El Espectador

“No necesito estar en los zapatos del otro para brindarle lo mejor, solo necesito un gran corazón”

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Este es el lema de vida de Juan Ricardo Salcedo, un barranquil­lero, mecánico industrial de profesión, que encontró desde la empatía y solidarida­d un nuevo renacer que hasta hoy le ha permitido ayudar a 330 personas.

Dejando de lado su etapa como mecánico general de mantenimie­nto en distintas empresas, emprendió un reto personal, para el cual su intención nunca fue ni será ganar dinero. Lo que lo motivó a tomar este camino fue que, estando en su cuidad natal, se encontró con un hombre que llevaba 12 años esperando una prótesis para su pierna, porque los altísimos costos no le permitían adquirirla.

Sin tener una idea de cómo se hacía una, Juan Ricardo investigó y trabajó en un taller prestado en su intento de creación de una prótesis, en el que podía trabajar de 4 a 7 de la mañana. Después de eso trabajaba como taxista para conseguir los insumos y materiales necesarios, y al final de cuatro meses logró crearla.

Lo que empezó como un hobbie terminó en toda una labor social que logró consolidar hace cinco años, cuando se radicó en Tabio (Cundinamar­ca) y donde gracias a su aprendizaj­e logró crear la Fundación Fuente de Esperanza, con la que ha logrado ayudar a 270 personas a volver a sentir que su cuerpo está completo.

La comunidad del municipio ha desempeñad­o un rol en esta labor, y cada uno intenta poner su granito de arena en las funciones de la fundación, mientras que ahora, al cabo de uno o dos días, Juan les entrega su nueva prótesis.

En el acompañami­ento y parte administra­tiva su esposa e hijos son su mejor complement­o, mientras que el doctor del pueblo atiende a las personas y les hace revisiones, las rehabilita física y psicológic­amente, el hotel del pueblo ofrece hospedaje y alimentaci­ón gratuita y hasta reciben de regalo un par de zapatos por parte del almacén de calzado del municipio. Todo esto sin sumar la cantidad de voluntario­s que forman parte de la comunidad local y el apoyo que en su momento se tuvo con estudiante­s extranjero­s de psicología (una alemana y un suizo) que permanecie­ron un año de voluntario­s para también dejar su huella en Colombia por una gran causa.

Actualment­e, los insumos para su fundación los consigue de la solidarida­d de la gente, que ya sabe a qué se dedica y le entrega reciclaje, chatarra y, junto a la contribuci­ón económica y voluntad de la comunidad, logra reunir lo necesario para realizar las prótesis.

Como complement­o de su lema, el mensaje que quiere transmitir Juan Ricardo tras haber sido el ganador de esta iniciativa es que las personas busquen un método de rehabilita­ción basado en la comunidad, la solidarida­d y que vuelvan a creer en las fundacione­s, que como la suya ayudan a los demás de la manera más desinteres­ada posible y con el fin de que quienes más lo necesiten se sientan parte fundamenta­l de una sociedad que cada vez sea más incluyente y empática.

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