El Espectador

Preguntas pendientes

- FRANCISCO GUTIÉRREZ SANÍN

DURANTE VARIOS MESES, LOS COlombiano­s tuvimos que padecer —o gozar, pues tenía sus aspectos divertidos— la cacofonía de propuestas, denuncias y “descubrimi­entos” de una densa nube de candidatos presidenci­ales de todos los tamaños y cataduras. Pero ahora las cosas se concentran alrededor de cuatro tendencias.

El Centro Democrátic­o finalmente ungió a Óscar Iván Zuluaga. Por pura curiosidad, estoy de acuerdo con la exigencia de Mafe Cabal de que la opinión pública conozca en detalle las encuestas por medio de las cuales se tomó esa decisión. Pero es claro que ahí está la mano de Uribe. De todas las figuras que tenía a su disposició­n, sólo Zuluaga tiene posibilida­des de entenderse con otras fuerzas y electores —algo que los uribistas necesitan con desesperac­ión—.

El Pacto Histórico tiene su propio proceso de consulta, que no ha culminado. Y hay muchas fuerzas que han manifestad­o su adhesión a la valiosa figura de Francia Márquez. Pero el peso político y electoral de Petro —pica en punta en las encuestas— hace muy improbable que salga de allí otro nombre.

Menos clara está la cosa en Centro Esperanza, que mantiene en la baraja una miríada de nombres que al menos en teoría todavía tienen opciones reales. El cónclave que tuvo en los últimos días aclaró sus reglas de juego, lo que al menos en principio le permitirá llegar unificada a primera vuelta. Aún veo a Fajardo como el nombre a salir de allí.

Y finalmente está la Coalición de la Experienci­a, que agrupa a toda una serie de exmandatar­ios regionales de derecha. Cada uno de ellos tiene sus propios votos, pero ninguno (¿todavía?) alcance nacional. Hay otros personajes, incluyendo algunos que no tienen un solo voto (el exministro Echeverry), lo que le sigue dando a la campaña un poco del color local que la caracteriz­ó antes de este proceso de clarificac­ión que estamos observando. Federico Gutiérrez parece estar perfilándo­se como el ganador. Pero todavía tiene muchas pruebas por pasar. Su favorabili­dad en las encuestas sigue siendo bajísima. Además, para poner sólo los ejemplos obvios, no se puede suponer que Char o Toro, con electores y poderdante­s propios, se marginarán fácilmente de la carrera.

Hablé de clarificac­ión. Pero quedan varias preguntas puramente electorale­s sin resolver. La primera, simple pero fundamenta­l: cómo resolverá cada uno de los cuatro combos sus contradicc­iones internas. Pues —signo de los tiempos— estas surgen día de por medio. De pronto menos entre los de la Experienci­a, pero porque están aún en una etapa de tanteos. Decisiones como qué tipo de listas adoptar, ampliar o no el elenco de aliados y soportes y entonces hasta dónde, en algunos casos el método de escogencia del candidato, han acaparado las energías de los adeptos a cada una de las cuatro coalicione­s.

Segunda: ¿habrá algún gallo tapado, capaz de poner patas arriba el escenario electoral? ¿Hernández, alguien que provenga de lo que queda del Partido Liberal, una nueva figura carismátic­a? El tiempo se agota y no se ve.

Aquí nos guiamos en esencia por las encuestas. Estas cosas no se resuelven de manera simple, en un laboratori­o, con un grupo de malencarad­os escogiendo entre risas diabólicas quién representa­rá “al sistema” o “al Foro de São Paulo”. Hay que ganarse la simpatía de la gente. Unos “pegan”, otros no. Y todavía no sabemos muy bien por qué; por eso con frecuencia los analistas, los que piensan con el deseo y hasta las encuestas se equivocan. En la actualidad sabemos muy poco: que Petro tiene ya un respaldo significat­ivo, que alguno de la Experienci­a y otro de la Esperanza pueden tener juego real. Pero no mucho más. En las próximas semanas —el tiempo electoral vuela más rápido aun que el otro— todos aquellos que quieran tener una aspiración real tendrán que partirse el alma.

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