonaro tiene a la mayoría en su contra”, le explicó a este diario Carol Pires, periodista brasileña.

Y en la figura de Lula se encuentra el último anuncio importante que le dará inicio oficial a esta contienda. Brasil se encuentra a la expectativ­a de que el expresiden­te y líder del PT anuncie su candidatur­a a las elecciones de 2022, una idea con la que ha coqueteado en las últimas semanas y con la que ha dicho estar motivado. Lula da Silva estuvo de gira por Europa, donde ha sido recibido por el Parlamento Europeo y por mandatario­s como el francés Emmanuel Macron. Dicha gira tan pomposa contrasta con el aislamient­o de Bolsonaro y devela a su vez la estrategia de Lula: presentars­e como un profeta que busca la restauraci­ón de los años dorados de Brasil.

En una encuesta realizada por PoderData, Lula lidera las encuestas con el 48 % de la intención de voto. Bolsonaro le sigue con el 31 %. Esto nos indica que el expresiden­te petista marca el tiempo electoral, y que, aunque la carrera ya está en marcha, y se encenderá más esta semana con el anuncio de Bolsonaro, solo el ingreso de Lula o del candidato del PT que decida apoyar marcará el inicio oficial de la contienda. La carrera, a pesar de los números, está muy abierta. Y no se pueden ignorar las posibilida­des que tiene Bolsonaro pese a su declive.

Este domingo hubo elección presidenci­al en Honduras, un proceso electoral marcado por 23 muertes, corrupción, endeudamie­nto y apagones durante el conteo de votos. Los comicios son simbólicos, pues traen de regreso a la campaña a Xiomara Castro, esposa del expresiden­te Manuel Zelaya, la primera mujer que gobernará Honduras.

Xiomara sustituirá al presidente Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, quien gobernó por dos períodos y culmina sus mandatos consecutiv­os a pesar de ser acusado por narcotráfi­co por Estados Unidos y de instaurar una dictadura de odio y miedo llena de reiterativ­as violacione­s a la Constituci­ón.

Sin embargo, la positiva largada de Castro en los comicios, contra viento y marea, recuerda el golpe de Estado militar perpetrado contra Manuel Zelaya en 2009, el primero de algunos dolorosos golpes en América Latina, después de las dictaduras militares. Más tarde se dio el golpe parlamenta­rio del presidente Lugo, en 32 horas, prácticame­nte sin derecho de defensa. Empezaba así la era de los “golpes blandos”.

Fuentes más críticas resaltaron la participac­ión de oficiales estadounid­enses y la función de la Base Militar de Palmerola en el golpe militar de Honduras, lo que hizo recordar los tristes días del cono sur.

El rechazo de la comunidad internacio­nal al golpe de Estado en Honduras fue unánime. Las autoridade­s de facto no han sido reconocida­s y en los foros internacio­nales se ha condenado la ruptura del orden democrátic­o y se ha instado a la restitució­n del presidente Zelaya. En particular, los Estados miembros de la Organizaci­ón de los Estados Americanos respondier­on a la crisis política en Honduras aplicando mecanismos consagrado­s en la Carta Democrátic­a Interameri­cana, que estipula que “los pueblos de América tienen derecho a la democracia y, sus gobiernos, la obligación de promoverla y defenderla”.

Solo resta saber si Xiomara vence las elecciones, pero tiene una minoría en el Congreso, así que, ¿cuál sería un posible pacto en pro de la gobernabil­idad? Si la plataforma de Xiomara atenta contra el clientelis­mo estructura­l existente en Honduras, ¿qué pasará? ¿Los resultados electorale­s serán respectado­s?

En términos de política exterior, es posible que Xiomara no esté tan alineada con Estados Unidos, ni Taiwán ni Tel Aviv, sino con el ALBA y con China. Y no se puede olvidar que, así como en caso del expresiden­te Zelaya, Palmerola, la base militar de Estados Unidos en territorio hondureño, es siempre Palmerola.

››Desde

Madrid, Lula da Silva señaló que entre febrero y marzo de 2022 tomaría una decisión sobre su candidatur­a a la presidenci­a de Brasil.

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