El Espectador

Felipe González, amigo de América Latina y Colombia

El expresiden­te del gobierno español fue homenajead­o como el “Español Universal 2021”. Apartes del “Laudatio” a cargo del nobel de paz Juan M. Santos.

- JUAN MANUEL SANTOS CALDERÓN ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR

No hay mal que por bien no venga, dice el proverbio, y es cierto. Hay sucesos desafortun­ados que pueden traer, indirectam­ente, consecuenc­ias positivas para algunas personas.

Un ejemplo -en mi caso- fue la fuga del narcotrafi­cante Pablo Escobar de la cárcel de La Catedral, el 22 de julio de 1992. Ese hecho terrible hizo que el entonces presidente de Colombia, César Gaviria, cancelara su viaje a España para participar en la Segunda Cumbre Iberoameri­cana y en el día de nuestro país en la Expo de Sevilla. El presidente me delegó a mí, que era su ministro de Comercio Exterior, para que lo representa­ra en estos eventos, y fue así como acabé viajando primero a Madrid y luego a Sevilla a cumplir esa cita con el destino.

Resultó ser una cita venturosa, pues gracias a ese encargo conocí al presidente del gobierno español, Felipe González, con quien entablamos de inmediato -como ocurre pocas veces en la vida- una amistad franca y entrañable que ha perdurado por ya casi 30 años.

Nos unía -y nos sigue uniendouna visión liberal -en el mejor sentido de la palabra- y a la vez pragmática sobre las cosas de la vida y la política, y el interés por modernizar y democratiz­ar cada vez más nuestros países.

Difícil encontrar un andaluz más cosmopolit­a, con más conocimien­to del escenario internacio­nal, y más cercano y amigo de América Latina que Felipe González.

Me atrevo a decir que ningún otro gobernante español ha estado tan pendiente de los asuntos de nuestra región, ha tenido tanta influencia, lo han apreciado tanto o ha tenido más claros los vínculos que unen a la península ibérica con las Américas.

La primera intervenci­ón suya que presencié en favor de nuestros países tuvo que ver con un sistema de cuotas de importació­n de banano que la Unión Europea había fijado, que perjudicab­a a Colombia, a otras naciones y a las Islas Canarias. Solo beneficiab­a a las grandes multinacio­nales norteameri­canas.

Como ministro de Comercio le conté la situación al presidente González, y este no dudó en llamar al presidente Mitterrand porque las islas francesas del Caribe también salían perjudicad­as, y entre los dos promoviero­n unas negociacio­nes que concluyero­n con la modificaci­ón del acuerdo y la salvación de la industria bananera latinoamer­icana.

Este es tan solo un ejemplo, entre muchos, de las diversas ocasiones en que su intervenci­ón ha traído bienestar y paz a regiones que las necesitan.

Felipe, desde comienzos de los ochenta, ha sido un gran promotor de los esfuerzos de paz en Colombia. Comenzando por Belisario Betancur, el primer presidente que intentó la paz negociada con las guerrillas, no hay mandatario colombiano que no haya contado con su consejo y asesoría.

En mi caso, su acompañami­ento fue valiosísim­o. Es más, fue fundamenta­l. En 1997 estuvo de acuerdo en servir como garante -acompañado por Gabriel García Márquezen unos acercamien­tos de paz que promoví como particular junto con otros miembros de la sociedad colombiana. No salieron bien, pero ahí adquirí la certeza de que siempre podría contar con él para trabajar por la paz.

Más tarde, cuando como presidente tomé la decisión de negociar con las Farc un acuerdo de paz -que, por cierto, la semana pasada cumplió cinco años-, los consejos siempre serenos y ponderados de Felipe González estuvieron desde el principio y en todo momento a la orden del día.

No dudaba en tomar un avión y cruzar el Atlántico cuando las circunstan­cias lo requerían. Y acabó conformand­o -junto con el expresiden­te uruguayo Pepe Mujica

la llamada Comisión de Notables para supervisar los avances en la implementa­ción del acuerdo. Por eso, cuando me hizo el honor de acompañarm­e a Oslo a recibir el Premio Nobel de la Paz le dije que una parte de esa morrocota de oro le pertenecía.

Todo lo anterior es muy importante. Pero debo decir que lo que representa Felipe González para mí excede lo que pueda contar de su inmenso trabajo por España, por Colombia -que ahora a mucho honor para nosotros también es su patria- y por Hispanoamé­rica. Excede su reconocimi­ento como “el hombre que modernizó a España” y como una de las figuras de mayor peso en el escenario mundial. Es, sin duda, un Español Universal.

Para mí, Felipe es ante todo un gran ser humano y uno de mis mayores amigos. Es un hombre sabio con corazón de niño; siempre dispuesto al abrazo, a la risa y a la confianza, que -junto con su extraordin­aria mujer Mar- nos ha abierto a mi familia y a mí las puertas de su casa y de su alma. Por sobre todo, es un ser humano generoso y noble, cuya amistad y consejos valoro como pocas cosas en la vida.

Hoy doy gracias al cielo por haberlo conocido aquel año 1992 y por poder dar testimonio de mi gratitud -una gratitud más allá de cualquier palabra- por su afecto y por su presencia en mi historia, y en la historia de Colombia y América Latina.

¡Gracias, Felipe, por su vida y por su amistad!

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/ AFP Felipe González fue escogido como el “Español Universal 2021” por la Fundación Independie­nte.
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