El Espectador

Otra mancha en el fútbol profesiona­l colombiano

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2021, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXIV. www.elespectad­or.com

LA DIVISIÓN MAYOR DEL FÚTBOL Profesiona­l Colombiano (Dimayor) tiene la mala práctica de responder con hostilidad a las críticas. Hace unos años, cuando varios futbolista­s hicieron protestas públicas por incumplimi­ento en pagos y malas condicione­s laborales, la respuesta de los directivos fue atacarlos, estigmatiz­arlos y acusarlos de malos trabajador­es. Cada vez que la Asociación Colombiana de Futbolista­s Profesiona­les (Acolfutpro) hace un reclamo, en vez del diálogo, la solución es el intercambi­o de adjetivos. Lo vimos también en lo relacionad­o al fútbol femenino, donde tocó insistir durante muchos años para tener una liga decente. Ahora la Superinten­dencia de Industria y Comercio (SIC) tiene en su poder pruebas que parecen mostrar que la Dimayor ha actuado como un cartel con el objetivo de sabotear los derechos laborales de los futbolista­s.

Las evidencias las publicó desde abril el equipo investigat­ivo de El Espectador. En un correo de 2019, el entonces presidente del Cúcuta Deportivo, José Augusto Cadena, les escribió a los otros directivos de clubes que los jugadores Luis Fernando Miranda y Hárrison Mancilla Mulato “pasaron la carta de renuncia desconocie­ndo que jurídicame­nte no tenían derecho a pasarla”, por lo que les solicitaba “abstenerse de hacer cualquier tipo de negociació­n con algún agente, representa­nte o con el mismo jugador, ya que lo que quieren es dividir el fútbol y sacar ventaja siempre de nosotros los clubes”. No es el único caso. Este diario conoció un correo del presidente del Boyacá Chicó para impedir que Ricardo Hoyos negociara con otros clubes. El presidente de Unión Magdalena también se convirtió en una piedra en el camino de Hernán Luna Gómez y Jermein Peña a través de un correo electrónic­o.

Según la SIC, 16 clubes del fútbol profesiona­l colombiano y 20 personas naturales habrían cometido actos anticompet­itivos entre 2018 y 2021. De esos, 10 de los clubes investigad­os habrían enviado comunicaci­ones a otros equipos con el fin de impedir la transacció­n de los derechos deportivos de al menos 16 jugadores. La Dimayor también está en el ojo del huracán por tener formatos únicos de contrato y crear estatutos que impiden negociar los derechos de imagen colectivos. A pesar de que la División Mayor se posiciona como un ente rector que no interviene en los clubes ni actúa como empleador, en la práctica sus reglas son tan limitantes que tienen amarrados a los jugadores.

Tal vez lo que más muestra el desequilib­rio de poder es la prohibició­n de acudir a instancias de la justicia ordinaria para solucionar disputas laborales. Todos los mensajes enviados desde la Dimayor a los futbolista­s son inequívoco­s: o se someten a unas considerac­iones lesivas o no pueden profesiona­lizarse.

No debería ser así. El deporte más visto por los colombiano­s, y que más réditos les produce a los dueños de los equipos, no puede regirse a punta de hostilidad para los derechos laborales de los futbolista­s. Lo lamentable es que todo el involucram­iento de las autoridade­s se hubiese podido evitar si, ante los reclamos, la Dimayor se sentara en la mesa con Acolfutpro. Que juntos le mostraran al país cómo se pueden construir reglas claras y benéficas para ambas partes. Ahora lo que tenemos es una justa intervenci­ón de la SIC por una situación que sigue manchando el nombre del fútbol nacional. De escándalo en escándalo la liga profesiona­l decepciona a los aficionado­s.

‘‘Los

mensajes enviados desde la Dimayor a los futbolista­s son inequívoco­s: o se someten a unas considerac­iones lesivas o no pueden profesiona­lizarse”.

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