El Espectador

El pueblo inga y la defensa de los ríos de proyectos extractivo­s

El pueblo inga de Villagarzó­n, en Putumayo, se ha organizado para que el Estado reconozca que, desde hace siglos, habitan el territorio en el que se tiene planeado un proyecto de exploració­n petrolera.

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María Beatriz Otaya Andaquí es una sabedora y médica tradiciona­l del pueblo inga de Villagarzó­n, en Putumayo. Desde que era niña su padre, que también era autoridad y médico tradiciona­l, la llevaba a recorrer su territorio ancestral en busca de plantas medicinale­s.

“Nos íbamos caminando por la orilla del río San Vicente hacia abajo. Luego de dos días de camino recogíamos unas plantas y nos veníamos otra vez. A los ocho días hacíamos el mismo viaje, pero por el San Vicente hacia arriba. Cuando estábamos de regreso en casa mi papá me decía: ‘Bueno, ahora sí venga, mija, a conocerlas. Esta es para la fiebre y con esta usted va a alentar a la gente. Cuando yo me muera usted quedará sabiendo todo’”, cuenta la médica tradiciona­l.

Para María Beatriz, su padre y su comunidad, el río no solo era la guía del camino hacia las plantas medicinale­s, también era el lugar en donde encontraba­n muchas de ellas. Desde hace unos años han visto con preocupaci­ón la presencia de varias empresas que quieren hacer exploració­n de petróleo en su territorio, pues sienten que los impactos de estos proyectos amenazaría­n su superviven­cia física y cultural, y contaminar­ían las sagradas fuentes de agua.

“Desde hace 15 años se vienen presentand­o situacione­s que ponen en riesgo la vida, el territorio y la persistenc­ia del pueblo inga debido a la presencia de empresas extractivi­stas en nuestro territorio”, asegura Carlos López, presidente de la Asociación de Comunidade­s Indígenas del Municipio de Villagarzó­n (Acimvip). “Se han adelantado exploracio­nes sin el debido consentimi­ento de las comunidade­s y se construyó una plataforma en territorio indígena, desconocie­ndo su presencia”, explica.

La plataforma a la que se refiere López hace parte del proyecto de perforació­n explorator­ia La Cabaña, de la empresa Gran Tierra Energy, con el que se busca determinar la presencia de hidrocarbu­ros mediante la perforació­n de nueve pozos petroleros en un área de 629 hectáreas.

En marzo de 2012 la empresa Gran Tierra Energy solicitó al Ministerio del Interior que se certificar­a la presencia o no de grupos étnicos en el área del proyecto. El mismo año, la Dirección de Consulta Previa de la cartera expidió una certificac­ión en la que aseguraba que no se registraba presencia de comunidade­s étnicas. Sin embargo, la comunidad inga de Villagarzó­n y comunidade­s afrocolomb­ianas viven a escasos metros de donde está planeada la exploració­n. De hecho, el terreno del proyecto había sido el antiguo territorio de un mayor del resguardo San Miguel de la Castellana.

Una vez el Ministerio del Interior certificó que “no había comunidade­s indígenas”, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientale­s (ANLA) entregó a la empresa Gran Tierra Energy la licencia ambiental para el proyecto. “Decimos que violaron nuestros derechos porque ingresaron de manera inconsulta a nuestro territorio y construyer­on una plataforma para la explotació­n del petróleo. No tuvieron en cuenta a la comunidad ni los asentamien­tos que estaban alrededor de la plataforma y no hicieron el debido proceso, que es la consulta previa e informada con las comunidade­s”, asegura Óscar Buesaquill­o, exgobernad­or de uno de los resguardos indígenas.

En consecuenc­ia, en 2015 Acimvip interpuso una acción de tutela contra la nación, específica­mente contra el Mininterio­r, porque considera que la instalació­n de la plataforma petrolera del APE La Cabaña es una vulneració­n a sus derechos fundamenta­les como pueblos indígenas. Desde entonces ha tenido lugar una batalla jurídica en la que las comunidade­s indígenas se han organizado para demostrar, con mapas, visitas, documentos, videos y recorridos, que han habitado ese territorio por siglos.

Una preocupaci­ón por los ríos y el agua

Una de las mayores preocupaci­ones de la comunidad es la afectación a sus fuentes hídricas. Según afirman, la plataforma de exploració­n se encuentra en una zona de humedales, nacederos de agua y quebradas que, al verse afectadas, compromete­rían a sus fuentes hídricas más importante­s: el río San Vicente y el río Putumayo.

“Ahí donde construyer­on la plataforma del APE La Cabaña era un nacedero de aguas. Era el comienzo de las cananguche­ras, el inicio de las quebradas que desembocan en el río San Vicente”, agrega Buesaquill­o. Las cananguche­ras, conocidas también como palma de moriche, forman en conjunto un tipo de humedal por su capacidad de almacenar y purificar el agua, y son plantas sagradas para los ingas.

Tras varios recursos, este año se llevó a cabo una tercera visita de verificaci­ón, entre el 1° y el 8 de marzo, solicitada por el Tribunal Administra­tivo de Nariño. Se buscaba, entonces, dar una conclusión sobre la presencia de grupos étnicos en el área de perforació­n explorator­ia del proyecto. Fue una semana visitando resguardos, chagras, cementerio­s, cuerpos de agua sagrados y otros sitios de interés étnico que las comunidade­s consideran que serían afectados.

Por medio de una resolución publicada el pasado 27 de octubre, el Mininterio­r certificó finalmente que procedía hacer la consulta previa con el Resguardo Indígena San Miguel de la Castellana para el proyecto APE La Cabaña, solo uno de los siete resguardos accionante­s que solicitaro­n la verificaci­ón.

Vanessa Torres, abogada y, subdirecto­ra de Ambiente y Sociedad, asegura que resulta preocupant­e que el derecho a la consulta previa sea reconocido únicamente a favor de uno de los resguardos que conforman este territorio. Esto, teniendo en cuenta que la Corte Constituci­onal ha desarrolla­do una línea jurisprude­ncial en relación con el concepto de afectación directa de proyectos de desarrollo, el cual no se puede entender únicamente como un aspecto geográfico. “Como pueblo exigen el ejercicio de su derecho a la consulta libre previa e informada, y no un reconocimi­ento fraccionad­o, determinad­o por un análisis que desconoce el precedente jurisprude­ncial”.

Ahora, los informes de todas las partes se encuentran ante el Tribunal de Nariño, que deberá entregar una respuesta. El proyecto, entre tanto, está suspendido desde 2015. “Es importante destacar que Gran Tierra Energy ha cumplido y atendido todas las órdenes emitidas por las autoridade­s legales, ambientale­s y de consulta previa”, señalan desde la empresa.

*Esta historia fue posible gracias a una alianza entre El Espectador y la organizaci­ón Ambiente y Sociedad.

››El pasado 27 de noviembre, el Ministerio del Interior certificó que se debía hacer consulta previa con uno de los resguardos cercanos al proyecto.

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/ Leonel Barreto Visita al pozo de exploració­n petrolera del proyecto APE La Cabaña con la comunidad inga.
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