Despenalizar el aborto
HAN PASADO 42 AÑOS DESDE QUE mi madre, Consuelo Lleras, presentó, como representante a la Cámara, un proyecto de ley “mediante el cual se protege la salud de las mujeres en Colombia”. En él se estipulaba que el aborto sería legal en tres casos: cuando corría peligro la vida de la madre, por malformaciones del feto o porque el embarazo fuera producto de violación. Contó ella en ese momento con la ayuda invaluable del padre Alfonso Llano S. J. y de los profesores de Derecho Penal Alfonso Reyes Echandía y Alfonso Gómez Méndez. Pero, claro, aquel Congreso mojigato enterró el proyecto a pupitrazos, negándoles a las mujeres la posibilidad de tener una interrupción voluntaria del embarazo con todas las condiciones médicas necesarias.
En 2006, la Corte Constitucional despenalizó el aborto en tres casos: cuando corre peligro la salud de la madre, hay malformación fetal o violación, recogiendo así las mismas premisas del proyecto de ley. Según las estadísticas, en Colombia se realizan 400.000 abortos mal practicados al año, generando muertes y daños permanentes en la salud de las mujeres.
En este momento la Corte Constitucional estudia si despenaliza o no del todo el aborto, que dejaría de ser un delito por fuera de las tres causales. Ante la imposibilidad de que el Congreso legisle sobre el tema, le ha tocado a la Corte decidir sobre este asunto, pero, creo yo, con alguna timidez. Es la hora de pensar en la salud de las mujeres colombianas; sin embargo, aplazaron la decisión para el año entrante.
Nadie, excepto las mujeres, debería meterse en las decisiones que tomen sobre la interrupción voluntaria del embarazo, pues solo ellas son las dueñas de su cuerpo. El problema es que el Estado no puede seguir convirtiendo en delito lo que para la Iglesia es pecado. Pecado es obligar a una mujer a someterse a un aborto sin las condiciones médicas necesarias.
Los congresistas les han dado la espalda a millones de mujeres, pues consideran que pierden votos si legalizan plenamente el aborto. Y en este caso, como en muchos otros, mientras a una mujer humilde le toca practicarse un aborto en las peores condiciones (como insertándose ganchos de ropa) las hijas o hermanas de los ricos y la clase dirigente se practican el aborto en Miami.
Las cifras de los casos de abortos mal practicados son bastante inconsistentes porque muchas de las mujeres mueren de septicemias o peritonitis, y así quedan registradas en las partidas de defunción.
El aborto no es un método de planificación ni es una decisión fácil para una mujer. Ninguna mujer se practica un aborto por placer. El aborto deja en ellas secuelas con las que tienen que vivir toda su vida. Por eso cuando una mujer decide abortar es porque no ve ninguna otra salida. Por ejemplo, porque su embarazo no fue deseado o no hay cómo mantener un hijo, por solo mencionar unos casos. La Corte Constitucional tiene una oportunidad única para pronunciarse a favor de los derechos de las mujeres colombianas.